Contracultura y novela negra: Sandrone Dazieri y el nuevo «giallo»
Italia se ha revelado en los últimos años un centro productor de «thrillers» de alto voltaje. Uno de los nombres que más ha destacado es el de Sandrone Dazieri (Cremona, 1964), que fue cocinero y periodista especializado en contracultura antes de que la ficción llamara a su puerta, exigiendo que le insuflara acción y aventura a raudales, lo que ha hecho profusamente tanto en la novela como en el guion televisivo y de cómic. Su último trabajo, «No huyas» (Alfaguara), arranca como un «thriller» con un presunto psicópata para dar pronto paso a una investigación policíaca en dos tiempos históricos, llena de vericuetos y contundente denuncia política y social.
Por Antonio Lozano

Sandrone Dazieri. Crédito: Getty Images.
Activista político en su agitada juventud, Sandrone Dazieri ahora hace política con sus novelas, con las que no pretende aleccionar a nadie, pero sí deslizar el lúgubre estado del mundo. «Pero la diversión también es crucial, ¿eh?», apunta. Y ahí está precisamente el equilibrio que lo caracteriza: llevar en volandas el lector con unas tramas laboriosamente urdidas por las que circulan sin descanso el misterio, la tensión y la angustia, generar atmósferas inquietantes, retratar personajes llenos de fuerza, sin que nada de eso suponga renunciar a poner sobre la mesa temas de calado moral y que nos interpelan como sociedad.
Alfaguara Negra ha publicado la trilogía que le ha dedicado a la atípica pareja romana de investigadores que conforman la subcomisaria Colomba Caselli -miembro del Departamento de Homicidios con un episodio traumático a cuestas- y el claustrofóbico y genio de la deducción Dante Torri –quien fue secuestrado durante once años en un silo por un hombre que se hacía llamar «El Padre»-. Juntos han enfrentado colosales peligros y resuelto casos endiablados en No está solo, El Ángel y El Rey.
Ahora le ha llegado el turno a un thriller independiente pero definido por idénticas líneas maestras. No huyas arranca con el secuestro de una adolescente a las puertas de su casa en una zona campestre y aislada, que es de inmediato conducida en una furgoneta a un edificio abandonado y sometida a una intervención quirúrgica que eliminará con crudeza cualquier posibilidad de escapatoria. Sin embargo, lo que podría tomar un cariz convencional, encontrarnos con la enésima historia de un psicópata cuyos motivos se nos irán revelando lentamente y cuya captura moviliza a un variopinto grupo de personas, pronto amplía sus miras y nos lleva por caminos insospechados. Para empezar, el caso se acaba vinculando a la desaparición y asesinato de tres jóvenes, ocurridas treinta años atrás, presuntas víctimas de El Perca o el Monstruo del Río, un asesino en serie que recibió estos apodos por el lugar en el que abandonaba los cuerpos. A partir de este momento, la acción va dando continuos saltos adelante y atrás en el tiempo, componiendo una suerte de endiablado puzle doble, de manera que la investigación sobre la verdadera identidad del antiguo monstruo -se capturó y envió a prisión a un inocente- y la posibilidad de que dejara más muertas por el camino, va proyectando pistas sobre el perfil y los motivos del perturbado del presente.
Dazieri atrapa al lector uniendo los puntos de dos historias paralelas repletas de enigmas, secretos, paranoia, conspiración y peligros, al tiempo que envolviéndole en el claustrofóbico y espeluznante relato del cautiverio y lucha por la supervivencia de la chica secuestrada. Como marco genérico, el retrato de un país abonado a la corrupción y que rinde pleitesía a los poderosos, pero en el que sigue existiendo la posibilidad de redención moral a título individual.
LENGUA: Antes de dedicarse a la novela, tuvo una vida agitada y llena de experiencias. Podemos empezar por entrar en trazar un arco biográfico para entender al tipo de escritor que es hoy.
Sandrone Dazieri: Mi padre falleció cuando yo tenía cuatro años por lo que crecí con mi abuela, madre y mi hermana, un entorno completamente femenino que definió mi forma de pensar y de hacer, lo cual me alegra mucho. Sin embargo, con 14 años tomé conciencia del vacío y la tristeza que había en mi casa ante la ausencia de mi padre. Fui a un internado de manera voluntaria y luego comencé a trabajar como cocinero, una ocupación que me permitía viajar y ser independiente. Con todo, la importancia de los estudios no se me escapaba por lo que con 18 años me instalé en Milán sin dinero. Dormía y me aseaba en la estación central y luego acudía a las clases. En ese momento entré en círculos de cooperación social y movimientos antinucleares, empecé a ocupar casas, grandes edificios abandonados que transformábamos en centros sociales, culturales y de debate político. Ahí solía ocuparme de organizar conciertos, lo que sinceramente no me entusiasmaba. Con 22 años me detuvieron por primera vez durante una protesta contra una central nuclear, pasé un tiempo en la cárcel, luego estuve en libertad vigilada y me reenganché al mundo del activismo político y la cocina. Pero llegué un momento en que me cansé de tanto eslogan y tuve la necesidad de tomar otros caminos.
LENGUA: Aquí es cuando la escritura irrumpe en su vida.
Sandrone Dazieri: Exacto. En un primer momento, con reportajes para revistas y diarios de poca monta en los que retrataba la cultura underground italiana. ¡Me sentía un cyberpunk! El deseo de contar las cosas de otra manera me llevó a firmar un ensayo sobre la cultura underground; acto seguido, escribí una primera novela que me tenía a mí como protagonista, y cuyo lanzamiento me cogió trabajando en el mundo editorial. También empecé a escribir para el cine y la televisión, contenidos que en un primer momento no me interesaban mucho al no estar politizados, situación que hoy en día ha cambiado. Tuve el privilegio de guionizar la película italiana que más se ha visto en Netflix en todo el mundo: Me llamo Venganza. No se puede decir que haya tenido una vida lineal.
Un maestro de la intriga
LENGUA: Y entre todos los géneros, ¿qué lo impulsó a decantarse por la novela negra y el thriller?
Sandrone Dazieri: Más allá de que obviamente son géneros que me gustan como lector, el hecho de escribir sobre una investigación te permite hablar también de lo que ocurre en torno a la misma, siendo lo más interesante para mí el interior de los personajes, que no dejan de reflejar mis propias profundidades. Disfruto mucho dándole vueltas a qué habría hecho yo en la vida si me hubieran tocado sus experiencias y circunstancias. Por poner un ejemplo extremo: ¿habría llegado a tomar el camino del asesinato de estar en la piel de X? He leído con agrado buenas novelas centradas en la resolución de un enigma, pero en mis libros esto sólo es un componente más, creo que la literatura debe ir un paso más allá. Hay que brindar al lector la posibilidad de que vea el mundo desde otras perspectivas. La tarea del escritor no es nunca ofrecer respuestas sino formular preguntas como «¿por qué ocurre esto?», «¿qué es el Mal?» y, sobre todo, «¿qué está ocurriendo con el presente?».
LENGUA: ¿Un novelista debe estar comprometido con su tiempo?
Sandrone Dazieri: Por descontado. Muchos colegas han abandonado el presente y han escrito novelas ambientadas, por ejemplo, en los años 30 o centradas en la mafia, incidiendo en que trazan alegorías del hoy. ¿Por qué? Pues porque vivimos en un presente en el que todo cambia muy rápido y de forma global bajo el impulso de la tecnología. El problema es que nuestra responsabilidad como escritores radica en descifrar el presente. No se lo podemos dejar a los autores literarios, al menos en Italia, porque no les interesa en absoluto. Se limitan a hablar del mundo de la pareja -los hijos, la infidelidad, el divorcio…-, un universo burgués que se me antoja soporífero.

Sandrone Dazieri. Crédito: Getty Images.
LENGUA: Al principio de No huyas, cuando tenemos a Amala Cavalcante salvajemente encadenada, parece que vamos a enfrentarnos a un thriller de violencia extrema con psicópata, pero la historia no tarda en dar un volantazo. ¿Buscaba romper con las expectativas del lector de buenas a primeras?
Sandrone Dazieri: No, lo que quería era mezclar los géneros y que cada personaje representara uno. La parte del pasado es una novela negra. La parte del presente es un thriller policíaco. Y la parte de Amala, dentro del presente, es una novela de terror. Debo decir que las situaciones de violencia no me interesan realmente, incluso me molestan. Por ejemplo, nunca escribo sobre violaciones pues creo que sólo las mujeres tienen derecho a hacerlo. Hay ciertas líneas rojas que no se pueden sobrepasar. Me incomoda la exaltación del asesino en serie como figura mítica cuando en realidad son personas perturbadas que hacen cosas horribles. Ahora bien, sí que buscaba un inicio de impacto. ¿Solución? Indagar en qué a convertido a mi psicópata en lo que es y qué lo ha conducido a actuar como lo hace. A menudos nos olvidamos que los secuestradores, los asesinos, los malos malísimos… ellos mismos son víctimas. Con esto no quiero decir que justifique sus actos, pero sí recordar que la mayoría de asesinos en serie tuvieron una infancia terrible o padecían de problemas psíquicos.
LENGUA: Jóvenes maltratadas, jóvenes desaparecidas, jóvenes asesinadas. La violencia contra las mujeres reviste una importancia troncal en No huyas.
Sandrone Dazieri: Vivo en un país donde cada día son asesinadas una o dos mujeres. Cuando empecé a escribir novela negra y thrillers, la mayoría de los asesinatos los cometía la mafia. Hoy son mujeres que acostumbran a morir a manos de los varones de sus familias. La respuesta institucional es condenar a más años de prisión en lugar de educar a los jóvenes. Ha habido incluso campañas en las que se ha puesto el acento en que ha de ser la mujer quien vaya con cuidado y se cubra las espaldas. Esto forma parte de la cultura italiana de la indiferencia, la falta de empatía, el autoritarismo. Es cierto que saber de artes marciales siempre viene bien, pero empujar a las mujeres a aprender kárate bajo el argumento de que así se defenderán de sus agresores revela un problema social grave.
«Nunca escribo sobre violaciones pues creo que sólo las mujeres tienen derecho a hacerlo. Hay ciertas líneas rojas que no se pueden sobrepasar. Me incomoda la exaltación del asesino en serie como figura mítica cuando en realidad son personas perturbadas que hacen cosas horribles».
LENGUA: En el otro lado de la balanza, Francesca e Itala, pese a sus sombras, constituyen dos mujeres rebosantes de determinación y carácter, unidas por la voluntad de llegar a la verdad y hacer justicia.
Sandrone Dazieri: El título inicial en Italia de la novela era El mal que hacen los hombres, extraído de una cita de Julio César de Shakespeare, donde se decía que el mal que hacen los hombres les sobrevive mientras que el bien yace enterrado junto a sus huesos. Esto se aplica perfectamente a Itala. Detrás del sufrimiento y las decisiones equivocadas de ambas mujeres siempre hay un hombre, sean padres o maridos. Con esto tampoco estoy diciendo que todas las mujeres sean buenas, pero también es incuestionable que tenemos muy pocas mujeres en las instituciones políticas de mi país o en la dirección de las grandes empresas. Quería retratar así un mundo en el que las mujeres se han de convertir en personas muy duras si quieren sobrevivir.
LENGUA: Como en sus anteriores libros, aflora la denuncia política, social, institucional... ¿Confía en el poder del thriller para remover conciencias pese a que el entretenimiento es el primer impulso para abrir sus páginas?
Sandrone Dazieri: No creo dar ninguna lección a mis lectores, sólo pretendo ofrecer una versión del mundo y con suerte empujarlos a que se formulen algunas preguntas. No hago proclamas ni declaraciones políticas, me ciño a retratar el mundo tal y como lo veo.
LENGUA: La moral humana vuelve a estar en el centro de sus intereses. La legitimidad o no de la violencia por un bien mayor o la posibilidad o no de redención por los pecados del pasado, son, por ejemplo, temas que aborda en No huyas. ¿Diría que la ambivalencia del individuo, nuestras dosis simultáneas de bondad y maldad, es el tema troncal de la novela?
Sandrone Dazieri: Además de reflejar la condición de víctima del malvado quería mostrar cómo el mal a veces procede de pequeños gestos, como el olvido o el egoísmo, y cómo a veces se transmite dentro del círculo íntimo. Sí que todos mis personajes muestran dosis de bondad y maldad, pero me era más relevante incidir en el hecho de que el Mal es una epidemia que necesita de la empatía para adelantarnos a su propagación. Con todo, la verdadera heroína de la novela me parece que es la joven Amala, la encarnación de la inocencia y que no cae en el lado oscuro pese a su condición de víctima.
LENGUA: En un momento de No huyas se produce este comentario irónico o metaliterario: «¿Has leído en alguna novela negra que, si te haces amigo de tu secuestrador, este se conmueve y te deja ir? Eso no va a suceder». ¿Por lo general, los clichés de la novela negra y el thriller le irritan o le divierten?
Sandrone Dazieri: Son las herramientas a utilizar… los lectores conocen los clichés mejor que tú. Obviamente, lo más estimulante es conseguir darles la vuelta en algún momento, revelar, pongamos, que el presunto héroe de la historia es en realidad el villano. Sin embargo, más que los clichés de género me atraen sus mecanismos, lo que cada uno de ellos tiene a su alcance para construir un relato.

Sandrone Dazieri. Crédito: Getty Images.
LENGUA: Hace años declaró célebremente la muerte de la novela negra y el renacimiento del thriller. ¿Sigue desengañado con la primera o se ha reconciliado con sus posibilidades?
Sandrone Dazieri: Con aquella declaración estaba hablando de mi país, que es la realidad que más conozco. Hace veinte años empecé a escribir afiliándome a la idea de moda según la cual el escritor de giallo [en italiano, giallo es un término amplio que puede traducirse como novela policíaca] era un sujeto que pretendía cambiar el mundo con su trabajo, contar la realidad criminal y los engranajes ocultos de Italia, hacer denuncia política… Con el tiempo aquello se demostró un cliché más, un acto inútil, tan solo sirvió como eslogan lanzado por los departamentos publicitarios de las editoriales. Acabé percatándome de que uno debía escarbar en la naturaleza del Mal, buscar en los factores humanos, históricos y geográficos del mismo. Esto no acontecía en el giallo y por eso abracé el thriller, el cual es necesariamente global, no está encorsetado a la mirada única del inspector o del detective. Estas figuras que no me seducen, de aquí que haya privilegiado a los bichos raros, los outsiders.
LENGUA: Ha señalado que el poder está en manos de las grandes corporaciones, no de los políticos, y lo único que puede cambiarlo todo es la ecología. ¿Podría desarrollar un poco esta idea?
Sandrone Dazieri: Para poder salvar el mundo hoy en día no hay que hacer política, hay que ser milmillonario. El capital es lo que mueve el planeta. Actualmente, el poder económico aplasta por completo al poder político. Los hiper ricos -ese famoso 1%- han construido un mundo a su medida, siguiendo sus propios intereses, lo que ha pasado por destruir el compartido. A la hora de tirar adelante sus negocios no les ha importado desencadenar guerras o acelerar el cambio climático. Simultáneamente, están pensado en cómo huir del desastre que ellos mismos han causado, desarrollando ciudades artificiales en los Emiratos árabes o colonias en otros planetas. Ellos fabrican sus cohetes o piensan en la vida eterna y el resto bailamos a su son. Pero si eres milmillonario otra opción es tomar el camino contrario y buscar arreglar los males del mundo.
«Nuestra responsabilidad como escritores [de novela negra] radica en descifrar el presente. No se lo podemos dejar a los autores literarios, al menos en Italia, porque no les interesa en absoluto. Se limitan a hablar del mundo de la pareja -los hijos, la infidelidad, el divorcio…-, un universo burgués que se me antoja soporífero».
LENGUA: Pensar en los milmillonarios es hacerlo en sus juguetitos tecnológicos. ¿Cómo valora una activista como usted nuestra sumisión a los mismos?
Sandrone Dazieri: El furor tecnológico ha ido acabando con el espacio individual ya que estamos todo el rato conectados. Antes se podía pensar que un individuo te colocaba un chip en el cerebro para controlarte, mientras que hoy aceptas gustosamente ejercer el servilismo al poderoso. Creo que nos encaminamos a una guerra entre los que no tienen nada que perder y han tomado conciencia de que vivimos en un mundo que se está muriendo y los causantes del estropicio. Hasta el momento ha habido tensiones dentro de marcos relativamente pacíficos, pero las manifestaciones van a ir a más y de aquí a la colocación de bombas en fábricas contaminantes hay un paso.
LENGUA: Ha trabajado en otros lenguajes artísticos como el guion televisivo o el cómic. ¿Qué le aportan que la novela no pueda?
Sandrone Dazieri: Es un trabajo en equipo y aprecio mucho tomar decisiones dentro del colectivo porque el ejercicio del poderme me da náuseas. Más importante aún, me permite llegar a fin de mes.
LENGUA: El thriller italiano parece atravesar un buen momento. Por lo menos a España llega un goteo de títulos que lleva a pensar en una cierta efervescencia.
Sandrone Dazieri: Soy de la opinión que hay pocos autores italianos firmando thrillers propiamente dichos. El 90% de los títulos corresponden a la novela negra clásica. Es un género muy exigente, que te pide estar bien familiarizado con los ambientes y los temas que abordas, profundizar en la psicología de un gran número de personas y unir un sinfín de puntos. Por esto escribir un thriller me lleva dos años y por esto no soy una persona rica.
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