Nada es tan terrible

Rafael Santandreu

Fragmento

cap-1

 

Manual de uso

¡Mala noticia!: nadie cambia por el hecho de leer un libro, ¡ni de ir al psicólogo!

¡Buena noticia!: pero se puede lograr, de manera sorprendentemente radical, con un poco de esfuerzo diario.

Efectivamente, la transformación de uno mismo requiere práctica y esfuerzo. Pero se trata del aprendizaje más importante de la vida de uno: el pasaporte a una vida mucho mejor, mucho más feliz y plena.

Este libro es una potente herramienta de transformación personal, un completo manual de autoterapia. Está basado en la psicología cognitiva, la conductual y el mindfulness de tercera generación, las formas de terapia más científicas, más contrastadas con estudios.

En mis consultas de Barcelona y Madrid, llevamos años viendo a miles de pacientes y tenemos una ratio de éxito de más del 80 %. Esto es, el 80 % de las personas que acuden a vernos alcanzan sus objetivos terapéuticos. Y, autoevaluándose al final de la terapia, refieren una mejora en su mundo emocional de, al menos, un 8 sobre 10. Es decir, se sienten muy felices y satisfechas con su vida (donde «0» es como llegaron a la consulta y «10», el mejor estado posible).

Con la guía adecuada —como este libro— todos podemos alcanzar —y superar— esos resultados.

Al final de cada parte se ofrecen ejercicios prácticos. Cualquiera de ellos sirve como práctica diaria. Podemos realizarlos sin un orden fijo, según la preocupación del momento.

Esos ejercicios hacen referencia a las «neuras» típicas de los seres humanos: trabajar sobre esos aspectos nos hará personas más fuertes en los diferentes ámbitos de la vida.

Sugiero que el lector disfrute, a su ritmo, de cada capítulo y realice diariamente alguno de los ejercicios (durante veinte minutos, como mínimo). Sin duda, verá crecer su músculo emocional: como en el gimnasio, ¡ganará fuerza y flexibilidad, potencia y energía!

Como diría un entrenador personal de fitness: «¡A ponernos las pilas!». ¡Aquí arranca nuestra mejor forma emocional!

cap-2

 

 

PRIMERA PARTE

Todo lo que debes saber

cap-3

1

Una mente del futuro, ya

En un reino de Oriente, Darío, un joven recién salido de la escuela, estaba decidido a obtener todo el éxito posible en la vida. Había sido un estudiante excelente y quería emprender el camino a la gloria.

Antes de escoger una dedicación, fue a consultar a un maestro espiritual. Habitaba en un bosque y se decía que tenía poderes sobrenaturales, como ver el futuro.

—Gran maestro —dijo Darío con respeto—, estoy por iniciar mi carrera y querría un consejo sobre adónde dirigirme. Mi propósito es tener toda la abundancia posible.

Al ver la tierna ingenuidad del muchacho, el maestro decidió proporcionarle la auténtica clave de las riquezas del mundo.

Le dijo:

—En el corazón de cada hombre habitan dos diosas, de las cuales todo hombre está enamorado. Una es Sara, dueña del conocimiento. Y la otra, Raquel, la guardiana de la riqueza. ¡No lo dudes, busca con todo tu corazón a Sara, la reina del conocimiento, y cásate con ella!

—¡Pero si ésa es la diosa de la sabiduría! ¿Por qué no buscar a la otra? —preguntó Darío, confundido.

—Porque, hijo mío, en cuanto te cases con el conocimiento, la diosa de la abundancia se pondrá celosa y acudirá a ti por sí sola.

Este cuento inmemorial nos quiere enseñar que el autoconocimiento, el desarrollo personal, es la clave para una vida feliz y próspera. Ser fuertes a nivel emocional debería ser la prioridad. Todo lo demás vendrá por añadidura.

Estoy convencido de que dentro de unos años —quizá veinte, treinta o cincuenta— dispondremos de unos maravillosos cascos de mejoramiento personal, con electrodos que enviarán señales eléctricas a nuestro cerebro para estimular cualquier función mental, con un menú en el que se podrá elegir: «estar plenamente atento», «tener un sueño reparador», «estar de un humor festivo», «disponer de supermemoria», «estar sexualmente excitado», etc. Le daremos al mando y ¡bum!: nos encontraremos justo como deseamos.

De hecho, eso ya existe —como prototipo— y se llama «electroestimulación intracraneal». Se trata de una disciplina en desarrollo a la que sólo le falta tener un mapeo muy detallado de cada función cerebral y un manejo más fino de la estimulación. No estamos nada lejos de conseguirlo.

A partir de ese día, la historia de la humanidad dará un vuelco. Prácticamente todas las personas ofrecerán su mejor versión. ¿Cómo será un mundo en el que todos seamos completamente generosos, felices, sosegados, comprensivos y creativos? Seguramente, ya no habrá más guerras ni desigualdades, cuidaremos del planeta y seremos muy espirituales.

Pero, a falta de que llegue ese día, la psicología dispone de otra vía para acercarnos a ese ideal. Se trata de estimular el cerebro con nuestro propio pensamiento, de manera que prácticamente encendamos las neuronas del placer.

Ahora mismo me encuentro en mi despacho de Barcelona, escribiendo estas líneas, mientras el sol de invierno entra por la ventana y lo baña todo. En mi estéreo suena una canción llamada «Stranger» de Paul Simon. Y me hallo en la situación mental perfecta para este trabajo: casi noto la serotonina fluir por las circunvalaciones de mi materia gris. Y quiero estar siempre así: feliz y en forma. Y sé que tengo la clave en mi diálogo mental.

¿En qué tipo de personas nos vamos a convertir si aprendemos a manejar nuestro mando a distancia emocional, si aprendemos a fondo la psicología cognitiva?

Seremos personas:

• Muy alegres.

• Capaces de activar la droga interior del éxtasis.

• Felices, independientemente de la situación.

• Rebosantes de serotonina.

• Con una gran sensación de abundancia.

La gimnasia cognitiva que estás a punto de descubrir (¡y practicar!) te dotará de todos estos atributos. Vamos a describirlos para que tengamos en mente nuestro objetivo.

1. ESTAR SIEMPRE ALEGRES COMO MONJAS DE CLAUSURA

Hace un tiempo visité un monasterio de clausura cercano a Burgos. Hacía calor, pero soplaba una agradable brisa que mecía los campos de trigo. Y allí, en las afueras del pueblo, se levantaba un edificio de tres siglos de vida. Tenía unos preciosos muros de mampostería tapizados de enredadera.

Dentro del edificio había un claustro con algunos árboles frutales, circundado por sus típicas columnas delgadas, entre las cuales se sentaban algunas hermanas bordando al aire libre.

Estuve charlando con ellas durante un par de horas mientras no dejaban de darle hábilmente a la ag

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