Escuelas creativas

Sir Ken Robinson

Fragmento

cap-1

Agradecimientos

 

He trabajado siempre en el mundo de la educación. A lo largo de mi trayectoria, muchos grandes profesores, estudiosos y profesionales de todo tipo me han servido de inspiración. Son, como suele decirse, demasiados para agradecerlo uno por uno. La magnitud de mi deuda debería hacerse patente a medida que avance en la lectura, y en especial con todos los que trabajan en escuelas y en otros lugares cuya labor mencionamos y describimos aquí. No obstante, sí necesito expresar mi agradecimiento a determinadas personas que participaron directamente en la creación de este libro.

En primer lugar, quiero dar las gracias a Lou Aronica, coautor y colaborador. Él realizó y redactó muchas de las entrevistas y estudios de casos prácticos que describimos aquí y, de principio a fin, ha sido un experto y sabio compañero. Le estoy inmensamente agradecido. Gracias, Lou.

John Robinson llevó a cabo gran parte de la búsqueda preliminar y verificación de datos. Ha contribuido en muchos otros aspectos al proceso general de la investigación y a hacer que este proyecto sea divertido, además de importante para mí.

Nuestro agente literario, Peter Miller, fue tan profesional como siempre en asegurar la mejor vía de publicación. Kathryn Court y Tara Singh Carlson, de Penguin, han sido unas colaboradoras expertas en traer este libro al mundo en su forma actual.

Jodi Rose ha sido, como ya es habitual en ella, una maestra en priorizar como es debido las fechas de un calendario complejo y en ayudarme siempre a ver qué cosas que me parecían muy importantes, en realidad, no lo eran tanto.

Mi hija, Kate Robinson, me brindó un apoyo constante y constructivo al compartir, como hace, mi pasión por estos temas. Mi hijo, James, me insistió, como siempre, en que fuera más claro y preciso en decir lo que pienso y en pensar lo que digo.

Por encima de todo, estoy agradecido, en más aspectos de los que soy capaz de expresar, a Terry, mi compañera de trabajo y de vida, quien me apoya con su convicción de que lo que hacemos es importante. Su infalible sentido de qué camino es el correcto y qué valores deben defenderse me supone un reto diario. Guía y mentora constante, cuesta imaginar qué haría sin ella.

La civilización es una carrera entre la educación y la catástrofe.

H. G. WELLS

cap-2

Introducción

Un minuto antes de medianoche

¿Le preocupa la educación? A mí, sí. Una de mis mayores preocupaciones es que, pese a las reformas que se están llevando a cabo en sistemas educativos de todo el mundo, muchas de ellas están impulsadas por intereses políticos y comerciales que tienen una idea equivocada de cómo aprende la gente y de cuál es el verdadero funcionamiento de las grandes escuelas. Como consecuencia, están perjudicando las perspectivas de futuro de innumerables jóvenes. Tarde o temprano, para bien o para mal, usted o algún conocido también se verá afectado. Es importante saber en qué consisten dichas reformas. Si está de acuerdo conmigo en que no avanzan en la dirección correcta, espero que se convierta en parte del movimiento en favor de un planteamiento más integral que cultive los variados talentos de nuestros hijos.

En este libro quiero exponer cómo la cultura de la normalización está perjudicando a los alumnos y a las escuelas, y presentar una forma distinta de entender la educación. También quiero mostrar que, sea quien sea y esté donde esté, usted tiene poder para cambiar el sistema. Los cambios ya han empezado. En todo el mundo hay muchas escuelas magníficas, profesores maravillosos y líderes inspiradores que están trabajando de forma creativa para brindar a los alumnos la clase de educación personalizada, compasiva y orientada a la comunidad que necesitan. Hay distritos escolares enteros, e incluso sistemas nacionales, que están avanzando en esa dirección. Dentro de estos sistemas, personas de todas las clases sociales están exigiendo los cambios por los que yo abogo aquí.

En 2006 di una charla en el congreso organizado por la TED en California titulada «¿Las escuelas destruyen la creatividad?». La idea fundamental de aquella charla era que todos nacemos con grandes talentos naturales, pero que, después de pasar por la escuela, muchos hemos perdido esas cualidades. Como dije en esa ocasión, muchas personas brillantes no creen en sus capacidades porque aquello en lo que destacaban en la escuela no se valoraba o incluso se estigmatizaba. Las consecuencias son catastróficas para los individuos y para la salud de nuestras comunidades.

Mi charla ha sido la más vista desde que se creó la TED, con más de treinta millones de visualizaciones en línea, y se estima que la han visto trescientos millones de personas de todo el mundo. Evidentemente no he recibido tantas visitas como la cantante Miley Cyrus, pero yo no me contoneo como ella.

Desde que mi charla se publicó en internet, alumnos de diferentes nacionalidades se la han enseñado a sus profesores o a sus padres, y estos a sus hijos, y lo mismo han hecho muchos docentes con los directores de sus escuelas. También se mostraron interesados directores de distritos escolares que recomendaron su visionado a su comunidad. Es evidente, pues, que no soy el único que defiende esa opinión. Y cabe añadir que estas preocupaciones no son recientes.

En 2014 di una charla en un colegio universitario del Medio Oeste de Estados Unidos. Durante la comida, uno de los profesores me preguntó: «Ya llevas mucho tiempo con esto, ¿verdad?». Yo le respondí: «¿Con qué?». A lo que él contestó: «Intentando cambiar la educación. ¿Cuánto tiempo llevas ya? ¿Ocho años?». Yo le dije: «¿A qué te refieres con ocho años?». Y su respuesta fue: «Ya sabes, desde la charla para la TED». Yo repuse: «Sí, pero estaba vivo antes de eso....». Llevo más de cuarenta años trabajando en el ámbito de la educación como profesor, investigador, formador, examinador y asesor. También he colaborado con todo tipo de personas, instituciones y sistemas educativos, así como con empresas, gobiernos y organizaciones culturales. He dirigido iniciativas prácticas con escuelas, distritos y gobiernos; he impartido clases en universidades y he ayudado a fundar nuevas instituciones. En todas estas actividades, siempre he presionado para que la educación tenga un planteamiento más equilibrado, individualizado y creativo.

En estos últimos diez años he oído a muchas personas quejarse de los efectos letárgicos que los exámenes y la educación normalizada han tenido en ellas, en sus hijos o en sus amigos. A menudo, se sienten impotentes y afirman que no pueden hacer nada para cambiar la educación. Algunas me dicen que les gusta escuchar mis charlas en línea, pero que se sienten frustradas porque no especifico cómo pueden transformar el sistema educativo. Tengo tres respuestas. La primera es: «Era una charla de dieciocho minutos; deme un respiro»; la segunda: «Si de verdad le interesa lo que pienso, he publicado otros libros, informes y estrategias sobre el tema, que pueden serle de utilidad.1 La tercera respuesta es este li

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