De viva voz

Federico García Lorca

Fragmento

Nota sobre la edición y un comentario

Nota sobre la edición y un comentario

Lorca era un seductor irresistible. Cuando llegaba Federico «no hacía frío de invierno ni calor de verano: hacía... Federico», resumió célebremente Jorge Guillén. Su carisma se imponía por igual en las reuniones íntimas de la Residencia de Estudiantes y en los teatros abarrotados de Buenos Aires, en los ateneos de Barcelona y en las aldeas castellanas. Entre 1922 y 1935 las crónicas de prensa constataron decenas de veces que sus conferencias y alocuciones terminaban siempre entre los aplausos entusiastas de la concurrencia. En guerra constante contra lo que él llamaba «el moscardón del aburrimiento», el orador lograba una y otra vez que el público pasara de la expectación al arrobo, del silencioso interés a la carcajada rendida sin remedio.

Aunque se ayudaba siempre de los textos, sin improvisar, no solía leer dos veces la misma conferencia, sino que podía tachar y añadir frases casi sobre la marcha, consciente de los diferentes auditorios a los que se enfrentaba y de la necesidad de dar con el tono adecuado para conquistar el favor de cada uno.

Si leemos sus conferencias, alocuciones y homenajes no solo nos envuelve la sensación de estar ante una personalidad arrolladora, confiada en una portentosa capacidad para hacernos llegar sus argumentos en forma metafórica. También nos convencen, con Christopher Maurer, la reivindicación de los valores culturales del arte español, la ponderación de la doble tradición, culta y popular, que nutre su obra, las explicaciones sobre el misterio del proceso creador, la defensa de determinados artistas (Soto de Rojas, María Blanchard, José López Rubio) poco conocidos por el público.[1] En el fondo, Lorca está hablando siempre de lo mismo: de su visión personal de la poesía, del arte, de la cultura en tanto que lo mejor de que es capaz el ser humano. Vistos en su conjunto, diríamos que los textos de estas charlas componen una formidable poética implícita. Pues hable de lo que hable (el cante jondo, los toros, la pintura de vanguardia, las nanas, las canciones populares), Lorca está tomando posiciones en el bosque de las ideas literarias. Y lo hace de manera ensayística y no académica, es decir, literaria. Sus conferencias son, «a su manera, poemas».[2]

Alguna vez pensó el poeta en juntar estos textos en un libro, igual que lo había pensado de sus dibujos. Nunca sucedió. La variedad de versiones de que disponemos de muchos de ellos, entre borradores, copias y reseñas en prensa, harían casi imposible una edición definitiva, salvo que se tratase, como dice Maurer, de una editio variorum, diacrónica, que fuese capaz de recoger todas las modificaciones, todos los matices, y que estuviera siempre abierta a sumar nuevos datos.[3]

Desde 1997 no se reunían en un solo volumen las conferencias, alocuciones y homenajes de Federico García Lorca.

Lo hizo entonces, y con resultados excelentes, Miguel García-Posada. Pero aquellos textos se publicaron junto con las entrevistas, el epistolario y otras prosas en un tomo que a su vez formaba parte de un conjunto de Obras completas, de modo que podríamos decir que De viva voz supone la primera aparición individualizada, exenta, de las prosas que Lorca concibió para ser leídas en público.

No es la nuestra una edición crítica, sino una edición concebida con voluntad de llegar a todos los lectores. Los textos que proponemos provienen en gran parte de la edición de García-Posada (Galaxia Gutenberg, 1997), quien a su vez se basó en la fundamental de Maurer (Alianza, 1984), entre otras. Tomando esas versiones como punto de partida, hemos corregido erratas y modernizado la ortotipografía, así como realizado modificaciones menores, en la mayoría de los casos a partir del cotejo con las reseñas aparecidas en la prensa de la época. El resultado es el conjunto compacto que forman tanto las versiones canónicas de las conferencias como las deliciosas alocuciones y los breves y generosos textos de homenaje (aquí hemos incluido tanto los que fueron leídos en público como los que solo tenemos constancia de que se publicaron, para ofrecer una visión completa de este conjunto), además de unos apenas conocidos apuntes o fragmentos de charlas que Lorca concibió y nunca desarrolló. Los textos van acompañados de notas al pie con breves referencias a las fechas donde se leyeron o publicaron, apoyadas también en gran medida en la edición de García-Posada. Cierra el volumen un apéndice documental con materiales de la Fundación Federico García Lorca, la University of Miami y la Real Academia Galega.

Los textos están ordenados por orden cronológico en subgrupos genéricos (conferencias, alocuciones, homenajes, apuntes). Hemos decidido ofrecer, por su interés, las dos variantes de la conferencia lorquiana sobre el cante jondo, la de 1922, «Importancia histórica del canto primitivo andaluz llamado cante jondo», muy orientada a la defensa de la realización del primer Concurso de cante jondo en la Alhambra de Granada, y la de 1930, «Arquitectura del cante jondo», permeada por la irrupción del duende en la poética lorquiana y el reconocimiento de las individualidades en el cante; contienen notables diferencias de escritura y de enfoque. De la conferencia sobre Góngora hemos optado por publicar, siguiendo a Andrés Soria Olmedo, no la versión de 1926, sino la de 1930,[4] que contiene un entusiasmo mucho más matizado por el poeta cordobés. Incluimos, por último, un apartado de apuntes y fragmentos de conferencias que Lorca concibió y no pudo desarrollar, sobre las hadas, sobre «el viento, la brisa y el huracán» en la poesía del XVI y sobre «la Virgen del gótico» en Alfonso X el Sabio y Gonzalo de Berceo.

Creemos que las conferencias, alocuciones y homenajes de Federico García Lorca forman un grupo de textos de enorme atractivo, pese a no ser tan conocido como su poesía o su teatro, y que merece nueva atención. Si el poeta logró fascinar a todos aquellos ante los que se expresó de viva voz, los textos que le sirvieron de guía seguirán ejerciendo la misma fascinación a través de esa otra forma de conversación que es la lectura.

Introducción: el paraíso abierto

Introducción: el paraíso abierto

Quiero poner toda mi buena voluntad para ver si logro entreteneros un rato con este juego encantador de la emoción poética.

FEDERICO GARCÍA LORCA

«La imagen poética de don Luis de Góngora»

Escribir para ser leído en público. Hacer del acto literario algo que va mucho más all

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