La balada de la cárcel de Reading (Flash Poesía)

Oscar Wilde

Fragmento

cap-2

A LORD ALFRED DOUGLAS

Cárcel de Su Majestad, Holloway,

lunes por la noche [29 de abril de 1895]

Mi queridísimo muchacho:

Quiero asegurarte mi amor inmortal y eterno por ti. Mañana todo se habrá acabado. Si la cárcel y el deshonor son mi destino, piensa que mi amor por ti y la idea, la creencia aún más divina, de que tú me amas a tu vez me sostendrán en mi desdicha y me volverán capaz, espero, de soportar mi dolor con más paciencia. Como la meta y el aliento de mi vida presente es la esperanza, más que la certeza, de volver a encontrarte en algún mundo, ¡ah!, por eso debo continuar viviendo en este mundo.

Mi querido _____ ha venido a visitarme hoy. Le he dado varios mensajes para ti. Me ha contado una cosa que me ha apaciguado: que mi madre jamás necesitará nada. Siempre le he procurado la subsistencia, y pensar que pudiera sufrir privaciones me desasosegaba. En cuanto a ti (gracioso muchacho con un corazón como el de Cristo), en cuanto a ti, te suplico que, una vez que hayas hecho todo lo que puedas, te marches a Italia y recobres la calma, y escribas esos maravillosos poemas que haces con una gracia tan extraña. No te expongas a Inglaterra por ninguna razón en absoluto. Si un día, en Corfú o en alguna isla encantada, hubiera una casita en la que pudiéramos vivir juntos, ¡oh!, la vida sería más dulce de lo que ha sido jamás. Tu amor tiene vastas alas y es fuerte, tu amor me llega a través de los barrotes de la cárcel y me consuela, tu amor es la luz de todas mis horas. Aquellos que no saben qué es el amor escribirán, lo sé, si la suerte está en contra nuestra, que he ejercido una mala influencia en tu vida. Si lo hacen, tienes que escribir, tienes que decir a tu vez que no es verdad. Nuestro amor siempre ha sido hermoso y noble, y si he sido el blanco de una terrible tragedia es porque la naturaleza de ese amor no se ha entendido. En tu carta de esta mañana decías algo que me da valor. Debo recordarlo. Escribías que mi deber contigo y conmigo mismo es vivir a pesar de todo. Creo que es verdad. Voy a intentarlo y hacerlo. Quiero que mantengas al corriente de tus movimientos al señor Humphreys, de modo que cuando venga pueda decirme qué haces. Creo que a los abogados se les permite ver a los presos bastante a menudo. Así podré comunicarme contigo.

¡Estoy tan contento de que te hayas marchado! Sé lo que debe de haberte costado. Hubiera sido una agonía para mí pensar que estabas en Inglaterra cuando tu nombre se mencionó en el juicio. Espero que tengas ejemplares de todos mis libros. Todos los míos se han vendido. ¡Ojalá viva para tocar tu cabello y tus manos! Creo que tu amor cuidará de mi vida. Si yo muriera, quiero que vivas una plácida y sosegada existencia en algún lugar, con flores, cuadros, libros, y mucho trabajo. Intenta hacerme saber qué es de ti pronto. Te escribo esta carta en medio de un gran sufrimiento; el largo día de hoy en el juzgado me ha agotado. Queridísimo muchacho, el más dulce de todos los jóvenes, el más amado y el más amable. ¡Oh!, ¡espérame!, ¡espérame! Sigo siendo, como siempre desde el día que nos conocimos, tu fervoroso y con un amor inmortal

OSCAR

cap-3

A LORD ALFRED DOUGLAS

[? Courtfield Gardens, 2]

[Mayo de 1895]

En cuanto a ti, me has dado la belleza de la vida en el pasado, y en el futuro si hay algún futuro. Por eso te estaré eternamente agradecido por haberme inspirado con adoración y amor. Aquellos días de placer fueron nuestros albores. Ahora, sumido en la angustia y el dolor, en la pena y la humillación, siento que mi amor por ti y tu amor por mí son los dos signos de mi vida, los sentimientos divinos que vuelven soportable cualquier amargura. Jamás nadie en mi vida ha sido tan querido como tú, jamás ningún amor ha sido tan grande, tan sagrado ni tan hermoso…

Querido muchacho, entre los placeres o en la cárcel, tú y pensar en ti lo eran todo para mí. ¡Oh!, tenme siempre en el corazón; tú jamás estás ausente del mío. Pienso en ti mucho más que en mí mismo, y si a veces me tortura pensar en horribles e infames sufrimientos, pensar en ti me basta para fortalecerme y curar mis heridas. Dejemos que el destino, Némesis o los dioses injustos reciban toda la culpa por todo lo que ha pasado.

Todo gran amor tiene su tragedia, y ahora el nuestro también, pero haberte conocido y amado con un fervor tan profundo, haberte tenido durante una parte de mi vida, la única parte que ahora considero hermosa, me basta. Mi pasión se ha quedado sin palabras, pero tú puedes entenderme, solo tú. Nuestras almas estaban hechas la una para la otra, y al conocer la tuya a través del amor, la mía ha trascendido muchos males, ha entendido la perfección y se ha adentrado en la esencia divina de las cosas.

El dolor, si llega, no puede durar para siempre; a buen seguro, algún día tú y yo volveremos a encontrarnos, y aunque mi rostro sea una máscara desolada y mi cuerpo esté agotado por la soledad, tú y solo tú reconocerás el alma que es más hermosa por haber conocido la tuya, el alma del artista que encontró su ideal en ti, del amante de la belleza a quien pareciste un ser inmaculado y perfecto. Ahora pienso en ti como en un muchacho de cabello dorado con el corazón del mismo Cristo. Ahora sé que el amor es más grande que cualquier otra cosa. Me has enseñado el secreto divino del mundo.

[N. B.: Esta carta está incompleta.]

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