Un idioma sin manchas

Ramón Alemán

Fragmento

Introducción

Introducción

Este es el cuarto libro que publico con la intención de ayudar a comprender un poco mejor algunos secretos de la ortografía y la gramática de la lengua española. Lo hago con el rigor que merece la materia, pero también en un lenguaje que intento que sea cercano y, a ser posible, poco cargado de tecnicismos. Cuando no me queda más remedio que usarlos, los explico a renglón seguido. Con Un idioma sin manchas pretendo contagiar a los lectores mi pasión por nuestro idioma, una lengua que puede presumir de tener un sistema ortográfico excelente —aunque también padece algunos defectos, como la estrafalaria letra x— y una gramática misteriosa, compleja y caprichosa que da lugar a fenómenos tan curiosos como decir el agua, en lugar de la agua, que parecería lo más normal.

Los otros libros que he publicado hasta ahora son Lavadora de textos, La duda, el sentido común y otras herramientas para escribir bien y Cincuenta sonetos lingüísticos.[1] Como he dicho, mi propósito fue entonces el mismo que me ha llevado a escribir esta obrita, pero aquellos tienen una notable diferencia con Un idioma sin manchas: en los tres casos se trató de recopilaciones de artículos que habían sido publicados previamente en mi blog, Lavadora de textos (aunque en el libro de sonetos redacté una serie de textos en prosa, específicamente pensados para acompañar a los poemas en esa publicación). Por el contrario, todo lo que ustedes leerán en este libro es inédito, excepto cinco artículos que sí aparecieron ya en el blog, pero que nunca pasaron a alguno de los libros anteriores. Se trata de los capítulos «Yo le ofrecí un curso al rey de España», «Cuarenta razones para dejar de ponerle tilde a solo», «Yo no hubiera sido tan categórico», «Los lobos y las lobas» y «Los trece mandamientos del corrector de textos», que aquí se muestran con ligeras modificaciones.

Además de esa diferencia, esta obra no se presenta como una compilación de artículos —o de sonetos— sin relación entre ellos, como ocurría con las anteriores, sino que he tratado de darle al conjunto cierta unidad, de tal modo que algunos capítulos remiten a otros; en unos voy dando pistas de lo que vendrá después; otros están ordenados consecutivamente, como diferentes partes de un mismo relato... También he de decir que algunos de los asuntos tratados en Un idioma sin manchas ya los abordé en los libros anteriores (otros muchos no), pero aquí lo hago con enfoques diferentes y añadiendo información que no aparecía en los textos publicados años atrás. Por otra parte, creo necesario explicar que los tres libros de los que les he hablado fueron proyectos editoriales bastante modestos, de tal manera que no llegaron a tantos ojos como a mí me habría gustado; afortunadamente, en esta ocasión cuento con el apoyo de una editorial tan importante como Penguin Random House, que —estoy seguro— hará realidad el sueño que no conseguí en mis anteriores aventuras: conformar un auténtico ejército de lavadores de textos enamorados de la lengua española. De ahí que repita algunas de las cuestiones de las que ya hablé en su día.

Por cierto, he de darle las gracias a Penguin Random House por permitirme seguir en este libro algunos criterios tipográficos (por ejemplo, emplear letra cursiva en usos metalingüísticos) que no coinciden con los de la editorial. En esto, como en todo, cada maestrillo tiene su librillo, y si la casa editora ha accedido a que me tome estas libertades no ha sido por falta de rigor, sino por todo lo contrario: dado que en el propio libro explico cuestiones relacionadas con algunos usos tipográficos, sería absurdo que yo, a la hora de escribir, no siguiera el mismo criterio que pregono en estas páginas.

Para encontrar respuestas a las múltiples preguntas que se plantean en este libro recurro, como he hecho siempre, a un ejercicio que les recomiendo a todos —y no solo para escribir bien, sino para cualquier actividad intelectual—: la duda. Y acudo también, como llevo años haciendo, a la sabiduría de quienes yo denomino guardianes de la lengua; unos guardianes que no castigan, sino que cuidan. Me refiero a autoridades lingüísticas como José Martínez de Sousa, Manuel Seco, María Moliner, Humberto Hernández, Lola Pons, Álex Grijelmo, la Real Academia Española, la Fundación del Español Urgente, Leonardo Gómez Torrego, Paulina Chavira, Álex Herrero, Andrés Bello, Rufino José Cuervo, Ángel Rosenblat, Alberto Gómez Font... Que recurra a ellos no quiere decir que siempre esté de acuerdo con sus puntos de vista; cuando no lo estoy, expongo los míos, con prudencia pero también con sentido común y dejando abierta la ventana más refrescante: la de la tolerancia.

A estos guardianes les dedico una de las ocho partes en las que está dividido el libro; otra parte está dedicada a la corrección de textos, que es el oficio con el que me gano el pan de cada día. Esa actividad, a la que llegué hace más de treinta años por pura casualidad, es la que me ha hecho entregarme apasionadamente al estudio de nuestra lengua y a publicar este libro, con el que espero que se lo pasen tan bien como me lo pasé yo mientras lo escribía.

RAMÓN ALEMÁN

La Laguna, 3 de febrero de 2022

Notas preliminares

Notas preliminares

Este libro es, por encima de todo, divulgativo y de entretenimiento. Con ello quiero decir que no se trata de un trabajo de investigación de esos en los que se emplea un lenguaje en ocasiones soporífero. Todo lo contrario. No obstante, una parte importante de la información que les daré sí es muy rigurosa y constituye el fruto de una búsqueda constante de respuestas en aquellas fuentes a las que he considerado oportuno recurrir. Por eso, durante la lectura que están a punto de comenzar verán que a veces, especialmente después de un entrecomillado, aparecen unos textitos entre paréntesis; por ejemplo, así: (Lázaro Carreter, 1997: 310). Lo que estoy haciendo es emplear un sistema de cita bibliográfica denominado de autor-año, con el que pretendo que ustedes conozcan, si así lo desean, de dónde he sacado determinadas afirmaciones. Lo que dice en ese texto entre paréntesis es que la información que lo precede está extraída de la página 310 de la obra El dardo en la palabra, del lingüista Fernando Lázaro Carreter. ¿Cómo pueden saber ustedes esto? Porque al final del libro que tienen en sus manos hay una bibliografía en la que, entre otras referencias, encontrarán la siguiente:

LÁZARO CARRETER, Fernando:

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