El amor es la mejor medicina

Dra. Carmen S. Alegría

Fragmento

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PRÓLOGO

Conocí a Carmen a través de Belinda Washington, que me dijo: «¡Tienes que conocer a la doctora Alegría!».

Cuando hablé con ella, nos entendimos como si nos conociéramos de toda la vida, estábamos en la misma frecuencia, la misma sintonía y el mismo enfoque de la medicina, la vida y la muerte.

Fue un honor para mí que me pidiese escribir el prólogo de su obra.

Su libro es fresco, con ritmo, ágil, ameno de leer. En él mezcla la ciencia con la conciencia, valores humanos tan olvidados como la alegría, la gratitud, la serenidad, la empatía, el perdón, elementos esenciales tanto en la salud como en la manera de vivir cada día.

Hemos olvidado que todas esas cualidades sanan, como ella va desgranando en su libro, e inclusive añade casos reales en los que el perdón auténtico, no desde la mente, sino sentido, de corazón, ha contribuido a ello. Apoyándonos en todo ello, se pueden curar, por ejemplo, lesiones en la piel, en este caso, una psoriasis, difícil y rebelde a cualquier tratamiento médico.

La doctora Alegría engrana esos valores y sus efectos sobre la salud a través del despliegue de ciencia en su contenido. Siempre se ha dicho que el amor sana, que es la mejor medicina, pero realmente, y por si no lo creemos, ella nos da la explicación científica.

La vocación por la medicina todavía existe, lo vemos en casos como los de Carmen. Siempre quiso ser médico, jugaba a ello de pequeña, era su única vocación; la decisión de su futuro ya estaba echada y nunca dudó ni se planteó realizar un camino distinto.

Incluso de estudiante, no estaba de acuerdo con la medicina que se enseñaba en la práctica, como que al paciente se le tratase como a un número de habitación y fuese la muestra inanimada para que profesores y alumnos aprendiesen, sin enseñar a los futuros médicos el respeto, la empatía y la compasión al doliente.

Aún se estudia la enfermedad, no al paciente. A pesar de ese aprendizaje, o quizá debido a ello, su medicina es integrativa: contempla al ser total, es humanista y compasiva, lo cual hoy día hace mucha falta.

Este es un libro donde se muestra el amor como la base de la vida en contraposición al miedo. El amor te ayuda a vivir, el miedo te bloquea y es una especie de muerte en vida, porque dejas de vivir, de disfrutar, de atreverte…

Es un canto al entusiasmo por los pacientes, por la medicina como ella la vive, entendiendo al paciente como un todo donde sentimientos como el amor pueden curar, igual que otros, como el miedo, pueden hacer enfermar.

Entusiasmo, como dice el escritor y filósofo Eckhart Tolle, significa que disfrutas a fondo de lo que haces, pero que además tienes una visión, un objetivo, con una frecuencia de energía alta, y por eso resuena con el poder creativo del universo. La palabra entusiasmo procede del griego antiguo «en» y «theos», que significa «Dios», y quiere decir «estar poseído por un dios». Ese entusiasmo es lo que hace que Carmen nos traiga una oleada de energía creativa que se manifiesta alrededor de ella con sus pacientes. Es potente porque no se manifiesta bajo el poder de su ego, sino de su alma.

Vemos que al paciente le receta otros remedios tan útiles como los medicamentos, como son el aprender a respirar, a meditar, a bailar…, algo que les sirve tanto para la enfermedad como para la vida.

En la facultad todavía no se enseña a tratar al paciente como un ser humano, la persona pasa de ser alguien en su casa, en su trabajo, con nombre, apellidos, esencia y presencia, a ser un número en un hospital. No se enseña la empatía con el paciente, más bien es un signo de debilidad; no te muestran cómo enfrentarte a una situación difícil, cómo dar una noticia dolorosa, qué hacer con alguien que llora, cómo acompañar a pacientes que están muriendo…, porque la muerte es esa desconocida en la carrera, nadie quiere hablar de ella, aún sigue entendiéndose como el fracaso de la medicina, cuando sabemos que todos tenemos que morir un día y que es un hecho natural, no un tabú.

No se enseña la muerte en las universidades. El primer contacto con ella en un hospital para un médico recién salido de la facultad es un poco traumático, no está preparado y muchas veces se ve obligado a enrocarse para no sufrir. Aunque afortunadamente algunos, como Carmen, buscan saber un poco más de la vida y de la muerte, otros siguen detrás del parapeto. Es una elección consciente o inconsciente.

La bata no hace al médico, pues, como muy bien dice ella, en el fondo son las mismas batas que llevan una empleada de la limpieza o una vendedora de una tienda. Sin embargo, la bata empodera a algunos médicos delante de los pacientes. Afortunadamente, hay otros, como Carmen, que lo que hacen es lo contrario: empoderar al paciente, que en definitiva es el responsable de su vida y de cómo vive las dificultades de la misma, llámese enfermedad o cualquier inconveniente, pero no tiene conocimiento ni herramientas; por ello, cuando los pacientes se encuentran con la doctora Alegría se les abre el corazón y un nuevo camino en la vida.

Ella les prescribe herramientas que nos ayudan a todos, sanos o enfermos, porque a veces, a través del dolor y las crisis para las que no estamos preparados, no nos sirven los instrumentos conocidos y buscamos otros, por nuestra cuenta o a través del médico, como la respiración, la meditación, la visualización creativa, todas ellos a nuestro alcance y gratuitos, en cada momento del día y de las situaciones que se nos presenten durante el mismo.

Cuando empezamos a incorporar la muerte como parte de la vida, empezamos a quitar el poder del miedo, la muerte, la pérdida, lo desconocido, el dolor, que son la fuente de todos los miedos, y empezamos a disfrutar del aquí y ahora, y a agradecer la vida. El mismo hecho de agradecer nos hace conscientes de lo que tenemos, a valorarlo y, por tanto, a disfrutarlo.

Espero, amigo lector, que disfrutes del libro tanto como yo.

DRA. LUJÁN COMAS

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INTRODUCCIÓN

Con el tiempo, uno intuye que el amor está más cerca de la emoción que del deseo, que es en realidad el sentimiento más sublime del ser humano. Una vibración de frecuencia aún más elevada que la alegría. El amor es difícil de describir, pero cuando uno es capaz de conectar con su energía, el mundo se renueva. Y cambia literalmente, porque nuestro organismo es el primero en transformarse gracias a las sustancias que de forma automática inundan nuestro torrente sangu

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