El aire de un crimen

Juan Benet

Fragmento

Nota de los editores

Nota de los editores

«El aire de un crimen fue el resultado de un reto —declaraba Juan Benet en una entrevista publicada en El País el 16 de octubre de 1980—. Una noche volvía yo a casa un poco picado porque un grupo de amigos habían asegurado, ante mí, en una reunión, que yo no era capaz de escribir una novela, digamos, comprensible. No era lo mío ni era capaz, decían. Entonces me metí en una novela de acción, cuya longitud me llevó a mecanografiar treinta páginas que, ciertamente, guardé en un cajón. Al cabo de un par de meses, decidí seguirla. Y después decidí que esa obra era una prueba de fuego ante el público. Por eso decidí presentarla al Planeta.»

El mismo Benet puntualizaba en una entrevista posterior (de Ángel S. Harguindey, El País Semanal, 23 de noviembre de 1980): «La verdad es que el presentarme al premio se lo debo a Eduardo Chamorro. Fue el que me animó en el verano [...] Los de la editorial, sobre todo Borrás, me animaron a que me presentara bajo un seudónimo. No les aseguré nada, pero lo cierto es que escribí el libro en un arrebato creativo. Tuve una nueva reunión con Borrás y Lara, hijo. Volvieron a insistirme en que me presentara al premio, siempre bajo seudónimo, a lo que me negué desde un principio. Si presentaba un texto lo haría con mi nombre. Creo que a un escritor no lo dignifica o lo hunde un premio. Su valor literario está en lo que escribe. Los de la editorial me explicaban que si no ganaba sería perjudicial para mí. Tuve, creo, la única contestación impertinente: ¿me perjudicaría a mí o al jurado? Total, firmé un contrato por dos millones de pesetas y lo presenté al premio».

El aire de un crimen quedó finalista del Planeta en su convocatoria de 1980. El jurado —formado aquel año por José María Valverde, Carlos Pujol, Manuel Lombardero, Ricardo Fernández de la Reguera, Antonio Prieto y el editor José María Lara— concedió el premio a la novela Volaverunt, del escritor uruguayo Antonio Larreta. La deliberación tuvo lugar durante la tarde del 15 de octubre de ese mismo año. Para un escritor minoritario como Benet, la posición de finalista suponía ya un salto cualitativo en lo que respecta a la difusión de su libro: la primera tirada fue de 43.000 ejemplares, una cifra inimaginable para cualquiera de los títulos anteriores —y aun posteriores— del escritor.

Benet hubo de salir al paso de los comentarios y de las maledicencias de toda suerte a que dio lugar, desde el momento mismo en que empezó a circular, la noticia de su presentación al Planeta. Su fama de autor difícil, mimado por la crítica más exigente, se compadecía mal con los rumores de que se había postulado al premio más comercial de la industria editorial española con una novela negra en la que la sangre corría a raudales. De hecho, la recepción crítica de El aire de un crimen dio cuenta, en prácticamente todos los casos, de esta circunstancia, como se deja ver en la reseña de Luis Suñén que se recupera en este volumen a modo de epílogo y que fue publicada en la revista Ínsula (n.º 410, enero de 1981, pp. 5-6). El mismo Benet, además de las abundantes declaraciones en que se explayaba acerca de sus motivos, publicó, coincidiendo con la distribución de la novela, un breve artículo que también se recupera aquí y cuyo título resulta suficientemente expresivo de los prejuicios con que El aire de un crimen fue recibida («La esencia sigue igual», Cambio 16, n.º 470, 1 de diciembre de 1980).

Lo cierto es que la más «accesible» de las novelas de Benet aparecía apenas un año después de la publicación de la que suele ser considerada como la más alta pero también más ardua cumbre de toda su narrativa: Saúl ante Samuel (1980). No cabe duda de que el impulso de escribir, en sólo unas pocas semanas, una novela «comprensible» vino dado, en no escasa medida, como efecto del esfuerzo agotador volcado en aquella novela, en la que trabajó durante siete años. En una entrevista de 1978, Benet se refiere a Saúl ante Samuel como «un libro pesadísimo, quizás el más pesado que me he propuesto nunca». Y añade: «Probablemente no me propondré nunca más otro tan voluminoso y exigente...» (entrevista de Javier Casaretto, Ozono, n.º 31, 1978, pp. 7-73).

El pronóstico de Benet no se cumpliría (no iba a tardar en embarcarse en la escritura de Herrumbrosas lanzas), pero la resaca de aquella «pesadez» espolearía las ganas de escribir por fin algo «ameno, ligero y liviano».

«La verdad es que escribir una novela con argumento es lo más fácil del mundo —declararía Benet con una mezcla de jactancia y de sorpresa—. Una vez abocetado, el propio argumento y los personajes tiran del escritor como unos caballos de las bridas. Lo difícil es escribir una novela sin argumento» (El País Semanal, 23 de noviembre de 1980). El mismo Benet, por otro lado, señalaría —con razón— que ya había tentado una escritura de este tipo «en algún volumen de cuentos, cuentos policíacos o parapolicíacos» (entrevista de Víctor Márquez Reviriego, Triunfo, diciembre de 1980).

El aire de un crimen es, hasta el momento, la única de las novelas de Juan Benet que ha sido objeto de una adaptación cinematográfica. (Del cuento «Baalbec, una mancha» se hizo en 1974 una adaptación para la televisión, a cargo de Emilio Martínez Lázaro.) La realizó Antonio Isasi Isasmendi, coautor también del guion, firmado por él y por Gabriel Castro, con la colaboración de Jorge Rodríguez del Álamo. La película, con fotografía de Juan Gelpí y música a cargo de Francisco Aguarod y Luis Fatás, se tituló igual que la novela, y contaba en su reparto con actores como Rafaela Aparicio, Luis Ciges, Germán Cobos, Agustín González, Chema Mazo, Ovidi Montllor, María José Moreno, Terele Pávez, Francisco Rabal, Miguel Rellán, Fernando Rey y Maribel Verdú. Filmada en Barcelona y en Madrid, algunos de los exteriores de «Región» fueron rodados en Calatayud y en parajes cercanos al embalse de La Tranquera. La película se estrenó en Madrid el 28 de octubre de 1988. Pocas semanas antes del estreno, Juan Benet publicó en el diario El País un artículo («El aire del aire de un crimen», 19 de septiembre de 1988) en el que contaba la experiencia que para él había supuesto verla. También este artículo se recoge en el presente volumen, a título de curiosidad.

El texto de la presente edición se ha fijado a la luz de la versión mecanoscrita conservada. Del cotejo no se desprenden variantes dignas de mención.

El aire de un crimen

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos