En el mundo posmoderno, opina el escritor británico Stuart Jeffries, el arte transgresor corre a menudo el riesgo de sufrir sumisión por parte del sistema al que parece estar haciendo objeto de sus críticas. Y ello no se debe a una colaboración aquiescente de los artistas, sino a una característica primordial de dicho mundo: la apropiación. En las siguientes líneas, una parte de la introducción de su libro «Todo a todas horas en todas partes» (Taurus), el propio Jeffries reflexiona sobre esta paradoja a través de la obra de la artista Jenny Holzer, quien se inició en el «street art» y terminó trabajando servicialmente para marcas de lujo y bancos dentro del mismo sistema que antes había condenado.