Cómo enamorarte

Cecelia Ahern

Fragmento

Creditos

Título original: How to fall in love

Traducción: Borja Folch

1.ª edición: Noviembre 2014

© Ediciones B, S. A., 2014

Consell de Cent, 425-427 - 08009 Barcelona (España)

www.edicionesb.com

DL B 15642-2014

ISBN DIGITAL: 978-84-9019-906-0

Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en el ordenamiento jurídico, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.

Contents
Contenido
Dedicatoria
1 Cómo disuadir a un hombre
2 Cómo abandonar a tu marido (sin hacerle daño)
3 Cómo reconocer un milagro y qué hacer cuando ocurre
4 Cómo aferrarse a la vida
5 Cómo llevar tu relación al siguiente nivel
6 Cómo serenarte y conciliar el sueño
7 Cómo forjar una amistad y generar confianza
8 Cómo disculparte con sinceridad cuando le has hecho daño a alguien
9 Cómo disfrutar de tu vida de treinta maneras sencillas
10 Cómo hacer una tortilla sin cascar los huevos
11 Cómo desaparecer por completo y que nunca te encuentren
12 Cómo resolver un problema como Maria
13 Cómo reconocer y apreciar a las personas de tu entorno
14 Cómo estar en misa y repicando
15 Cómo cosechar lo que sembraste
16 Cómo organizar y simplificar tu vida
17 Cómo sobresalir entre la multitud
18 Cómo hacerlo absolutamente todo bien otra vez
19 Cómo levantarte y sacudirte el polvo
20 Cómo dar la cara por tus amigos
21 Cómo cavar un agujero hasta el otro lado del mundo
22 Cómo resolver disputas sobre herencias y testamentos de ocho maneras sencillas
23 Cómo prepararte para un adiós
24 Cómo regodearte en tu desesperación de una manera fácil
25 Cómo pedir ayuda sin perder la dignidad
26 Cómo encontrar lo positivo en una paradoja
27 Cómo celebrar tus logros
Agradecimientos
enamorarte

Para David, que me enseñó

a enamorarme

enamorarte-1

1

Cómo disuadir a un hombre

Dicen que un rayo nunca te alcanza dos veces. Falso. Bueno, es cierto que la gente lo dice; solo es falso como hecho.

Científicos financiados por la NASA descubrieron que los rayos que caen al suelo suelen hacerlo en dos o más sitios y que las posibilidades de que te alcancen son un cuarenta y cinco por ciento mayores de lo que la gente supone. Pero lo que casi toda la gente quiere decir es que un rayo nunca cae dos veces en el mismo sitio en más de una ocasión, cosa que en realidad también es falsa. Aunque la probabilidad de que te alcance un rayo es de una entre tres mil, entre 1942 y 1977 Roy Cleveland Sullivan, guarda forestal en Virginia, fue alcanzado por un rayo en siete ocasiones distintas. Roy sobrevivió a todos los rayos pero se suicidó a los setenta y un años, disparándose en el estómago a causa, según los rumores, de un amor no correspondido. Si la gente prescindiera de la metáfora del rayo y en cambio solo dijera lo que quiere dar a entender, sería que «una misma cosa sumamente improbable nunca le ocurre a la misma persona dos veces». Falso. Si el motivo de la muerte de Roy es verdad, el desengaño amoroso conlleva su propio tipo de pesar y Roy habría sabido mejor que nadie que era sumamente improbable que esta desgracia sumamente improbable pudiera ocurrirle otra vez. Cosa que nos lleva al fondo de mi relato; el primero de mis dos acontecimientos sumamente improbables.

Eran las once de una gélida noche de diciembre en Dublín y me encontraba en un lugar donde no había estado nunca. No es una metáfora de mi estado psicológico, aunque sería acertada; lo que quiero decir es que estaba literalmente en una zona geográfica donde no había estado hasta entonces. Un viento glacial soplaba en la urbanización del Southside, provocando que las ventanas rotas y los quitamiedos de los andamios entonaran una suerte de melodía sobrenatural. Había enormes agujeros negros donde debería haber habido ventanas, superficies inacabadas con hoyos y losas amenazadoras, balcones y accesos abarrotados de cañerías, tubos y cables que comenzaban aquí y allá y terminaban en ninguna parte. En suma, un escenario perfecto para la tragedia. Su mera visión, y no la temperatura bajo cero, me helaba la sangre en las venas. Las viviendas tendrían que haber estado llenas de familias durmiendo con las luces apagadas y las cortinas corridas; en cambio, la urbanización estaba sin vida, evacuada por propietarios a quienes habían dejado vivir en bombas de relojería activadas, con graves carencias de seguridad antiincendios según la lista de mentiras que les habían entregado unos constructores que no habían cumplido la promesa de entregar viviendas de lujo a precios de burbuja inmobiliaria.

No tendría que haber estado allí. Había entrado en una propiedad privada sin autorización, pero no era eso lo que deb

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos