Retrato de un luchador

Iván Ramiro Córdoba

Fragmento

Prólogo

Es un honor que me corresponda a mí iniciar una historia que siempre he considerado ejemplar para todos nosotros: la de mi hijo Iván Ramiro.

Quisiera empezar contando una anécdota que demuestra su carácter, ese que lo llevó a tener una exitosa carrera deportiva y una vida íntegra, llena de humildad, bondad y valores morales. Cuando se fue a jugar al San Lorenzo de Almagro, en Buenos Aires, un periodista del diario deportivo Olé le preguntó a su madre, Martha (que en paz descanse):

—¿Es Iván Ramiro tan excelente futbolista como dicen los medios?

La respuesta de ella fue:

—Garantizo que es una excelente persona. Como futbolista no es infalible, puede cometer errores, como todos —hasta puede hacerse también un autogol—, pero como persona es excelente.

Mi hijo nació para triunfar. Todavía recuerdo la predicción de su abuela materna cuando, muy pequeño aún, lo estábamos bañando. Ella se me acercó y me dijo:

—Este niño va a tener un futuro muy exitoso, sobresaldrá en el mundo y llegará a ser reconocido nacional e internacionalmente, aunque no sé bien en qué actividad.

Todas esas predicciones se fueron cumpliendo a medida que pasaba cada etapa de su carrera futbolística. Nuestro aporte, el de su madre y el mío, fue intentar darle siempre un apoyo incondicional, tratando de que siempre tuviera lo necesario, pero nunca sospechamos que llegaría tan lejos. Es decir, si lo hubiéramos planeado, no habría salido todo tan bien.

A Iván Ramiro le dimos la misma educación que a sus hermanos Julián Andrés y Ana Milena: corrección y disciplina cuando se requería y mucho énfasis en la importancia de la religión, la moral, el respecto y la ética. Creo que lo que más contribuyó al buen desarrollo de mis hijos fue el ejemplo y la estabilidad que les brindamos en el hogar, lo que les infundió tranquilidad y deseos de superación. Como se narra en este libro, Iván Ramiro tuvo una carrera de constante superación a pesar de las dificultades que se le presentaron, como las diversas crisis sociales y políticas que tuvo su país en los primeros veinte años de vida del futbolista: el surgimiento del M-19, el afianzamiento de la guerrilla más antigua del mundo (las FARC), el crecimiento del narcotráfico, el origen del paramilitarismo, los ataques terroristas en las ciudades, la destrucción de distintos municipios, los secuestros, las desapariciones, la toma del Palacio de Justicia y la avalancha causada por la erupción del volcán nevado del Ruiz, que ocasionó una de las mayores tragedias en la historia colombiana: la desaparición de un pueblo entero, Armero, sepultado bajo el lodo. Esa saga de violencia y dolor también se hizo presente en el mundo del fútbol, con el asesinato en 1994 de uno de sus mayores referentes, Andrés Escobar.

Estas fueron situaciones que Iván Ramiro tuvo que asimilar y superar a una temprana edad para luego triunfar en su carrera deportiva, lo que demuestra que, a pesar de las diversas circunstancias adversas de nuestra patria, hay muchos colombianos que logran ser mundialmente exitosos con un recorrido ejemplar, como es el caso de mi hijo. Al hacerlo, ellos despiertan en los demás ese sentimiento de amor por el país, pues proporcionan alegrías inmensas, como la que produjo la Copa América jugada en Colombia en el 2001, cuando Iván Ramiro y sus compañeros se coronaron campeones y le dieron a Colombia su primer título en la historia del fútbol de mayores, generando un sentimiento de unidad y amor a la patria a lo largo y ancho del territorio nacional.

Desde que era niño le preguntábamos a Iván Ramiro cuál profesión quería tener en la vida y él de inmediato contestaba que jugador profesional de fútbol para jugar en las ligas europeas. Él se mentalizó desde niño para esa profesión. En la infancia de Iván, yo lo llevaba a ver partidos de torneos locales en los municipios a los que nos mudábamos a causa de mi trabajo y en los que yo participaba como jugador. Él se quedaba quieto en la tribuna y no jugaba con los demás niños. Permanecía inmóvil en su puesto, mirándonos sin quitar un segundo la vista del balón, concentrado en el partido, y creo que algo debió aprender ahí.

Es una historia de vida muy bonita la que se narra en este libro, con muchos títulos y triunfos personales y profesionales. A lo largo de su carrera, Iván ganó más de 15 trofeos en distintas competiciones, la mayoría de ellos en Italia, con el Inter de Milán, y uno de ellos con la Selección Colombia de mayores, quizás su victoria más importante. Debo resaltar que, para lograrlo, Iván contó con el apoyo indispensable y fundamental de su esposa, María Isabel, con quien conforma una bella familia desde julio de 1998 y con quien aumentó su número de hinchas incondicionales con cuatro hijos, lo cual le dio una fuerza inmensa para seguir luchando.

No puedo terminar esta introducción sin hablar de otro de los importantes logros de la vida de Iván Ramiro: las obras sociales que ha llevado a cabo con María Isabel y con toda la familia. En el 2004, ella e Iván crearon la Fundación Colombia Te Quiere Ver, una organización coordinada por las Naciones Unidas y dedicada a trabajar con niñas, niños y adolescentes. Entre otras cosas, la Fundación ha apoyado iniciativas para realizar actividades de tamizaje y dotación de lentes a niños de estratos 1 y 2 en distintas partes de Antioquia y luego creó restaurantes escolares en algunos colegios públicos de Rionegro, programa con el cual proporciona durante todo el año escolar 150 almuerzos diarios. Hoy en día, la Fundación continúa ofreciendo programas de tratamiento y evaluación en neuropsicología y psicología para niños y niñas con dificultades de aprendizaje, comportamentales y emocionales, así como acompañamiento permanente a sus familias. Cabe destacar también la ayuda que Iván Ramiro les ha brindado a otras fundaciones, entre ellas el apoyo fundamental que se dio para posibilitar la creación del Barco Hospital del Pacífico San Raffaele, manejado por la Fundación Itacolombiana del Monte Tabor.

Ahora, ya retirado del fútbol profesional, Iván Ramiro ha hecho especializaciones —técnico de fútbol, y administración y dirección deportiva— y ha incursionado con éxito en la actividad comercial, en campos como los restaurantes, los centros comerciales y la finca raíz, buscando generar empleo en distintas comunidades antioqueñas y colombianas.

Iván Ramiro es una de esas personas que se mentalizan desde niños para triunfar y que cultivan una férrea disciplina y constancia para lograrlo. Él podría haber sido aventurero, escritor, poeta, navegante, ingeniero o productor agropecuario, como sus abuelos, pero este hombre de Dios decidió ser jugador profesional de fútbol de alto rendimiento y ahora es un exitoso empresario. Todo lo consiguió con el apoyo de muchas personas en su camino, tantas que sería interminable mencionarlas.

Todos los que hemos estado a tu lado, Iván Ramiro, te tenemos un agradecimiento eterno por dejar muy en alto el nombre de tu familia y, sobre todo, por el legado que has dejado en el mundo como un colombiano verdadera

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