El líder que no tenía cargo

Robin Sharma

Fragmento

Nota del autor

Nota del autor

El libro que tienes en las manos es el resultado de casi quince años de trabajo como formador de liderazgo en muchas de las empresas que aparecen en la lista Fortune 500, entre ellas Microsoft, GE, Nike, FedEx e IBM, además de en organizaciones como la Universidad de Yale, la Cruz Roja Americana y la Young Presidents Organization. Aplicando el sistema de liderazgo que enseño en este libro obtendrás unos resultados espectaculares en tu trabajo y ayudarás a que tu empresa se alce a un nivel completamente nuevo en cuanto a innovación, eficacia y fidelización de los clientes. Además, experimentarás profundas mejoras en tu vida personal y en tu forma de mostrarte al mundo.

Una advertencia: el método de liderazgo que estoy a punto de compartir contigo te llegará como un relato. El héroe, Blake Davis; su inolvidable mentor, Tommy Flinn, y los cuatro extraordinarios maestros que transforman su manera de vivir y trabajar son personajes de ficción, productos de mi muy activa imaginación. Pero tanto el sistema de liderazgo, como los principios, las herramientas y las tácticas sobre los que se constituye, son reales y han ayudado a cientos de miles de personas en muchas de las organizaciones más renombradas del mundo a destacar y a ponerse a la cabeza en su campo.

Las víctimas se quejan de los problemas. Los líderes presentan soluciones. Yo espero sinceramente que El líder que no tenía cargo te ofrezca a ti y a la organización en la que trabajas una solución radical para alcanzar rápida y elegantemente los máximos logros en estos tiempos inciertos y turbulentos que vivimos.

ROBIN SHARMA

P.D.: Para que tu transformación como líder sea duradera y profunda, visita robinsharma.com, donde encontrarás toda una serie de recursos de apoyo, incluidos podcasts, newsletters, blogs, asesoramientos de liderazgo on-line y herramientas para formar un equipo de trabajo excepcional.

1. El éxito y el liderazgo te pertenecen por derecho

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El éxito y el liderazgo te pertenecen por derecho

Nadie triunfa más allá de sus sueños más fantásticos a menos que comience teniendo sueños fantásticos.

RALPH CHARELL

La visión de un logro es el mejor regalo que un ser humano puede ofrecer a otros.

AYN RAND

Todos nacemos siendo genios. Por desgracia, la mayoría de nosotros muere en la mediocridad. Espero que no te moleste que te revele esta certeza tan arraigada en mí cuando llevamos tan poco juntos, pero tengo que ser sincero. Debería compartir contigo también que soy un tipo normal y corriente que tuvo la suerte de descubrir una serie de secretos extraordinarios y que esos secretos me ayudaron a alcanzar un tremendo éxito empresarial y una vida plena y satisfactoria. Lo bueno es que estoy aquí para ofrecerte todo lo que he descubierto en una aventura de lo más sorprendente. De ese modo, tú también podrás alcanzar unos resultados espectaculares en el trabajo y vivir una vida plena. A partir de hoy mismo.

Las eficaces lecciones que te revelaré se irán desarrollando suavemente, con mucho cuidado y con mi más sincero aliento. El viaje que vamos a realizar juntos estará sembrado de diversión, inspiración y entretenimiento. Los principios y las herramientas que descubrirás darán alas a tu carrera, te llevarán a alcanzar nuevos niveles de felicidad y a expresar plenamente lo mejor de ti mismo. Pero, por encima de todo, te prometo que seré sincero. Te debo ese respeto.

Me llamo Blake Davis, y aunque nací en Milwaukee he vivido en la ciudad de Nueva York casi toda mi vida. Y me sigue encantando: sus restaurantes, el ritmo de la ciudad, la gente. Y esos perritos calientes de los puestos callejeros… son increíbles. Sí, me encanta comer, para mí es uno de los mejores placeres de la vida, junto con una buena conversación, mis deportes favoritos y los buenos libros. En fin, que no hay otro sitio en el mundo como la Gran Manzana. No tengo ninguna intención de marcharme de aquí. Nunca.

Permíteme que haga una breve autobiografía antes de que te hable de los extraños y maravillosos eventos que me trasladaron desde donde estaba hasta donde siempre quise estar. Mi madre era la persona más buena que he conocido. Mi padre, la persona más decidida. Gente decente y humilde. No eran perfectos, pero quién lo es. Lo importante es que siempre hicieron las cosas lo mejor que pudieron. Y, para mí, hacerlo lo mejor que puedes es hacer todo lo que puedes. Entonces, podrás irte a casa y acostarte tranquilo. Preocuparse por cosas que no dependen de uno es una buena manera de ponerse enfermo. Además, la mayoría de las cosas que tanto nos preocupan no suceden jamás. Kurt Vonnegut lo expresó estupendamente: «Los problemas reales de la vida suelen ser cosas en las que ni siquiera se nos ha ocurrido pensar, cosas que de pronto te asaltan a las cuatro de la tarde un martes cualquiera».

Mis padres me han influido en tantos aspectos… No tenían demasiadas cosas, pero en cierto sentido lo tenían todo: la fuerza de sus convicciones, unos valores extraordinarios y un gran respeto por sí mismos. Todavía los echo de menos y no pasa un solo día en que olvide darles las gracias. A veces, en los momentos de tranquilidad, reflexiono sobre el hecho de que generalmente no somos conscientes de la importancia de las personas a las que amamos. Hasta que las perdemos. Entonces damos largos y silenciosos paseos y rezamos por tener una segunda oportunidad y poder tratarlos como se merecían. Por favor, que no tengas que arrepentirte de algo así en tu vida. Sucede demasiado a menudo a demasiadas personas. Si todavía tienes la suerte de contar con tus padres, quiérelos y respétalos. Hoy.

Yo me crié siendo un buen chico. «Un corazón con dos piernas», solía decir mi abuelo. No se me pasaba por la cabeza la posibilidad de hacer daño a nadie ni ocasionar ningún trastorno. En el colegio me iba bastante bien, tenía éxito con las chicas y jugaba al fútbol en el equipo del instituto. Todo cambió cuando murieron mis padres. Se me hundió el mundo. Perdí toda la confianza. Me descentré. Mi vida se estancó.

Con veintipocos años, pasaba de un trabajo a otro e iba por la vida como si tuviera puesto el piloto automático. Estaba como anestesiado y nada me importaba. Me automedicaba viendo demasiada televisión, comiendo mucho y preocupándome en exceso, todo para evitar sentir el dolor que uno sufre cua

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