Lucía Soria en tu casa

Lucía Soria

Fragmento

Lucía Soria en tu casa

Mis consejos para alimentarte día a día

Comer es una tarea que, sí o sí, vas a tener que hacer durante toda tu vida, al menos dos veces al día. Lo ideal es que sean cuatro comidas diarias —yo, en general, hago tres y como alguna fruta a media tarde, pero eso va en cada uno—.

Hay muchas maneras de alimentarse. Una de ellas es en automático, porque sí, para saciar una necesidad. Otra es prestando atención, entendiendo qué es lo que nos hace bien y lo que no, y una tercera es siendo un fanático metódico —a quienes admiro profundamente— que toma en cuenta cada detalle de lo que come. En todos los casos, es real que todo lo que consumimos afecta nuestro cuerpo, nuestro humor, nuestra salud y casi todos los aspectos de nuestra vida.

A mí siempre me gustó comer, seguramente por eso me dediqué a esta profesión. Nunca quise negarme ni abstenerme de las cosas que tenía ganas. Sin embargo, con el tiempo fui aprendiendo que hay algunas pautas esenciales, que son muy fáciles de seguir, para que una alimentación consciente no se convierta en una tortura.

Porque comer bien no es comer todo light, todo diet. No es comer solo lechuga todo el día. Comer bien es entender cuáles son las características de los alimentos y, sobre esa base, comprender cuál es el «misterio» de tener una alimentación balanceada. Y lo importante es pensar en algo real, que podamos cumplir de acuerdo a nuestro ritmo de vida, sabiendo que algunas veces vamos a comer una sola vez en el día, y capaz que hasta parados.

Para empezar, es fundamental pensar a conciencia sobre lo que comemos. Por ejemplo, no comer todo el tiempo lo mismo y tratar de que entre 70 % y 80 % de los productos que consumimos vengan del mundo vegetal (verduras y frutas sobre todo, pero también legumbres, pastas, arroces, frutos secos, harinas de todo tipo, etcétera), así como evitar los ultraprocesados con grasas hidrogenadas, colorantes, saborizantes artificiales y muchas cosas más, cocinar lo más que podamos en casa y, cuando elegimos que nos alimenten otros, saber elegir bien.

Esto está al alcance de cualquiera, y casi todas las recetas de este libro tienen ingredientes que encontrás en la feria, en el supermercado, en un almacén, no hay nada que sea tan extraño como para que tengas que hacer una investigación de dónde conseguirlo.

Y me parece importante que haya variedad. Porque está bárbaro, a mí me encanta comerme unos fideos con salsa boloñesa, pero no todos los días.

Me parece muy importante hacer foco en el tema de la combinación y la variedad de alimentos.

Aquí algunos tips de combinaciones:

  • Las carnes van con vegetales de todo tipo (no con carbohidratos).

  • Los carbohidratos van con vegetales de todo tipo (no con proteínas animales).

  • Cuando vayas a comer harinas o carbohidratos, tratá de combinarlos para que 50 % de esa comida sea del mundo vegetal.

  • Comé todas las frutas y los vegetales que quieras, pero variado (no comas solo banana todo el día).

  • Azúcares, las que son naturales: en las frutas, la miel, el agave. De las otras, poquito y muy medido.

Es cierto que está en nuestra idiosincrasia comer mucha carne, muchos carbohidratos y después vegetales, pero que también son del tipo de los carbohidratos: papa, boniato. Tenemos que desbloquear ese tema y darnos cuenta de que la pasta con brócoli, zapallito, choclo está bárbara y la podemos comer todos los días.

Se trata de pensar más en la combinación. Y de probar. No todos los días nos va a salir un plato maravilloso, pero tampoco es la última bala, porque mañana tenemos que comer de nuevo. Por ahí un día no nos queda tan rico, pero aprendimos que esa combinación no era la mejor. Además, comer y probar nos da posibilidades e información. ¿Cuántas veces salimos a comer y nos sorprendimos porque la berenjena iba bien con la menta y nunca se nos había ocurrido? Como ese ejemplo hay miles, y esas cosas van quedando en el cerebro. Y el paladar tiene memoria y se educa. Se trata de ser valientes y probar.

Lucía Soria en tu casa

Qué tener en la alacena

Las alacenas van cambiando según la época de la vida de uno. Antes, cuando vivía sola, tenía un paquete de pasta, uno de arroz, una lata de atún, alguna fruta y verdura, pero pocas. Ahora, que tengo un hijo, tengo una alacena surtida, porque mi realidad es otra.

El concepto principal, más allá de que podamos pensar qué vamos a comer semanalmente, es saber qué es lo que queremos tener en la alacena, lo que nos simplifique la situación de cocinar y evitar la ida diaria al almacén, que es una pérdida de tiempo y terrible estrés, o llamar al delivery día por medio.

En la alacena tiene que haber cosas que sabemos que vamos a usar, y hay que tratar de no llenarla de cosas que se ponen de moda o que no tenemos idea de cómo preparar. Si nos dan ganas de probar la harina de almendras está bien, pero compremos poquito para empezar.

Yo recomiendo esta lista básica pero amplia de cosas que podemos tener en nuestra alacena. Este es mi ejemplo personal, pero hay millones de posibilidades para ir armando una lista personalizada, basada en nuestros gustos y necesidades:

  • Aceite común y aceite de oliva. Para cocinar todo el tiempo me armo una botella con 70 % de aceite común y 30 % de aceite de oliva. Para terminar preparaciones, solo uso aceite de oliva.

  • Aceite de coco, aceite de sésamo y otros, si queremos probar.

  • Sal.

  • Vinagre de vino, vinagre de manzana, aceto balsámico.

  • Azúcar, miel y otros tipos de azúcares.

  • Harinas: común, integral, de almendra, de pan, etcétera.

  • Pastas.

  • Cereales: arroz, quinoa, avena, mijo, trigo burgol, etcétera.

  • Latas y conservas: tomates, crema de choclo, atún y otros pescados o frutos de mar, escabeches, legumbres, etcétera.

  • Legumbres secas: lentejas, garbanzos, porotos, etcétera.

  • Frutos secos.

  • Frutas secas, si nos gustan: pasas de uva, dátiles, orejones.

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