Ética para Celia

Ana De Miguel

Fragmento

Introducción

Introducción

Ética para Celia, ¿una ética para chicas?

Este que tienes en tus manos es un libro de ética poco convencional, recoge las reflexiones que una filósofa, en la plenitud de su vida, con la sabiduría que aporta el estudio sosegado y la experiencia vivida, quiere compartir con su devocionada y díscola hija...

¡¡¡Riiiiing, riiiiing, riiiiing!!!

Espera, Celia, un momento, el móvil. ¡Callad de una vez!, que me están hablando. Pero ¿qué me está usted diciendo? Que qué interesante y oportuno este libro, escribir ahora un libro de Ética para chicas, ahora que está de moda el feminismo, un libro de ética feminista... Espere que no oigo nada, termino de recoger la mesa y le escribo.

Carta de la autora:

Permítame que le haga una pregunta: ¿se ha preguntado usted alguna vez si Ética a Nicómaco, el libro que Aristóteles, el filósofo, dedicó a su hijo era un libro para chicos? Pensó usted, por ejemplo, qué interesante, qué oportuno, un libro de Ética para chicos, ideal para estos dos mil y pico años de patriarcado.

Quiero decirle que si usted nunca ha pensado que Ética a Nicómaco fuera una ética para chicos no sé por qué no interpreta del mismo modo un libro de título Ética para Celia. Una ética para seres humanos.

Ética para Celia es un libro para chicas si y solo si Ética a Nicómaco es un libro para chicos. Porque soy filósofa y es un libro que le dedico a mi hija.

Este es un libro para todo el mundo; es más, diría que se trata, sobre todo, de un libro para chicos y para hombres hechos y derechos como usted. Para que, de una vez por todas, adopten la posición moral y se pongan en el lugar de las mujeres, un lugar en el que nunca se han puesto. ¡Hay que fastidiarse, porque ha sido la propia filosofía la que ha proporcionado la coartada para no hacerlo! Lo ha hecho desde el androcentrismo, el recurso por el que los varones se identifican con el ser humano neutral y las mujeres con una parte de la Humanidad. Por eso no existen libros de Historia de los varones y sí de Historia de las mujeres; la Historia de los varones se solapa con la Historia de la Humanidad. Esta identificación es casi una categoría a priori del entendimiento, todo lo conocemos y comprendemos desde ahí. Este libro explora las consecuencias de vivir bajo esta doble verdad, una para chicas y otra para chicos.

Una cosa te digo, Celia, ¡hasta aquí hemos llegado!

Hoy sabemos que nuestros amigos los filósofos no escribían para nosotras sino para legitimar que apenas pudiéramos leer y escribir, lo justo para hacer que sus vidas fueran «fáciles y agradables». Esto escribió Rousseau: «La educación de las mujeres debe ser relativa a los hombres. Hacerles la vida dulce y agradable: estos son los deberes de las mujeres en todo tiempo y lugar y para lo que deben ser educadas las niñas desde la infancia». No les vamos a guardar rencor, nada podemos hacer por cambiar el pasado. Pero saberlo nos ha cambiado la vida y la autoconciencia, y ahora es necesario que cambie la sociedad entera, precisamente para poder tener juntos, mujeres y hombres, una vida nueva y con sentido. De esto se ocupa la ética.

La doble verdad, una para chicas y otra para chicos

La ética trata del tema fundamental de tu vida —no, no es del sexo, ¡dónde diablos has leído eso!—, de la gran aventura que es dar sentido a la vida, de cómo vivir una vida buena, de que un día lejano puedas llegar a decir: «He sido feliz, a mi manera, pero feliz»; y trata también de que, a ser posible, dicho día lejano a alguien le interese escuchar esa frase tuya tan bonita. Eso querrá decir que tendrás a otra persona, sea quien sea, a tu lado.

Como no vives sola, la ética tiene una cara B, que trata simultáneamente de otra cuestión fundamental, qué límites te vas a poner en esta tarea de dar sentido a tu vida o de buscar tu felicidad. Escúchame, lo de ponerte límites no es optativo. No cabe la pregunta: ¿por qué debería yo hacer nada por los demás, poner límites a mis sueños? Lo siento, si no quieres aceptarlo, puedes irte a una cueva o a una isla desierta, o encerrarte con el wifi en tu casa. Nadie te lo impide, pero la ética trata de los límites que te pones en la tarea de dar sentido a tu vida en relación con los demás. Nadie debe aceptar que unas personas pongan su vida al servicio del proyecto de otras, igual que nadie debe dar sentido a su vida a costa de los demás.

Déjame que te diga algo muy en serio: la filosofía y la ética siempre han construido una doble verdad sobre el sentido de la vida y sobre los límites que nos debemos imponer. La filosofía y la ética han instaurado y legitimado un sentido de la vida distinto, a menudo opuesto, para los hombres y para las mujeres; unas normas de lo valioso y lo bueno para las chicas, y otras para los chicos.

Este libro, idolatrada Celia, va a ocuparse a fondo de desvelar esta doble verdad y de explicar cómo corrompe desde los cimientos un comportamiento que podemos llamar, en verdad, «moral», animado por la universalidad. Debes obrar de manera que la máxima que presida tus acciones se convierta en universal; pues, si es bueno para las mujeres, es bueno para los hombres, y viceversa.

La ética ha consagrado una doble verdad, y las consecuencias han minado y siguen minando las posibilidades reales de progreso moral sostenido de nuestra comunidad humana. Porque esa doble verdad es una auténtica escuela de desigualdad y prepotencia. Está diseñada para olvidar que el ser humano no nace exactamente sociable por naturaleza, nace cuidable por naturaleza.

No basta con sugerir que nos consideremos incluidas en una verdad, sin más. «Os metéis dentro de lo público», y ahí se acabó. No, porque el tema afecta a los cimientos de las definiciones de «lo bueno» y «lo valioso», y tenemos nuestras propias ideas sobre el asunto. «Creo que he sido un buen padre», dice un señor de referencia que abandonó a sus hijas muy pequeñas, porque se sintió reclamado por el amor y la juerga. Si la madre hubiera sido como él, «una buena madre», las dos hijas se habrían criado en un hospicio, con suerte.

Nos armaremos de un método que sirva de guía, porque las reglas del método son las mejores amigas de las chicas. La hermenéutica de la sospecha será la primera y principal, sospecharemos de toda verdad que vaya dirigida solo a mujeres o solo a hombres. Vamos a ser exigentes. Me refiero a la «verdad» enfocada en las creencias, normas y valores que nos orientan sobre el sentido de la vida.

Las mujeres nunca han sido sujetos morales. ¡Lo del juicio moral no va con ellas!

Los filósofos se han entregado a explicar por qué las mujeres no somos capaces de emitir juicios morales. Te puede extrañar esta afirmación porque se contradice con un discurso muy popular, el que sostiene que las mujeres somos «mejores»

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