Conversaciones con Dios III

Neale Donald Walsch

Fragmento

Título

pleca
INTRODUCCIÓN
A LA EDICIÓN AMPLIADA
DE ANIVERSARIO

Para cuando leas estas palabras, la humanidad ya habrá avanzado la mayor parte del primer 10% del nuevo siglo.

Quisiera que leyeras esto de nuevo para apreciar totalmente su impacto. Dije…

“Para cuando leas estas palabras, la humanidad ya habrá avanzado la mayor parte del primer 10% del nuevo siglo” —y el primer 1% del Nuevo Milenio.

¿Eso es importante?

Creo que lo es. Porque cuando lleguemos a 2.5% de nuestro Nuevo Milenio, estaremos muy cerca de la masa crítica. Y cuando alcancemos 5%, estaremos del otro lado de eso.

Esto significa que lo que hagamos en los siguientes 15 a 30 años de nuestras vidas tendrá un enorme impacto en la experiencia de nuestra especie a lo largo de los siguientes mil años.

No es una exageración.

Un hombre que vivió hace más de dos mil años continúa impactando nuestra especie, tal como lo han hecho individuos que vivieron antes que él y personas que nacieron después de esa época. Sabemos con certeza que los sucesos y las personas impactan, por milenios, las experiencias de toda una especie.

A ello añade el hecho de que lo que hoy en día ocurre ya no depende de una sola persona o dos, sino de la colectividad conocida como humanidad, y que posees una fórmula real para dar saltos cuánticos y crear gigantescos cambios culturales.

Todos tenemos ahora un papel en este drama, el tipo de rol que en el pasado han tenido sólo unos cuantos seres humanos: todos somos agentes potenciales. Antes, eso se le dejaba a uno o dos. Ahora todos estamos involucrados. Todos participamos en el proceso del Despertar de la Humanidad. De hecho, lo estamos creando.

Esto se debe a que la tecnología actual ha producido aquello que he llamado la instantaneidad ubicua.

En años anteriores se ha afirmado con respecto a la Deidad que “Dios está en todos lados”. Hoy en día podemos decir lo mismo de los humanos.

Quizá no estemos presentes en todas partes de manera física, pero nuestro impacto está presente en todos los rincones del mundo físico.

Lo que pensamos, decimos y hacemos en nuestra vida cotidiana tiene un impacto —un impacto inmediato— en el mundo entero.

Una persona en un país puede publicar un blog que inicie una controversia en otro país. Un caricaturista en Europa puede iniciar disturbios callejeros y la quema de edificios en ciudades a miles de kilómetros —y a miles de kilómetros una de otra—. Una palabra mal colocada, una acción mal juzgada, puede estremecer el mundo.

De manera similar, un acto heroico; un discurso sobresaliente; un pensamiento positivo, amoroso, empático, curativo (sobre todo si es retomado y compartido por miles de personas) puede aliviar tensiones, tranquilizar el sistema nervioso central y curar las heridas de todo el cuerpo humano.

Esto es a lo que me refiero con instantaneidad ubicua.

A este nuevo y valiente mundo de realidad veloz han llegado muchas ideas sobre la vida y sobre cómo es —y también sobre cómo podría ser—. El libro que tienes en tus manos contiene algunas de esas ideas. Junto con otros nueve textos de la serie Conversaciones con Dios, este libro ofrece un atisbo de lo que podría suceder si tan sólo, como especie, comprendiéramos y adoptáramos algunos conceptos simples pero maravillosos… como la verdad de que todos somos uno, que no hay separación entre nosotros y que no hay división entre nosotros y aquello que llamamos Divino —sin mencionar la idea de que nuestra actual experiencia cotidiana es meramente una ilusión.

(Es decir que la fabricamos y la creamos a medida que avanzamos, manufacturándola en nuestras mentes, sin relación alguna con la Realidad Última.)

Un concierto de dioses

A cada instante creamos una sinfonía humana, la cual está siendo ejecutada en todas partes en un concierto de dioses. En este extraordinario acontecimiento nosotros somos el compositor, el músico, el director y la audiencia. Por ello es importante conocer las partituras.

El libro que tienes en tus manos me ha ayudado a hacer precisamente eso. Es el libro final de la trilogía original de Conversaciones con Dios y, como dije, abre la mente a nuevos pensamientos y nuevas ideas para considerar, mientras de manera simultánea imaginamos, producimos y ejecutamos, la música de nuestras vidas para la audiencia de Uno.

¿Cómo queremos que sea nuestra vida en el siglo XXI? ¿Qué elegimos como nuestra próxima realidad? ¿Acaso, en realidad, podemos crear y experimentar nuestros pensamientos más elevados, nuestras contemplaciones más dulces; o todo esto es sólo un sinsentido, manipulado por pensadores sofisticados y soñadores?

¿Nos atrevemos a considerar, quizá incluso menos que a acoger o aplicar, nuestra visión más grande y las nociones más sobrecogedoras sobre la vida y el amor y sobre quiénes somos en realidad?

Éstas son las preguntas que cada uno de nosotros responderá a lo largo de los días, semanas, meses y años de la vida que tenemos por delante.

Conversaciones con Dios, Libro 3 analiza estas cuestiones a profundidad. Nos lleva a un viaje en el que la mente está invitada a abandonar todas las historias de cómo son las cosas y todas sus limitaciones sobre cómo podrían ser. Nos envuelve en el cálido abrazo de esperanza e inspiración, los dos brazos del amante que provoca que la vida en su forma física tenga sentido. Nos trae a un lugar de paz y nos otorga profunda satisfacción, a partir de lo cual podemos avanzar por el sendero de nuestras vidas.

Éste es un documento extraordinario escrito a lo largo de tres años. Tomó más tiempo que cualesquiera de los otros nueve libros de la serie Conversaciones con Dios. En contraste, el libro que cierra la serie, En casa con Dios. Una vida que nunca termina, fue escrito en ocho semanas y media. Y Más feliz que Dios, el primero de los libros posteriores a esta serie, fue escrito en 14 días.

El Libro 3 tardó tanto tiempo porque fue el primer diálogo escrito para ser leído por otros. El material que finalmente se convirtió en Conversaciones con Dios 1 y 2 “surgió” como una experiencia personal muy particular y espontánea, la cual considero una bitácora privada.

Jamás se me ocurrió que mis divagaciones mentales de media noche verían la luz del día, aunque el primer diálogo decía que “esto se convertirá en libro algún día”. (De hecho transcribí esas notas y las envié a un editor para retar a Dios: De acuerdo, muéstrame.)

Cuando esos garabatos produjeron dos best sellers, según el New York Times, supe que estaba sucediend

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