Amor y desamor en el cerebro

Eduardo Calixto

Fragmento

Amor y desamor en el cerebro

PRÓLOGO

PRÓLOGO

El amor no es un proceso fisiológico que se inicia en el corazón, es un evento que se construye y, algunas veces, se destruye en el cerebro. No hay nada como sentirse enamorado y tener la motivación de volver a ver, hablar y besar a la persona amada. Ese conjunto de sentimientos que nos hace sentir mariposas en el abdomen, taquicardia y las manos sudorosas, acompañado de sonrisas nerviosas es la respuesta neuroquímica de la felicidad asociada a emociones positivas. Pero a veces la misma persona que nos enamora se convierte en el peor juez de nuestras decisiones, en victimario, verdugo y destructor de nuestros sueños o, peor aún, en pareja que por años destruye nuestra autoestima y humilla nuestros valores más cuidados.

Este libro analiza cómo la mayoría de las relaciones de amor inician en el cerebro como una historia digna de película: conocerse, gustarse y emocionarse. Todo parece apuntar a que la persona de quien nos enamoramos es la indicada para amar, la persona para acompañarnos toda la vida. Cada beso y caricia suele indicar que estamos ante la persona perfecta. En ese momento, el cerebro libera y actúan en él un conjunto de sustancias que nos emocionan, apasionan y nos hacen adictos: endorfinas, encefalinas, adrenalina, dopamina y oxitocina. Pero esto también nos quita la objetividad, transforma la realidad; vemos sólo lo que queremos ver.

En poco tiempo –pueden ser semanas o meses, pero en promedio menos de cuatro años– aparece la personalidad real de la pareja: los compulsivos, las abandonadoras, los violentos, las manipuladoras, los infieles, las celosas, los mentirosos-compulsivos, las inmaduras, los violentos pasivos, los adictos a relaciones difíciles. Una lista interminable que a veces pasa de la anécdota a la risa, a la reflexión, a las lágrimas. Para bailar un tango se necesitan dos; para entender una relación, también. Este libro analiza lo que sucede en el cerebro de ambos miembros en una relación en nuestro contexto social común. Diferentes historias, actores distintos, con finales disímiles y experiencias únicas, en todas ellas se aprende, se discute y se pretende reflexionar.

75% de todo lo que sucede en nuestro día es una interpretación cerebral; lo que hoy analizamos, mañana puede cambiar o llevarnos a otra conclusión. Es decir, sólo una cuarta parte del tiempo de nuestra cotidianidad debe permanecer con profunda atención y debe convocar a nuestra inteligencia y memoria. Escoger, amar y romper una relación debe ocuparnos más tiempo y, en consecuencia, hacernos más conscientes de lo que hacemos. Cerca de 80% de las personas que conozcamos se irán de nuestra vida en menos de cinco años de alguna forma; reflexionar sobre esto nos ayudará a entender que no todas las personas se quedarán para siempre a nuestro lado, aunque los queramos, aunque sean necesarios.

Si en una relación ambas personas están enamoradas, ¿por qué una ama más que la otra? El amor crece cuando se reparte, debería fortalecerse con los años, pero la indiferencia gana terreno después de obtener lo que se quiere. ¿Por qué un cerebro es infiel? ¿Se perdona realmente una mentira? ¿Por qué los varones suelen afianzarse a relaciones que son difíciles? ¿Por qué comúnmente una mujer suele poner el punto final de una relación en donde el varón dejó puntos suspensivos? ¿Qué sucede en el cerebro cuando alguien ama de tal manera que no ve el daño que le ocasiona una pareja manipuladora y violenta? ¿Por qué por amor deducimos que podemos soportar dolor y perdonar todo lo que venga de alguien que dice que nos ama?

Una respuesta básica es que se debe a la dependencia que genera la dopamina cerebral, que conduce a una disminución de la inteligencia, asociada a incrementos de oxitocina que nos permiten ser empáticos y solidarios, aun con quienes son nuestros victimarios. Asociar la violencia y la felicidad en una relación se convierte en un viaje en una montaña rusa de emociones y procesos fisiológicos cerebrales que llegan a cansar. En algunos casos, uno de los integrantes de la pareja suele bajarse de esa travesía que no conduce a ningún sitio emocional ni social.

Este libro no es un tratado de neurociencias, es un acercamiento a la fisiología cerebral del amor y el desamor, tratando de plantear una explicación inmediata ante las diversas expresiones de amor y desamor. Si a partir de esta lectura alguien se interesa por estudiar con mayor precisión lo que sucede en las neuronas durante el amor, ya se cumplió el primer objetivo. El segundo objetivo es tratar de otorgar una explicación a una de las emociones y motivaciones más importantes de nuestra vida a través de la divulgación de la ciencia.

Amor y desamor en el cerebro

CAPÍTULO 1

Amor al límite

Benjamín ya no sabe qué hacer. Guadalupe, su novia, rompió la televisión otra vez, aventó la computadora por la ventana y no ha dejado de gritar en diez minutos. Él está encerrado en el baño, preso dentro de su propio departamento en una mezcla de enojo y tristeza. Piensa que es el momento de la separación. Desde hace un año Benjamín ama a Guadalupe como a nadie en el mundo. Siempre llora de desesperación cuando ella lo humilla, pero vuelve a abrir la puerta para que ella se disculpe. Es un ciclo repetitivo de generar agresión, violencia y aturdimiento para después recibir varias formas de disculpa y volver a hacer el amor de una forma increíble. Benjamín sabe que este ciclo perverso es cada vez más frecuente y más doloroso.

Guadalupe tiene 22 años, es muy atractiva, competitiva, sagaz y cuida mucho su forma de vestir. Estudió biología en una universidad pública y aunque no se ha titulado tiene uno de los mejores promedios de su generación. Trabaja como vendedora de productos médicos. Benjamín la conoció en la universidad y desde el primer momento en que la observó se enamoró de ella. A través de amigos comunes él intentó poco a poco saber de su vida y un día se decidió: la invitó a salir. Comenzaron a tener relaciones sexuales desde la primera ocasión que estuvieron juntos. Su vida sexual era increíblemente placentera y llena de recursos creativos, por lo cual Benjamín tenía un enorme deseo constante por esa mujer. Conforme conocía mejor a Guadalupe, Benjamín se sentía seguro de que era una mujer diferente a las que había conocido.

A las cinco semanas de haber iniciado la relación, Guadalupe y Benjamín tomaron la decisión de vivir juntos. Ella llevó sus cosas

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