Las tierras baldías (La Torre Oscura III)

Stephen King

Fragmento

Resumen de los volúmenes anteriores

RESUMEN DE LOS VOLÚMENES ANTERIORES

Las tierras baldías es el tercer volumen de un largo relato inspirado en el poema narrativo de Robert Browning «Childe Roland a la Torre Oscura llegó», y en cierto modo dependiente de él.

El primer volumen, El pistolero, narra cómo Roland, el último pistolero de un mundo que «se ha movido», persigue y al fin da alcance al hombre de negro, un hechicero llamado Walter que fingía haber sido amigo del padre de Roland en aquellos tiempos en que aún se mantenía la unidad de Mundo Medio.

Pero atrapar a este hechicero semihumano no es el objetivo final de Roland sino únicamente un jalón más en el largo camino que conduce a la poderosa y misteriosa Torre Oscura, que se alza en el nexo del tiempo.

¿Quién es Roland exactamente? ¿Cómo era su mundo antes de moverse? ¿Qué es la Torre y por qué la persigue? Solo tenemos respuestas fragmentarias.

Roland es una especie de caballero andante, uno de los encargados de conservar —o acaso redimir— un mundo que él mismo recuerda «lleno de amor y de luz». Sin embargo, ¿hasta qué punto la memoria de Roland refleja la realidad de aquel mundo? La cuestión es muy susceptible de debate.

Sabemos que a Roland se le impuso una temprana prueba de hombría cuando descubrió que su madre se había convertido en amante de Marten, un hechicero mucho más importante que Walter; sabemos que el propio Marten propició que Roland descubriera la infidelidad de su madre para que fracasara en la prueba y fuera «enviado al Oeste», a los yermos; sabemos que Roland desbarató los planes de Marten al superar la prueba.

Sabemos también que el mundo del pistolero está relacionado con el nuestro de una forma extraña pero fundamental, y que a veces es posible cruzar de un mundo a otro.

En una estación de paso, posada de relevo de una olvidada ruta de diligencias a través del desierto, Roland encuentra a un muchacho llamado Jake que había muerto en nuestro mundo; un muchacho que, en efecto, había sido empujado bajo las ruedas de un automóvil en marcha desde la acera de una esquina en el centro de Manhattan. Jake Chambers murió bajo la escrutadora mirada del hombre de negro, Walter, y despertó en el mundo de Roland.

Antes de que den alcance al hombre de negro, Jake vuelve a morir… esta vez porque el pistolero, enfrentado a la segunda elección más angustiosa de su vida, decide sacrificar a este hijo simbólico. Obligado a elegir entre la Torre y el chico, Roland elige la Torre. Las últimas palabras de Jake al pistolero antes de hundirse en el abismo son: «Váyase, pues. Existen otros mundos aparte de estos».

La confrontación final entre Roland y Walter se produce en un polvoriento gólgota de huesos descompuestos. El hombre de negro le lee el futuro a Roland con una baraja de cartas del Tarot. Tres cartas muy extrañas —El Prisionero, La Dama de las Sombras y La Muerte («pero no para ti, pistolero»)— se ofrecen particularmente a la atención de Roland.

El segundo volumen, La llegada de los tres, empieza a orillas del Mar del Oeste, no mucho después de que haya concluido la confrontación de Roland con Walter. Un pistolero exhausto despierta en mitad de la noche para descubrir que la marea alta ha traído consigo una horda de bestias carnívoras y rastreras, las «langostruosidades». Antes de que pueda huir de su reducido campo de acción, Roland es gravemente herido por esas bestias, que le arrancan los dedos índice y corazón de la mano derecha. Además, el pistolero queda emponzoñado por el veneno de las langostruosidades, y cuando reanuda su viaje hacia el norte por la orilla del Mar del Oeste es un hombre enfermo… tal vez moribundo.

Encuentra tres puertas que se alzan aisladas en la playa. Todas ellas se abren —para Roland y únicamente para él— a nuestro mundo; de hecho a la ciudad donde vivía Jake.

Roland visita Nueva York en tres puntos de nuestro continuo temporal con el propósito de salvar su propia vida y al mismo tiempo atraer a los tres invocados que deben acompañarle en su camino hacia la Torre.

Eddie Dean es El Prisionero, un adicto a la heroína que vive en el Nueva York de finales de los años ochenta. Roland cruza la puerta de la playa que da a su mundo y se introduce en la mente de Eddie en el momento en que este, que trabaja como camello de cocaína para un hombre llamado Enrico Balazar, está a punto de aterrizar en el aeropuerto Kennedy.

Tras una serie de espeluznantes aventuras, Roland consigue obtener cierta cantidad de penicilina y transportar a Eddie Dean a su propio mundo.

Eddie, un yonqui que se descubre transportado a un mundo en el que no existe heroína (y si vamos a eso ni pollo frito Popeye), no se alegra demasiado de verse allí.

La segunda puerta conduce a Roland a La Dama de las Sombras, que en realidad son dos mujeres en un solo cuerpo. Esta vez Roland se encuentra en el Nueva York de principios de los sesenta, cara a cara con Odetta Holmes, una joven activista en favor de los derechos civiles confinada a una silla de ruedas. En el interior de Odetta se oculta Detta Walker, una mujer taimada y rebosante de odio. Cuando esta doble mujer es atraída al mundo de Roland, las consecuencias para Eddie y el cada vez más enfermo pistolero son explosivas. Odetta cree que todo lo que le sucede es un sueño o una alucinación; Detta, un intelecto mucho más brutalmente directo, se consagra a la tarea de acabar con Roland y Eddie, a quienes ve como dos diablos blancos torturadores.

Jack Mort, un asesino psicópata que se esconde tras la tercera puerta (Nueva York a mediados de los años setenta), es La Muerte. Mort ya ha provocado grandes cambios en la vida de Odetta Holmes/Detta Walker en dos ocasiones, aunque ninguno de ellos lo sabe. Mort, cuyo modus operandi consiste en empujar a sus víctimas o arrojarles algo desde lo alto, le ha hecho las dos cosas a Odetta en el curso de su demencial pero muy cautelosa carrera. Cuando Odetta era niña, le dejó caer en la cabeza un ladrillo que sumió a la pequeña en un estado de coma y provocó el nacimiento de Detta Walker, la hermana oculta de Odetta. Años después, en 1959, Mort vuelve a encontrarse con Odetta y la empuja a las vías del metro en la estación de Greenwich Village, delante de un tren en marcha. Odetta sobrevive a este nuevo atentado, pero no sale indemne: el tren le corta las piernas a la altura de la rodilla.

Solo la presencia de un joven y heroico médico (y tal vez el desagradable pero indómito espíritu de Detta Walker) consigue salvarle la vida… o eso parece. A ojos de Roland, estas interacciones apuntan a un poder superior a la mera coincidencia; él cree que las fuerzas titánicas que rodean la Torre Oscura han empezado a congregarse de nuevo.

Roland descubre que Jack Mort puede hallarse además en el corazón de otro misterio —un misterio que es también una paradoja que amenaza con destruirle la mente—, pues la víctima que Mort está acechando en el momento en que el pistolero se introduce en su vid

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