Auge y caída de las grandes potencias

Paul Kennedy

Fragmento

 Agradecimientos

AGRADECIMIENTOS

Sean cuales fueren los puntos débiles de este libro, hubieran sido mayores sin la amable ayuda de mis amigos. J. R. Jones y Gordon Lee revisaron críticamente el manuscrito. Mi colega Jonathan Spence se esforzó (temo que con un éxito sólo parcial) por moderar los supuestos culturales que surgían en los dos primeros capítulos. John Elliott me dio ánimos con respecto al capítulo II, pese a que evidentemente no es «mi período». Poddy O’Brien y John Bosher procuraron que mis comentarios sobre las finanzas francesas y británicas en el siglo XVIII fueran menos esquemáticos. Nick Rizopoulos y Michael Mandelbaum no sólo revisaron los últimos capítulos, sino que también me invitaron a exponer mis ideas en una serie de reuniones en el Instituto Lehrman de Nueva York. Innumerables eruditos me han oído leer trabajos sobre subtemas de este libro y me han proporcionado referencias, una crítica muy necesaria y estímulo.

Las bibliotecas y personal de las Universidades de East Anglia y Yale constituyeron una gran ayuda. Mi alumno graduado Kevin Smith me ayudó en la búsqueda de estadísticas históricas. Mi hijo Jim Kennedy preparó los mapas. Sheila Klein y Sue MacClain me ayudaron con la mecanografía y el procesamiento de textos, como lo hizo Maarten Pereboom con la bibliografía. Me siento muy agradecido por el permanente apoyo y estímulo que me ha proporcionado durante estos años Bruce Hunter, mi agente literario. Jason Epstein ha sido un editor firme y paciente que me hizo pensar reiteradamente en el lector profano y también reconoció antes que yo hasta qué punto sería tarea exigente tratar temas de esta magnitud.

Mi familia me ha prestado apoyo y, lo que es aún más importante, alivio. El libro está dedicado a mi esposa, a quien tanto debo.

Paul Kennedy

Hunden, Connecticut, 1986

 Introducción

INTRODUCCIÓN

Este libro se ocupa del poder nacional e internacional en el período «moderno», es decir, del posrenacimiento. Procura rastrear y explicar cómo han ascendido y caído las diversas grandes potencias, interrelacionadas, durante los cinco siglos que van desde la formación de las «nuevas monarquías» de Europa occidental hasta el inicio del sistema de Estados global y transoceánico. Inevitablemente, se ocupa mucho de las guerras, sobre todo de aquellos conflictos mayores librados por coaliciones de grandes potencias que tuvieron tanta influencia en el orden internacional, pero estrictamente hablando no es un libro de historia militar. Se aplica también a rastrear los cambios que se han producido en los balances económicos globales desde 1500; y, sin embargo, no es, al menos no directamente, un trabajo de historia económica. Este libro se concentra en la interacción entre economía y estrategia a medida que los Estados punteros del sistema internacional luchaban por aumentar su riqueza y su poder, por llegar a ser (o por seguir siendo) ricos y fuertes.

Por lo tanto, el «conflicto militar» del que habla el subtítulo se examina siempre en el contexto del «cambio económico». Por lo general, el triunfo de cualquier gran potencia de este período, o el colapso de otra ha sido la consecuencia de prolongadas luchas de sus fuerzas armadas, pero también de la utilización más o menos eficiente de los recursos económicos productivos del Estado en tiempos de guerra y, más en segundo término, la consecuencia de la forma en que la economía de ese Estado había estado mejorando o empeorando en relación con la de otras naciones líderes durante las décadas que precedieron al conflicto armado. En consecuencia, para este estudio es tan importante la alteración regular en la posición de una gran potencia en tiempos de paz como la manera en que lucha en tiempos de guerra.

Esta argumentación será objeto de un análisis mucho más elaborado en el propio texto, pero puede resumirse muy brevemente:

Las fuerzas relativas de las naciones líderes en el escenario mundial nunca permanecen constantes, sobre todo a causa del índice irregular de crecimiento en las distintas sociedades y de los avances tecnológicos y organizativos que proporcionan mayores ventajas a una sociedad que a otra. Por ejemplo, la aparición del buque con cañones de largo alcance y el aumento del comercio atlántico después de 1500 no fue uniformemente beneficiosa para todos los Estados de Europa, sino que benefició a algunos mucho más que a otros. Del mismo modo, el desarrollo posterior de la energía a vapor y los recursos del carbón y. metal en los cuales se apoyaba masivamente aumentó el poder relativo de ciertas naciones y disminuyó, en consecuencia, el poder relativo de otras. Una vez aumentada su capacidad productiva, los países encontraban normalmente más sencillo soportar el peso de pagar armamento a gran escala en tiempos de paz y mantener y abastecer mayores ejércitos en tiempos de guerra. Dicho así parece brutalmente mercantilista, pero por lo general se necesita de la riqueza para sostener el poder militar y del poder militar para adquirir y proteger la riqueza. Sin embargo, si una proporción excesiva de los recursos del Estado se desvía de la creación de riqueza para colocarla en objetivos militares, esto puede conducir a un debilitamiento del poder nacional a largo plazo. De la misma manera, si un Estado se excede estratégicamente —digamos por la conquista de territorios extensos o el mantenimiento de guerras costosas—, corre el riesgo de que los beneficios potenciales de la expansión externa sean superados por el enorme gasto del proceso, problema que se agudiza si la nación involucrada ha entrado en un período de declive económico relativo. La historia del auge y caída posterior de los países líderes del sistema de grandes potencias desde el progreso de Europa occidental en el siglo XVI —esto es, de naciones como España, los Países Bajos, Francia, el Imperio británico y, en la actualidad, los Estados Unidos— muestra una correlación muy significativa a largo plazo entre capacidades productivas y de aumento de ingresos, por un lado, y potencial militar, por otro.

La historia del «auge y declive de las grandes potencias» que se presenta en estos capítulos puede resumirse aquí. El primer capítulo describe el escenario de todo cuanto sigue mediante el examen del mundo alrededor de 1500 y el análisis de las fuerzas y debilidades de cada uno de los «centros de poder» de la época: la China de la dinastía Ming; el Imperio otomano y su retoño musulmán en la India, el Imperio mongol; Moscovia; el Japón Tokugawa y el puñado de Estados de Europa occidental-central. A comienzos del siglo XVI no era en absoluto evidente q

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