Skandar y el ladrón del unicornio (Skandar 1)

A.F. Steadman

Fragmento

skandar_y_el_ladron_del_unicornio-3

Prólogo

El cámara oyó a los unicornios antes de verlos.

Alaridos agudísimos, gruñidos asesinos, el rechinar de dientes ensangrentados.

El cámara olió a los unicornios antes de verlos.

Aliento rancio, carne putrefacta, el hedor de la muerte inmortal.

El cámara presintió a los unicornios también antes de verlos.

En lo más profundo de su ser tronaron sus pútridas pezuñas y el pánico empezó a invadirlo, hasta que todos los nervios, todas las células, le ordenaron que echara a correr. Pero tenía un trabajo que hacer.

El cámara divisó a los unicornios surgir sobre la cima de la colina.

Eran ocho. Gules malignos galopando por la pradera, alas esqueléticas desplegándose y alzando el vuelo.

Como el ojo de un huracán tenebroso, el humo negro se arremolinó alrededor de los temibles unicornios, un estruendo resonó a su paso y, a lo lejos, los rayos golpearon la tierra bajo sus horripilantes patas.

Ocho cuernos fantasmagóricos rasgaron el aire mientras los monstruos bramaban su grito de guerra.

Los aldeanos se pusieron a chillar; algunos intentaron huir corriendo. Pero ya era tarde, demasiado tarde.

El cámara aguardaba de pie en la plaza del pueblo cuando aterrizó el primer unicornio.

Echó chispas al bufar y piafó sembrando el caos y la confusión con cada descomunal resoplido.

El cámara siguió grabando pese al temblor en las manos. Tenía un trabajo que hacer.

El unicornio agachó la gigantesca cabeza, el afiladísimo cuerno apuntó directo a la lente.

Los ojos inyectados en sangre se toparon con los del cámara y en ellos sólo vio destrucción.

Ya no había esperanza para aquel pueblo. Ni para él.

Pero siempre había sabido que no sobreviviría a una estampida de unicornios salvajes.

Sólo esperaba que las imágenes llegaran al Continente.

Porque, en cuanto ves a un unicornio salvaje, ya estás muerto.

El hombre bajó la cámara con la esperanza de haber hecho su trabajo.

Porque los unicornios no habitan los cuentos de hadas, sino las pesadillas.

skandar_y_el_ladron_del_unicornio-4

imagen

skandar_y_el_ladron_del_unicornio-5

1

El robo

Skandar Smith contemplaba el unicornio del póster colgado enfrente de su cama. Fuera ya había suficiente luz para distinguir las alas del animal extendidas en pleno vuelo: una brillante armadura plateada recubría casi todo su cuerpo y sólo dejaba al descubierto sus ojos rojos enloquecidos, una enorme quijada y un afilado cuerno gris. Escarcha de la Nueva Era había sido el unicornio favorito de Skandar desde que hacía tres años su jinete, Aspen McGrath, se había clasificado para la Copa del Caos. Y el muchacho creía que ese día, en la carrera anual, a lo mejor tenían posibilidades de ganar.

Le habían regalado aquel póster el día en que cumplió trece años, hacía tres meses. Se había quedado mirándolo un buen rato en el escaparate de la librería, imaginando que él era el jinete de Escarcha de la Nueva Era y que estaba allí de pie, junto al marco del póster, listo para competir. Se había sentido muy mal al pedírselo a su padre. Desde que tenía memoria, siempre habían ido justos de dinero y por lo general no pedía nada. Pero Skandar deseaba aquel póster con toda el alma...

Se oyó un gran estruendo en la cocina. Cualquier otro día se habría levantado de la cama de un salto, aterrado por que pudiera haber un desconocido en el piso. Normalmente, él o su hermana, Kenna, que dormía en la cama de enfrente, se encargaban de preparar el desayuno. El padre de Skandar no era un vago, en absoluto, simplemente le costaba muchísimo levantarse, sobre todo cuando no tenía un trabajo al que ir. Y ya llevaba una buena temporada sin trabajar. Sin embargo, aquél no era un día cualquiera. Era el día de la carrera. Y, para su padre, la Copa del Caos era aún mejor que los cumpleaños, era incluso mejor que la Navidad.

— ¿Cuándo vas a dejar de mirar embobado ese estúpido póster? — refunfuñó Kenna.

— Papá está preparando el desayuno — dijo Skandar con la esperanza de que aquello la alegrara.

— No tengo hambre. — Le dio la espalda y se volvió hacia la pared; el pelo moreno le asomaba por debajo del edredón— . Y, por cierto, es imposible que Aspen y Escarcha de la Nueva Era ganen hoy.

— Pensaba que no te interesaba.

— Y no me interesa, pero... — Kenna se dio de nuevo la vuelta y lo miró con los ojos entornados a causa de la luz de la mañana— . No tienes más que fijarte en las estadísticas, Skar. Los aleteos por minuto de Escarcha están más o menos en la media de los veinticinco competidores. Y luego tiene el problema de que su elemento aliado sea el agua.

— ¿Qué problema?

El muchacho estaba loco de contento, aunque Kenna insistiera en que Aspen y Escarcha no ganarían. Su hermana llevaba tanto tiempo sin hablar de unicornios, que Skandar casi había olvidado cómo era. Cuando eran más pequeños se pasaban el día discutiendo sobre cuál sería su elemento si lograban convertirse en jinetes de unicornio. Kenna siempre decía que sería diestra en fuego, pero Skandar nunca se decidía.

— ¿Ya te has olvidado de tus clases de Cría? Aspen y Escarcha están aliados con el agua, ¿no? Y entre los favoritos hay dos jinetes diestros en aire: Ema Templeton y Tom Nazari. ¡Los dos sabemos que el aire tiene ventaja sobre el agua!

La hermana de Skandar estaba apoyada en un codo, la cara delgada y pálida le ardía de la emoción, tenía el pelo castaño revuelto y sus ojos refulgían. Kenna era un año mayor que Skandar, pero se parecían tanto que a menudo los tomaban por gemelos.

— Ya lo verás — dijo él sonriendo— . Aspen ha aprendido de sus anteriores Copas del Caos. No usará sólo el agua, no es tan tonta como para eso. El año pasado combinó los elementos. Si yo fuera el jinete de Escarcha de la Nueva Era, optaría por los rayos y los ataques remolino...

A Kenna le cambió la cara de inmediato. Los ojos se le apagaron; la sonrisa se le borró de la comisura de los labios. El codo se le hundió y ella se volvió de nuevo hacia la pared, arropándose los hombros con el edredón color coral.

— Perdona, Kenn. No quería...

El olor a b

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos