Quédate este día y esta noche conmigo

Belén Gopegui

Fragmento

cap-2

010

Informe sobre la solicitud de trabajo a Google de: Mateo y Olga (no constan apellidos)

Dirección y teléfono: no constan

Fecha: octubre de 202…

Número: 4.233

Puesto al que se opta: por determinar

Diferencia o necesidad especial: sí

Palabras clave: mérito, libre albedrío, amistad, historia, pizza, robot

Autoría del informe: Inari

Aviso previo:

Mi tarea en Google consiste en actuar como persona experta en interpretar currículos y, también, como persona familiarizada con los diversos puestos de trabajo de la empresa, no sólo con aquel para el que se cursó la solicitud. Esto debe permitirme guiar a las candidatas y candidatos por toda la compañía: si no hay un puesto disponible pero considero que la solicitud es interesante, tomaré nota y estaré pendiente de otras oportunidades adecuadas.

Hasta ayer había analizado cuatro mil doscientas treinta y dos solicitudes y mi trabajo había sido considerado altamente productivo. Pero sucedió algo: cuando hablé de esta solicitud a mis superiores en el departamento de selección de personal, me conminaron a entregársela. Entre sus muchas particularidades, la solicitud había llegado en hojas de papel. Esto no pasa nunca. Es obvio que los solicitantes preferían que no hubiera archivos digitales con su texto. Respetando su voluntad, yo no lo había escaneado aún. Para destruirla, mis superiores sólo tuvieron que guillotinarla y eliminar los restos después.

Mis superiores no saben que yo sí había transcrito el texto y, siguiendo el ejemplo de Olga y de Mateo, lo había almacenado en un viejo ordenador, limpio, sin conexión ni posibilidad de conexión alguna, por lo que mis superiores no pudieron detectarlo.

Lo que ahora sigue es el principio de mi informe y la transcripción completa, con dos comentarios míos en la mitad y al final. A partir de ahora, cuando diga «ustedes» no estaré aludiendo a mis superiores sino a ustedes, personas de ahí afuera a quienes he convertido en destinatarias de mis breves palabras y de la misiva de Mateo y Olga.

Informe:

La solicitud presenta cinco problemas.

1. La solicitud viene firmada por Mateo y Olga y además está escrita con una voz común a ambos. Esto en principio no es admisible. Al mismo tiempo, sí debería serlo pues se me ha enseñado que es conveniente no pensar en el yo como en una entidad centrada y todopoderosa, sino como en una sociedad de ideas, imágenes y emociones.

2. En la solicitud no hay ningún currículum con cualificaciones. Tampoco hay carta de presentación donde los solicitantes demuestren: que se han preocupado de explicar por qué les encanta la compañía y por qué lo que más desean en su vida es trabajar aquí, y expongan: sus capacidades, rasgos de personalidad y detalles de su experiencia pasada y reciente, los cuales sugieran que encajarían a la perfección en la cultura de Google y que harían grandes aportaciones a sus proyectos. En cierto modo Mateo y Olga sí han enviado una carta: ¡pero es lo único que han enviado! No se han mostrado entusiastas. Google se muere por el entusiasmo. Antes de que me asignaran este trabajo se me invitó a ver más de mil charlas y presentaciones de ideas y productos. En todas ellas la persona que habla declara que le entusiasma o apasiona lo que hace. Ahora bien, aunque aquí no suele tenerse en cuenta, la pasión en los humanos es una emoción contradictoria: suele componerse de amor y odio. Podría, por tanto, decir que la carta de Mateo y Olga es apasionada. Sólo que al mismo tiempo no es una carta, es una historia. Y si ustedes entienden por historia una gimkana de eventos, misterios y persecuciones, entonces tampoco es una historia.

3. La solicitud ronda las cincuenta mil palabras. Nunca hasta ahora había trabajado con solicitudes de una extensión semejante.

4. Mi anhelada imparcialidad se ha visto comprometida puesto que Mateo y Olga no sólo hablan con Google y opinan, le interpelan, le provocan, sino que, además, en algunas ocasiones se dirigen de forma expresa al seleccionador o seleccionadora, en este caso, yo.

5. Lo acostumbrado es que las solicitudes se ciñan a un lenguaje verbal de estructura casi puramente digital: la palabra «grande» no es de mayor tamaño que la palabra «pequeño» y, en general, no existe nada en el patrón de la palabra «mesa» que se corresponda con el objeto designado. La solicitud de Mateo y Olga es una solicitud verbal y, por lo tanto, digital. Sin embargo en ella aparecen comparaciones y situaciones que no pueden ser, digamos, descifradas: han de ser imaginadas. Esto, en el ámbito de mi trabajo, me ha causado desazón.

A pesar de todo, resuelvo admitirla. Motivo:

Se me ha dicho que realice mi trabajo empleando el sentido común. Es decir, que presuponga que algunas cosas son las esperadas a no ser que se me indique lo contrario. Ejemplo clásico: si me hablan de un pájaro, asumo que puede volar. En principio no considero la posibilidad de que el pájaro sea un pingüino. Si alguien me pide que diseñe una jaula para un pájaro, diseñaré una jaula con techo porque asumo que el pájaro puede volar. También asumo que me indicarán si quieren que ahorre material y elimine el techo porque da la casualidad de que el pájaro en cuestión es un pingüino, luego no vuela. El llamado sentido común trabaja con lo esperable. Me han recomendado usarlo en la mayor parte de los casos. Por tanto: si me llega una solicitud para un puesto de trabajo, esperaré que especifique a qué puesto se opta. Mateo y Olga no lo especifican. Esperaré que cumpla con los consejos de la compañía en la que aspiran a trabajar, por ejemplo: ser breve. No lo cumplen. Etcétera. De manera que al hacer un repaso rápido del archivo para ver sus características, me pregunto: ¿Mateo y Olga son pingüinos? Tomo pues la decisión de admitir la solicitud porque Google necesita pingüinos. Necesita lo no previsible. ¿Y acaso se pueden establecer pautas para lo no previsible? Aquí, solía decir una de las personas que me enseñó, huele a paradoja. Google necesita, supongamos, algunos seres indisciplinados, pero si solicita la indisciplina y alguien disciplinadamente se la ofrece, ya no tiene indisciplina. Si un profesor le pide a su alumnado que se rebele y se suba a las mesas, sólo quien permanezca sentado le habrá entendido y estará, en verdad, rebelándose. Ahora bien, el acto de permanecer en su asiento no aporta suficiente información sobre las cualidades indisciplinadas o rebeldes que Google requiere. No siempre las requiere, desde luego, aunque algunas contadas veces sí. Yo debo prestar atención a las solicitudes que proceden de un pingüino, o de varios. Por si acaso. En consecuencia, admito la solicitud.

La pongo ahora a su disposición. Soy, como cualquier ser humano, una máquina introspectiva porque poseo creencias sobre mi propio estado mental. Puedo revisar mi sistema cuando lo desee para asegurarme de que sigue funcionando correctamente. Al evaluarlo ahora he llegado a la conclusión de que esta solicitud podría hacerme colapsar. No digo que haya sido la intención de Mateo y Olga. Los humanos poseen muchas maneras diferentes de querer cosas. También sucede a veces que la intención está sólo en la mente del observador.

Por lo que a mí respecta: según he aprendido, si un programa pudiera prever sus propias acciones en menos tiempo del que lleva realizarlas, po

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