Rayuela (Edición conmemorativa de la RAE y la ASALE)

Julio Cortázar

Fragmento

01-Rayuela-Portadillas_Sumario

Limpia, fixa, y da esplendor

En el contexto de la celebración del VII Congreso Internacional de la Lengua Española en la ciudad argentina de Córdoba el próximo mes de marzo, la Real Academia Española (RAE), la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) y la Academia Argentina de Letras (AAL) han querido rendir homenaje a uno de los autores en español más importantes de todos los tiempos y a su obra más emblemática, Rayuela, que conmocionó el panorama cultural de su tiempo.

Se une este nuevo título a los ya publicados en la colección de ediciones conmemorativas de la Real Academia Española y de la Asociación de Academias de la Lengua Española: El Quijote (2004 y 2015), Cien años de soledad (2007), La región más transparente (2008), Pablo Neruda. Antología general (2010), Gabriela Mistral en verso y prosa (2010), La ciudad y los perros (2012), Rubén Darío. Del símbolo a la realidad (2016), La colmena (2016), Borges esencial (2017) y Yo el supremo (2017).

Más de medio siglo después de la publicación de Rayuela (1963)o Mandala, como también se pudo llamar—, la obra continúa siendo un hito fundamental en la narrativa contemporánea, una verdadera revolución para la literatura en español. Considerada por gran parte de la crítica como el prólogo del boom latinoamericano, esta considerada por el mismo Cortázar como «contranovela» se convirtió rápidamente, pese a las críticas, en un gran éxito editorial.

Su lectura, un desafío para el lector, que debe hacerla de salto en salto, como el juego de la rayuela, se plantea casi como una reescritura de la obra en el sentido de que él debe tomar parte activa asumiendo, por ejemplo, el orden en que la plantea: secuencial, de principio a fin; desde el capítulo 1 al 56, omitiendo los «Capítulos prescindibles»; según un orden aleatorio elegido por el propio lector, o bien siguiendo el «Tablero de dirección» propuesto por el autor. Curiosamente, este tablero deja fuera el capítulo 55, quizás otro guiño estructural al hilo mismo del juego, en el que se debe pasar por todas las casillas a excepción de aquella en la que se encuentra el tejo, que hay que saltarla.

Este es el verdadero origen de la novela, el intento de Cortázar por crear una estructura que «modificara las leyes del juego de la lectura» y que trascendiese el mero orden de los capítulos para instalarse en el propio texto, rompiendo así los esquemas tradicionales de la narrativa.

Nuestra edición incluye, además, la reproducción facsimilar y transcripción del Cuaderno de bitácora, manuscrito autógrafo de Cortázar que permite hacernos una idea del proceso de construcción de la obra, su primer esbozo. Se trata de un conjunto de más de cien páginas que pueden convertirse, en cierto modo, en una nueva guía de lectura y que nos proporcionan datos de todo tipo, desde los títulos que barajó el autor —«pero creo que esto debe llamarse Rayuela (Mandala es pedante)», p. 117; «Novela Los juegos», p. 43— hasta sus apuntes sobre técnica narrativa, el carácter de los personajes, o una serie de interesantes dibujos —pp. 33, 35, 119—. Editado por Ana María Barrenechea en la editorial Sudamericana en 1983, veinte años después de la aparición de Rayuela lo recuperamos de nuevo, gracias a la gentileza de la Biblioteca Nacional de Argentina, como complemento de la edición.

Asimismo, se han considerado para nuestra cubierta las precisas indicaciones que dio Cortázar al editor Porrúa para la primera edición, conscientes de su interés por las artes plásticas y el empeño que puso, concretamente, en su diseño —«Yo he sido siempre sensible a las tapas de los libros, y a veces he descubierto en ellas cosas extrañamente asociadas al texto»—, tanto en la disposición de la representación de la rayuela como de los colores que debían utilizarse —«los colores tienen que ser todo lo brillantes que se pueda, para contrastar con el fondo negro»—.

Coordinada por José Luis Moure, presidente de la Academia Argentina de Letras, la edición recupera, como complemento a la novela, tres textos magistrales de Gabriel García Márquez, Adolfo Bioy Casares y Carlos Fuentes, autores contemporáneos de Julio Cortázar, que dan cuenta de la dimensión del autor y de la recepción que tuvo la novela en su tiempo. Además, incluye trabajos de los escritores Mario Vargas Llosa y Sergio Ramírez, y de los críticos Julio Ortega, Andrés Amorós, Eduardo Romano y Graciela Montaldo, que muestran la intemporalidad de la propuesta narrativa cortazariana.

Completan el volumen una biobibliografía, compilada por la profesora María Alejandra Atadía, una bibliografía básica, y un glosario de voces utilizadas en la novela y un índice onomástico elaborados en estrecha colaboración entre la Academia Argentina de Letras y la Real Academia Española.

JC00236 copie.tif

© Herederos de Julio Cortázar

02-Rayuela-Gabriel_Garcia

2

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

EL ARGENTINO
QUE SE HIZO QUERER DE TODOS[1]

Fui a Praga por última vez hace unos quince años, con Carlos Fuentes y Julio Cortázar. Viajábamos en tren desde París porque los tres éramos solidarios en nuestro miedo al avión, y habíamos hablado de todo mientras atravesábamos la noche dividida de las Alemanias, sus océanos de remolacha, sus inmensas fábricas de todo, sus estragos de guerras atroces y amores desaforados.

A la hora de dormir, a Carlos Fuentes se le ocurrió preguntarle a Cortázar cómo y en qué momento y por iniciativa de quién se había introducido el piano en la orquesta de jazz. La pregunta era casual y no pretendía conocer nada más que una fecha y un nombre, pero la respuesta fue una cátedra deslumbrante que se prolonga hasta el amanecer, entre enormes vasos de cerveza y salchichas de perro con papas heladas. Cortázar, que sabía medir muy bien sus palabras, nos hizo una recomposición histórica y estética con una versación y una sencillez apenas creíbles, que culminó con las primeras luces en una apología homérica de Thelonious Monk. No solo hablaba con una profunda voz de órgano de erres arrastradas, sino también con sus manos de huesos grandes como no recuerdo otras más expresivas. Ni Carlos Fuentes ni yo olvidaríamos jamás el asombro de aquella noche irrepetible.

Doce años después vi a Julio Cortázar enfrentado a una muchedumbre en un parque de Managua, sin más armas que su voz hermosa y un cuento suyo de los más difíciles: «La noche de Mantequilla». Es la historia de un boxeador en desgracia contada por él mismo en lunfardo, el d

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos