Calle Erottaja

Karo Hamalainen

Fragmento

 

Personajes

 

Rainer Olavi Oraspää. Socio fundador de Erottaja, administrador de carteras del Fondo de Inversión Erottaja Altius. Dirige la unidad de administración de fondos de la empresa financiera W&R Suomi.

 

Krista Saukkonen. Socia fundadora de Erottaja. Responsable de las relaciones con los clientes más importantes de W&R Suomi.

 

Anders Sundström. Socio fundador de Erottaja. De excedencia sustitutiva en W&R Suomi.

 

Jacob Wilenius. Socio del grupo de empresas Wilenius & Rörstrand y director general.

 

Ralf Rörstrand. Socio del grupo de empresas Wilenius & Rörstrand y presidente de la junta directiva.

 

Christer Hammaren. Director general de W&R Suomi. Trabaja en la empresa desde que esta fue adquirida por los suecos.

 

Auli Haglund. Controladora de W&R Suomi. Trabaja en la empresa desde que esta fue adquirida por los suecos.

Marko Auvinen. Administrador de carteras auxiliar del Fondo de Inversión Erottaja Altius.

 

Christopher Singer. Fundador del banco de inversiones alemán Saliere, asesor empresarial.

 

Jaakko Leinovaara. Directivo industrial jubilado que ha invertido en el Fondo de Inversión Erottaja Altius y trasladado parte de su patrimonio a Suiza.

 

Pasi Viherniemi. Profesor de alemán del instituto de Leppävaara, de excedencia sustitutiva.

 

Prólogo

 

Lunes, 15 de septiembre de 2008, Espoo, Helsinki

Vergüenza. Prisa.

La esencia del chicle de menta se le extiende con virulencia por las encías, la saliva le humedece las comisuras de la boca.

La adrenalina acumulada en el cuerpo acaba de disiparle el cansancio y le espolea los órganos para que funcionen al máximo. Rainer Olavi Oraspää está hiperactivo, cambia de emisora de radio, es incapaz de concentrarse con el hilo musical, que le recuerda a un ascensor. Sigue cambiando de emisora, una y otra vez. Atrás queda la noche, el sueño y la vigilia, la sábana de raso pegada a la piel como un pósit.

El intermitente chasquea suavemente, como provocándolo, flirteando. Oraspää conduce su Audi A8 azul marino hacia la circunvalación Oeste en dirección a Lauttasaari. Pasan pocos coches, en el este el horizonte adquiere un tono violeta oscuro. El rumor constante del motor diésel. Una ligera presión sobre el acelerador sube la velocidad del coche hasta noventa por hora.

Le tiembla la pierna. Se aprieta el muslo con la mano. Calambre no, ahora no, ni en la pierna ni en la mente.

Miedo. Humillación. Los pensamientos se convierten en ideas, las ideas en palabras.

Todo transcurre con demasiada lentitud, las horas, los minutos, los espacios entre las farolas anaranjadas. Querría estar ya en su destino, querría que fuesen las once o, ¿por qué no?, ya por la tarde, querría que la tortura acabase porque lo peor es la espera, la incertidumbre sobre cómo arreglar el asunto con honradez. Con la mayor honradez posible, dadas las circunstancias.

No obstante, lo más importante es arreglarlo, al precio que sea.

Si es que son capaces de arreglarlo. ¿A cuánto ascienden las pérdidas? ¿Cómo van a explicarlas? ¿Quién las explicará? ¿Él? ¿Hasta qué punto su equivocado asesoramiento afectará a Altius?

Altius ha sido su vida durante quince años. Su trabajo duro le ha valido el éxito: con diferencia la mejor carrera productiva en diez años. Cinco veces elegido el mejor administrador de carteras de inversión en las votaciones de sus colegas. Es una estrella, por su atención personal hacen cola y su fama ha convertido al Fondo de Inversión Erottaja Altius en un imán, en el fondo mutuo equilibrado más popular de Finlandia. Ha atraído fondos privados e institucionales, incluyendo bancos como Nordea, Pohjola, Sampo Pankki y numerosos rivales más pequeños.

Es el hombre más envidiado de la calle Aleksanterinkatu, y también el más odiado. Ambos conceptos distan poco uno del otro.

No se le permiten fracasos.

Mucho menos meteduras de pata.

Si los periodistas se enteraran de que ha invertido fondos de Erottaja Altius en los bonos de Lehman Brothers, le clavarían un cuchillo en la espalda y se lo retorcerían. Alegría maliciosa alrededor de la hoguera.

Puede sentir cómo los comentarios sarcásticos de los columnistas le escuecen la piel.

Los clientes tienen más paciencia, pero junto con el bajo rendimiento y las turbulencias de los mercados de valores... Demasiados rescates. La tolerancia con los errores es baja, mantener la confianza requiere un gran esfuerzo. El dinero se escapa si el administrador financiero da muestras de estar herido.

Eres exactamente tan bueno como tu último trimestre.

El domingo fue tranquilo. Oraspää, su esposa Maria y sus hijos de cinco y siete años fueron a Nuuksio a hacer senderismo. El colorido otoñal de la naturaleza atrajo a mucha gente de la capital a disfrutar de los últimos momentos del verano, los caminantes atestaban las sendas hechas de largos troncos paralelos. En casa les esperaba un asado de alce: Maria había decidido vaciar el congelador ante la nueva temporada de caza.

Si Oraspää no hubiese encendido su ordenador, habría podido disfrutar de un domingo tranquilo hasta más tarde, incluso hasta la noche. No hubiese hecho equilibrios nerviosos con el plato de Villeroy & Boch sobre la esquina de su mesa de Billnäs en su estudio, ni tragado carne de alce bien cocido sin siquiera saborearla, sino que hubiese descorchado una botella de vino tinto en el piso de abajo y servido unas copas para él y su mujer.

Antes de sentarse a la mesa, Oraspää conectó su teléfono móvil, leyó su correo electrónico y comprendió que el paquete de ayudas para rescatar Lehman Brothers sería un fracaso. En las páginas de noticias solo se hablaba de cómo cada vez aparecían más problemas en las negociaciones y se presentaban cálculos cada vez más seguros de que el gobierno americano no rescataría a Lehman, al menos solo; tanto el título como la conclusión de un artículo, escrito la mañana del domingo por un prestigioso analista, eran funestos: «Lehman se acogerá al capítulo11.»

Había imaginado otra cosa.

Una estimación errónea. Una costosa estimación errónea.

Oraspää había aprendido a apreciar las opiniones de Nick y en varias ocasiones las había convertido en dinero. El analista tenía la capacidad de producir, a partir de pareceres y datos vagos, visiones globales y firmes conclusiones propias que, con asombrosa frecuencia, daban en el clavo. También esta vez se demostraba que las premon

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