Maju, ¡pará de hablar!

Cecilia Curbelo

Fragmento

Así como Joaco tiene ideas poco brillantes, admito que tiene otras que son geniales.

En la escuela, algo divertidísimo son los corredores con baldosas resbaladizas.

Como cuando llueve quedan los pisos mojados, si la subdirectora no nos ve (que es más botona que la directora), mis amigos y yo hacemos carreras sin zapatos y nos dejamos resbalar con las medias puestas.

Gana el que llega primero a la puerta de entrada.

¡Es recontra copado!

Igual yo siempre espero con ansias que podamos salir al patio, porque ahí es cuando puedo hacer lo que más me gusta, que es jugar a la pelota.

Bah, en realidad, ser árbitra de fútbol.

Algunas chiquilinas, como Tefy, que es repopular y pila de varones gustan de ella, se pasan horas con ese juego del elástico.

Tefy usa el pelo largo hasta la cintura y lo lleva suelto. Mamá dice que el pelo suelto en la escuela es una fiesta para los piojos, y por eso insiste en que yo me lo ate.

Así que debe de tener piojos (ahora que recuerdo, la he visto rascándose la cabeza).

A Tefy todos la idolatran como si fuese una estrella de YouTube o algo así. Es que es la mejor jugando al elástico y ya ganó varios campeonatos que hacen entre las amigas.

Pero a mí me gusta más jugar al fútbol con Julia y otros compañeros de la clase.

Hago de árbitra y tengo un silbato que me regalaron en mi cumpleaños número seis. Es rojo y hace un ruido agudo que no pasa desapercibido ¡para nadie!

Me encanta pitar y sacar tarjetas de mi bolsillo de la túnica.

Hicimos las tarjetas con mi papá: compramos cartulinas, una amarilla y otra roja, recortamos rectángulos y después los forramos con papel contact transparente para que no se doblen ni se estropeen.

En el bolsillo derecho me pongo las amarillas y en el izquierdo, las rojas. A veces, cuando las saco salen pegoteadas con restos de los caramelos masticables, pero bueno, ¿qué le voy a hacer? ¡La túnica solo trae dos bolsillos!

¡Deberían hacerla con cuatro, por lo menos!

Todos me respetan, aunque se enojan cuando toco el silbato y saco una de las tarjetas.

A los que protestan, si se ponen pesados, los suspendo para el próximo partido y listo: quedan calladitos.

Me gusta tener todo bajo control, y ya voy practicando para el futuro, cuando sea una árbitra de verdad.

El año pasado hubo un problema con la pelota. Julia le pegó tan fuerte (es rebuena jugadora, pero a veces se compenetra demasiado y provoca alguna lesión) y con tan mala puntería, que le dio en la cabeza a Raúl, un compañero de clase flaco y larguirucho.

Tuvimos que suspender el partido.

Raúl quedó como atontado. Se sentó en el banco de suplentes agarrándose la cabeza. Creo que contenía las lágrimas. No quería llorar, pero se ve que el golpe le dolía bastante.

Las maestras se pusieron como locas y llamaron a la directora, que a su vez llamó a la emergencia médica y a los padres de Raúl, que llegaron al mismo tiempo que la ambulancia.

¡Fue un caos!

Igual no pasó nada. Raúl se fue a la casa y al día siguiente estaba en la escuela como siempre.

Sin embargo, a partir de entonces, para evitar futuros problemas, prohibieron el uso de la pelota en el recreo, y fue un bajón para todos. Pasamos días y días sin saber qué hacer. Probé a saltar al elástico con Tefy y sus amigas, probé a jugar a las escondidas con el grupo de fútbol, probé a piedra-papel-tijera, a la mancha, al adivina-adivinador, a saltar la cuerda con Julia y Joaquín… ¡Todo me aburría, y al resto de mis compañeros les pasaba lo mismo!

Entonces a Joaquín, que ni siquiera juega el fútbol porque odia correr, y se queda mirando el partido en el banco de suplentes, se le ocurrió algo.

Cuando nos lo contó, nos pusimos de acuerdo. Al día siguiente llevamos medias viejas. Estuvimos tres recreos juntando las medias, uniéndolas entre sí y cortando tiritas con las que luego rodeamos el montoncito de medias, dándole forma redondeada. Por encima, la envolvimos con una media más fina, le hicimos un nudito, lo más pequeño que pudimos, y cortamos con tijera los sobrantes.

El resultado fue una pelota que, aunque no sea una de verdad ni pique y apenas rebote, sirve para jugar al fútbol sin lastimar a nadie.

Por votación unánime del equipo, agradecidos por la solución que encontró para volver a tener fútbol en los recreos, nombramos a CORTEJoaquín “arquero oficial”, y para sorpresa de todos, resultó que Joaco es excelente atajando.

¡Hasta él está maravillado!

La escuela, al final, no está taaan mal.

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