Andrea Camilleri y... ¿el último Montalbano?: «A los ochenta años es inevitable poner fin a muchas cosas, demasiadas»
El 30 de agosto de 2005, Andrea Camilleri ponía punto y final a la última peripecia del Salvo Montalbano y la guardaba en un cajón con la voluntad de que fuera publicada a su muerte. Él no lo sabía, claro, pero aún faltaban 14 años para su marcha (en julio de 2019) y el comisario tendría tiempo de investigar otros muchos casos (¡18 novelas más!); no obstante, el escritor quiso escoger con tiempo cómo se despedía el personaje de este mundo. En noviembre de 2016, sin embargo, Camilleri sacó el manuscrito del cajón y lo retocó «para actualizar el lenguaje empleado». El resultado es «Riccardino» (Salamandra), el último caso -esta vez sí- del inspector Salvo Montalbano (la novela fue públicada en 2020, apenas unos meses después de la muerte de Camilleri). Bajo estas líneas, a modo de tributo póstumo, reproducimos las dos notas del autor dedicadas al libro (una de 2005 y otra de 2016) y la nota a la edición original italiana, la cual corre a cargo de Sellerio Editore. Además, compartimos un documental producido por Penguin Random House Grupo Editorial que indaga en las claves del éxito de la serie de 33 libros que convirtió al siciliano en el escritor más popular de Italia en el cambio de milenio y en uno de los autores de novela negra más leídos de toda Europa.
Por Andrea Camilleri
Este documental producido por Penguin Random House Grupo Editorial indaga en las claves del éxito de la serie de 33 libros que convirtió al siciliano en el escritor más popular de Italia en el cambio de milenio y en uno de los autores de novela negra más leídos de toda Europa.
Ésta es la última novela protagonizada por el comisario Montalbano. La empecé el 1 de julio de 2004 y la he terminado el 30 de agosto de 2005. No voy a escribir ninguna más. Me da pena, pero a los ochenta años es inevitable poner fin a muchas cosas, demasiadas.
Por descontado, toda la historia es una invención de arriba abajo, ningún personaje puede vincularse a una persona real. Lo mismo sucede con las situaciones, los nombres de las empresas y de los bancos o los apellidos.
El contexto, en cambio, sí existe, por desgracia.
Quiero agradecer la ayuda de Emilio Borsellino, que me dio la inspiración para la historia del camión, que por supuesto modifiqué según mis intereses.
Esta novela está dedicada a Elvira Sellerio, mi «amiga del alma».
A. C.
Nota del autor. 2016.
Escribí lo anterior hace casi doce años.
Pasado el tiempo, en noviembre de 2016, con noventa y un años cumplidos, sorprendido de seguir vivo y con ganas de escribir, me ha parecido que sería buena idea «retocar» Riccardino.
He perdido la vista, de modo que me he visto obligado a pedirle a mi amiga Valentina que me lo leyera. Al escucharla, me han asombrado mis propias palabras, ya no me acordaba de la historia y me ha parecido buena y, por desgracia, todavía actual.
De hecho, no he cambiado nada de la trama, pero sí he considerado necesario actualizar el lenguaje empleado, que a lo largo de estos años ha evolucionado mucho, gracias a la confianza de los lectores que me han seguido y me han entendido y, con ello, me han permitido seguir avanzando.
Es evidente que el título de esta novela es una anomalía con respecto a todos los demás de la serie. En realidad, Riccardino era algo provisional que me prometí cambiar cuando llegara el momento de la publicación, pero a estas alturas prefiero que se quede como título definitivo, ya que con el tiempo le he cogido cariño.
Esta novela sigue estando dedicada, todavía con más afecto, a mi «amiga del alma».
A. C.
El último Camilleri
Nota a la edición original italiana
Riccardino es la última novela del comisario Montalbano. La publicamos exactamente un año después de la muerte de Andrea Camilleri. Con ello pretendemos rendir homenaje a un escritor, una figura pública y una persona extraordinarios. Ha sido una aventura de amistad, de libros, de trabajo y de diversión que ha durado cuarenta años, desde que a principios de la década de los ochenta Camilleri le entregó a Leonardo Sciascia una carpeta de documentos sobre una matanza olvidada que había tenido lugar en Porto Empedocle en 1848. El maestro de Regalpetra los estudió, consideró que el asunto era muy interesante y, en lugar de escribir uno de sus relatos, le propuso a Camilleri, por entonces director teatral y profesor de la Academia Nacional de Arte Dramático Silvio d'Amico, que fuese él quien contase aquella historia, con el compromiso de asegurar su posterior publicación. Esa aventura granjeó al autor un éxito espectacular y marcó el destino de esta editorial. Asimismo, dejó una honda huella en la literatura italiana y europea y dio lugar a un caso tal vez único en el mundo editorial internacional que surgió de la confianza y estima recíprocas entre Andrea Camilleri y la editora Elvira Sellerio, a las que con el tiempo se sumó una profunda amistad (él la llamaba «mi amiga del alma»). Nunca podremos agradecer lo suficiente al escritor que nos permitiera ser partícipes de todo ello.
«Siempre he destruido todo el rastro que llevaba a las novelas terminadas, pero en este caso me parece que puede ser beneficioso mostrar materialmente al lector la evolución de mi escritura».
Sin embargo, ésta no es la última novela de Montalbano escrita por Camilleri, ya que después de terminarla llegó a ofrecer a sus lectores, en los años sucesivos, muchas más. Riccardino, que fue concebida en 2004 y concluida en el año 2005, fue revisada por el autor con posterioridad, en 2016, momento en el que la actualizó sólo en lo referente a la lengua, sin alterar en absoluto la trama. Esa redacción de 2016, la definitiva, refleja cómo, a lo largo de los años, el lenguaje de Camilleri pasó (como asegura Salvatore Silvano Nigro) de la «lengua bastarda» que el autor oía de pequeño a la «lengua inventada» de Vigàta; es decir, que con el tiempo llegó a ser, como toda lengua, una forma de vida, la forma de vida de una provincia inventada.
En otro volumen, paralelo a éste, presentamos las dos versiones juntas, de acuerdo con el deseo del autor: «Siempre he destruido todo el rastro que llevaba a las novelas terminadas, pero en este caso me parece que puede ser beneficioso mostrar materialmente al lector la evolución de mi escritura».

Octubre de 2017. Andrea Camilleri en su casa de Roma, Italia. Crédito: Fabrizio Villa / Getty Images.
El libro, como los demás de la serie, está firmemente arraigado en el momento en que se escribió, del que constituye un agudo relato y también una crítica; no faltan, en efecto, las referencias a la literatura, a los sucesos y a la política (y su lenguaje) de aquellos días.
Riccardino supone, en consecuencia, la despedida del que (gracias también a su versión televisiva, de enorme éxito) es, sin duda, el personaje más popular surgido en la literatura italiana a caballo entre el milenio anterior y éste, un personaje que ha acabado siendo asimismo un referente ético y civil para Sicilia y para toda Italia.
El lector podrá ver hasta qué punto la relación entre el Autor y su Personaje era laboriosa, dialéctica y sumamente irónica. En esta novela se abre en canal en todas sus manifestaciones: entre personaje literario y televisivo e incluso entre personaje y actor. Al fin y al cabo, el propio Camilleri lo repitió públicamente en distintas ocasiones: por un lado, sentía la necesidad de liberarse de Montalbano, pero, por el otro, Montalbano volvía a llamarlo siempre y lo tentaba, casi lo obligaba, a escribir más y más historias sobre él para dejarlo crecer, cambiar, envejecer, como una criatura auténtica. Como si el comisario hubiera alcanzado una vida autónoma. Desde esa perspectiva, es evidente que existe una anomalía cuando el epílogo de una serie se escribió tantísimos años antes de su conclusión real. Camilleri quería escribir la última palabra de su puño y letra. Hay que añadir que en aquel 2005 había cumplido ochenta años y se sentía cansado (lo dice de forma explícita en la novela). Y tampoco hay que descartar, por último, que pensara seriamente en «liberarse» de Montalbano para poder dedicarse a otros asuntos (tal vez para centrarse más en la novela histórica, al menos según la acusación proferida por el propio comisario en estas páginas). Sabemos que sucedió lo contrario: una vez acabado Riccardino, se sucedieron dieciocho novelas y numerosos relatos, y Camilleri acabó el último Montalbano, El método Catalanotti, en el año 2018, de modo que siguió escribiendo historias de su criatura más querida hasta el final.

Octubre de 2017. Andrea Camilleri en su casa de Roma, Italia. Crédito: Fabrizio Villa / Getty Images.
Sea como sea, en 2005 Camilleri entregó a Elvira este originalísimo libro, que llevaba el título provisional de Riccardino (al que el autor acabaría cogiendo cariño), con la condición de que no apareciese hasta la conclusión de la serie. Inevitablemente, el hecho se adornó con distintas anécdotas entre las que destacan dos: la última novela de Montalbano se guardaba en la caja fuerte de la editorial Sellerio y en la trama el comisario acababa muriendo. Ante lo primero, Camilleri esbozaba una sonrisa y decía que en la editorial no había ninguna caja fuerte, como mucho estaría en algún cajón. La veracidad de lo segundo la descubrirá el lector de Riccardino. Es cierto, el comisario Salvo Montalbano de Vigàta ha llegado a su fin. Y dentro del argumento policíaco se desarrolla otra trama: el duelo entre el Personaje y su Autor (un tema, por cierto, recuperado en la reciente Conversación sobre Tiresias), en reconocimiento de la deuda contraída con su querido Pirandello. Aunque sin ningún intelectualismo, sin que el razonamiento perjudique la tensión del caso.
Es la magia de Camilleri, que trasforma no sólo las tramas, sino también todo ejercicio del sentimiento y de la razón en un relato capaz de implicar por completo al lector.