Julia Navarro por Benjamín Prado: «Hoy no hay choque de culturas, sino de costumbres»
En 2004, «La Hermandad de la Sábana Santa» presentó a una Julia Navarro que dejaba de lado 35 años de periodismo para dedicarse a la ficción. Ocho libros después, millones de ejemplares vendidos en más de 30 países y adaptaciones para televisión, es una de las autoras más leídas del castellano y su mirada sigue siendo un escalpelo para auscultar las zonas más dolorosas del presente. Con motivo de «De ninguna parte» (Plaza & Janés, 2021), su colega y amigo Benjamín Prado conversó con ella para adentrarse juntos en una zona de incomodidad rayana con lo incorrecto: el uso del hiyab, las tensiones entre los feminismos occidentales y musulmanes, el cinismo de la política, el precio de las concesiones ante lo políticamente correcto, la creciente derrota de la información ante el imperio del entretenimiento, el fenómeno del fanatismo y la polarización de una sociedad replegada en religiones y guetos.
Por Benjamín Prado
Julia Navarro. Crédito: Juan Manuel Fernández.
Benjamín Prado: Tengo la impresión de que De ninguna parte es una indagación sobre los orígenes del mal, sus orígenes geográficos, dónde empieza uno a hacerse malo. En ese sentido has tenido que trabajar mucho los personajes. Hubiese sido mucho más sencillo hacerlos perversos, malignos y, sin embargo, vemos gente que ha sido menospreciada en el colegio, que ha sufrido abusos, a quien le han mirado por encima del hombro… Y a veces el monstruo lo van construyendo sus víctimas, de alguna forma.
Julia Navarro: Ha sido así por ese interés que yo tengo en entender por qué suceden las cosas, creo. Por entender qué le pasa a uno en el transcurso de la vida para tomar ciertas decisiones, para torcer una vida, para convertirse en algo que no pensó que podría ser. Ha sido por los claroscuros. A mí es lo que me apasiona. Creo que a veces tengo la impresión de que también escribo para hacerme esas preguntas, y con papel y lápiz es como si fuera más fácil encontrar las respuestas. Sigo sintiendo fascinación por la condición humana.
Benjamín Prado: Muchas cosas de las que pasan en tu novela dependen del desprecio de unas personas sobre otras.
Julia Navarro: Sí, de ese desprecio nace el odio, la ira. Pero no quiero exonerar a los personajes de mi novela de lo que hacen. Intento explicarles y hacer un recorrido vital con ellos. No para justificarles, sino para encontrar una explicación.
Benjamín Prado: ¿Una justificación y una explicación no son lo mismo? En un mundo sin matices como vivimos, lo de las explicaciones no interesa. Interesan las definiciones.
Julia Navarro: A mí me interesan los matices. Me interesan los seres humanos y me interesan los porqués. Me ha costado mucho construir el personaje de Albir. Intentar meterme en la piel de un terrorista no ha sido fácil, pero sí he querido acompañar al personaje en todo su recorrido vital, en el que pasa de ser un adolescente que sueña con ser ingeniero a convertirse en un terrorista lleno de ira, de odio, de sed de venganza. Todos esos cabos sueltos que hay en él que tienen que ver con su infancia, con el desprecio que ha sufrido en el colegio, por ese amor absolutamente frustrado... Todo eso va convirtiendo a un personaje que termina siendo lo que es. Eso no lo exonera de convertirse en un monstruo, pero, de alguna manera, lo explica.
Benjamín Prado: Está este que mata porque es malo, y luego está el que mata porque es bueno. Un asesino legal que viste un uniforme de un ejército que mata a la familia del muchacho. Por eso también tenemos un poco la idea de que hay crímenes buenos y crímenes malos. Mata con el aval de un Estado, pero mata.
Julia Navarro: En ese sentido, hay un paralelismo entre los dos personajes. Ambos viven situaciones diferentes, pertenecen a familias diferentes con situaciones socioeconómicas diferentes. Pero, al final, cada uno tiene sus razones. Los dos se encuentran en una situación en la que, al final, creo que ambos sienten que están ahí pero no deberían estarlo.
Benjamín Prado: Ese es otro tema que te quería preguntar. Lo maligna que es la idea del sentido del deber. Los dos tienen un sentido del deber. Uno de una manera y otro de otra. A tal efecto el deber los convierte, no sé si en criminales, pero sí en asesinos.
Julia Navarro: Estás dentro de un grupo, y al estarlo, ese grupo te ampara en lo que haces, incluso matar. Uno con un Estado y un ejército detrás y el otro con otro ejército. Pero es lo mismo. Los dos sienten el amparo de sus comunidades. Eso también lo hacemos a diario. No matamos, pero esa pertenencia a una tribu nos lleva a escondernos detrás de la tribu o en ella.
Benjamín Prado: Eso es como en internet, ¿no? Las cacerías de internet.
Julia Navarro: Para hacer determinadas cosas que nos exoneran de nuestra responsabilidad individual.
Benjamín Prado: Otra cosa que también pensaba por la historia que cuenta la novela: los que aprietan el gatillo empiezan por cosificar a los demás. No hay inocentes. Al que va a Bruselas a cargarse a todo el que pueda en realidad se lo exculpa de tomar decisiones que consiguen que pasen determinadas cosas. El otro viene a matar a unos malos que a su vez van a matar a otros inocentes. Ni siquiera la gente que muere en estas guerras horribles del siglo XXI muere porque sea parte de un ejército, que, dentro de lo que cabe, se podría entender algo más.
Julia Navarro: Es un retrato de la sociedad en la que estamos viviendo. Otra cosa que me preocupa es el fenómeno de la responsabilidad que tenemos con los inmigrantes. Yo creo que no se les trata con la dignidad que merecen. Y creo que eso es vergonzoso. Me parece vergonzoso lo que ha estado pasando en la frontera entre Bielorrusia y Polonia. Hay cientos de personas que están viviendo un auténtico infierno. Y parece que la Europa que hemos construido, que es una Europa civilizada, de derechos, es solo así para nosotros. Pero vamos a ir poniendo muros y construyendo una Europa como si fuese una especie de urbanización de lujo estupenda en la que vivimos los europeos.
Benjamín Prado: Y que tampoco va a valer de nada. Eso nos lo ha enseñado el virus, ¿no?
Escala de grises
Julia Navarro: Y, además, la historia de la humanidad es una historia de inmigraciones. No se puede entender la historia del mundo sin entender los movimientos de gente que ha estado en un lugar y ahora están en otro. Podemos levantar todos los muros que queramos, no va a servir de nada. A veces se nos olvida que los campos de refugiados no están en otro continente, están en el seno de la UE. Con la crisis siria todas esas familias que iban por las carreteras llegaban a una frontera, los disolvían con manguerazos de agua, los niños lloraban… Bueno, menudo ejemplo de civilización que hemos dado. Por ese motivo, esto es un grito mío, como de rabia, de decir «esto no es lo que yo quiero, no es mi idea de Europa». Es fantástico para nosotros, pero ¿y para los demás? También pasa una cosa: cuando hay un acontecimiento nos ponemos todos estupendos, hacemos grandes declaraciones. Por ejemplo, con la reciente crisis de Afganistán. Vienen los afganos, los hemos traído, pero ¿y ahora qué pasa con ellos? No solamente hay una responsabilidad colectiva, sino también una responsabilidad individual, porque todas estas personas van a ser nuestros vecinos, van a ir al colegio de al lado. Hay que quitar esa mirada de soberbia de «es que tú eres diferente».
Benjamín Prado: Es la misma mirada para las dos cosas, porque luego, cuando la gente pone una bomba o mata a otros con drones, la idea es que esos muertos no importan mucho. Dices: «Bueno, ¿a quién le importan los muertos?». Todos nos horrorizamos con las Torres Gemelas y es normal, cómo no. Pero ¿nos horrorizamos lo suficiente por lo que pasaba en Afganistán o en Pakistán? Allí ponen bombas, matan niños, muere gente, y nos parece normal porque —tú fíjate en la terminología— son «daños colaterales». Lo mismo que a personas que vienen de otro país y se les llama «personas ilegales». Pero ¿cómo puede ser ilegal una persona? Fíjate en la terminología. Es verdaderamente terrorífica. Por eso creo que novelas como De ninguna parte son un toque de atención importante, sobre todo con alguien que tiene tantos lectores como tú.
Julia Navarro: Es una manera de decir: «¿Qué le pasa a un adolescente cuando un amanecer unos tipos irrumpen en su casa y se cargan a toda su familia?». Yo creo en la libertad del ser humano. Es cierto que podría haber elegido un camino diferente, pero siempre digo que las circunstancias son como una mochila que uno lleva a la espalda y que no es tan fácil quitársela de encima.
«La cultura es una cosa, las costumbres son otras. La cultura para mí es la literatura, el cine, la música. Las costumbres son otra cosa. Yo no creo que Oriente y Occidente tengan un choque de culturas sino un choque de costumbres». Julia Navarro.
Benjamín Prado: Otro personaje que me gusta mucho es el de Nora. Es casi mi favorita.
Julia Navarro: Su madre también me gusta mucho, Fátima. Porque es una mujer que nunca levantará la voz. Solo una vez lo hizo y se llevó un bofetón. Pero es una mujer que se ha resignado a lo que es su vida y su suerte. Sin embargo, siente que la pulsión por la libertad que tiene su hija tiene sentido, esa libertad merece ser vivida. Cuando Nora se convierte en una expulsada de su propia comunidad siempre puede contar con la mano de Fátima, que no se va a quitar nunca el pañuelo, que nunca llevará la contraria a su marido, que permanecerá muda y sorda, pero esa mano siempre estará tendida hacia su hija.
Benjamín Prado: Es la idea que siempre tengo de que las mujeres pierden dos veces más que los hombres en cualquier guerra.
Julia Navarro: Fíjate en Afganistán. Yo creo que las mujeres afganas no solo están sufriendo la crueldad de un régimen brutal, sino que están viviendo una segunda cárcel.
Benjamín Prado: Que puede que sea incluso peor que la primera porque ya habían conocido algo mejor. Claro, a Nora la tratan como si fuera una inmigrante dentro de su propia familia en el momento en que desobedece. Al salirse de los carriles que le han impuesto, el padre se convierte en el enemigo, el hermano también, y excepto la madre parece que todo el mundo está en su contra.
Julia Navarro: Esto les pasa a muchas chicas. De vez en cuando hay alguna noticia perdida en los periódicos. Una alumna le cuenta a su profesora que la van a mandar a la ciudad de origen de sus padres para casarlas.
Benjamín Prado: A propósito de esto, ¿no te parece peligrosa esta defensa que se hace a veces desde sectores supuestamente liberales que dicen: «Oye, esto son tradiciones»?
Julia Navarro: Hay una cosa contra la que me revelo, y es cuando dicen: «Es que hay un choque de culturas». No, un choque de culturas no. La cultura es una cosa, las costumbres son otras. La cultura para mí es la literatura, el cine, la música. Las costumbres son otra cosa. Yo no creo que Oriente y Occidente tengan un choque de culturas sino un choque de costumbres. Yo creo mucho, además, en el espacio público. El espacio público es en el que todos vivimos porque democráticamente hemos decidido cuáles son las reglas del juego. Por tanto, es como decir, mire, en nuestras reglas, en las que hemos decidido todos para poder vivir, pues a nuestras chicas no se les rebana el clítoris. Será una costumbre, pero aquí no se lo vamos a permitir. En este espacio común en el que vivimos, esto no tiene cabida. Entonces, eso de que su hija se vaya a casar o de que a determinada edad tienen que cubrirse para hacer Educación física, pues aquí no. Y, en ese sentido, tenemos una mentalidad paternalista y peligrosa. Yo leo y sigo muchísimo lo que dicen las feministas musulmanas, y siempre hay una queja hacia las feministas occidentales diciendo «oigan, ustedes por qué defienden cosas contra las que nosotras estamos luchando». Hace unas semanas lo dijo Mónica Oltra, ¿no? ¿Cómo puede decir que el pañuelo es lo mismo que ponerse pendientes?
Benjamín Prado: Sí, pero Fatima Hamed lo llevaba y es miembro de la Asamblea de Ceuta.
Julia Navarro: Pues mira, yo lo siento, pero no. El cuerpo de la mujer ha pertenecido siempre a los hombres. Nunca nos hemos pertenecido a nosotras mismas. Hasta ahora. Entonces, no podemos consentir que el cuerpo de la mujer siga penalizado y siga siendo algo que ocultar. Es decir, son ellos, sois vosotros los hombres los que tenéis que cambiar la mirada, no nosotras las que nos tenemos que ocultar. Llevamos siglos ocultándonos porque éramos propiedad de otros. Entonces, a mi propiedad que no la miren, que no se acerquen y que no la toquen. Pues no, no somos propiedad de nadie. Entonces si me da la gana exhibir mi cuerpo, sea de la forma que sea, por qué no lo voy a hacer. Cambie usted su mirada. Yo defiendo que las mujeres somos dueñas de nuestro cuerpo. Por tanto, todo signo que signifique, como es el caso del hiyab y el burka, que nos tenemos que tapar, me molesta.
Julia Navarro. Crédito: Juan Manuel Fernández.
Benjamín Prado: Eso tiene mucho que ver también con la entrada de la religión en las casas y en las camas de la gente, que trata mucho la novela.
Julia Navarro: Por tanto, la revolución francesa fue fantástica. Puso las cosas en su sitio. El Estado por un lado y la religión por otra. Yo respeto muchísimo el derecho democrático a que cada uno pueda creer lo que quiera, rezar lo que quiera; pero eso pertenece al ámbito privado, no al ámbito público. En el ámbito público la religión no tiene nada que decir.
Benjamín Prado: Ya sabes que eso en la práctica no funciona muchas veces así. Yo tengo la teoría de que la fe es buena, la religión es mala. La fe de la gente es absolutamente defendible. La religión católica es profundamente misógina. Las mujeres no pueden ser papas, no pueden ser curas, simplemente pueden ser monjas.
Julia Navarro: Bueno, pero esto es un club, yo no le digo cómo se organiza usted en su vida. Haga lo que quiera mientras esto no influya en el espacio público.
Benjamín Prado: Pero influye. La religión católica en España está presente en cada rincón del país. Venimos de esa cultura, hemos estudiado eso, no lo podemos negar, tiene sus virtudes, tiene sus ventajas, sus inconvenientes, pero es cierto que es una organización absolutamente misógina.
Julia Navarro: El problema del siglo XXI en estos momentos para las mujeres no es el catolicismo, sino que para las mujeres de origen musulmán su religión tiene un peso absoluto en sus vidas. Esto sólo se consigue cambiar con la educación y a través de defender que en el espacio público todos somos iguales. Entonces, con respecto al problema del cuerpo de la mujer, yo no comprendo cómo hay sectores del feminismo que son capaces de decir que llevar hiyab es lo mismo que llevar pendientes.
Benjamín Prado: Otra cosa de la novela que me ha interesado mucho es incidir en la idea de estas personas a las que mandan ponerse un cinturón e inmolarse. Aquí muchos pensamos: «No, es que esta gente se inmola porque creen que van a ir al paraíso». En tu novela no es así, tienen un miedo y unas dudas tremendas. Buscas la parte humana de todos los aspectos.
Julia Navarro: Yo lo que busco es escribir historias de seres humanos. No me gustan los héroes. Yo prefiero esa parte íntima que tienen todos los seres humanos. Enseñar qué es el miedo, qué es la rabia, qué es la frustración.
«Llevamos siglos ocultándonos porque éramos propiedad de otros. Entonces, a mi propiedad que no la miren, que no se acerquen y que no la toquen. Pues no, no somos propiedad de nadie. Entonces si me da la gana exhibir mi cuerpo, sea de la forma que sea, por qué no lo voy a hacer. Cambie usted su mirada. Yo defiendo que las mujeres somos dueñas de nuestro cuerpo. Por tanto, todo signo que signifique, como es el caso del hiyab y el burka, que nos tenemos que tapar, me molesta». Julia Navarro.
Benjamín Prado: ¿Por qué privamos a esas personas de sentimientos tan humanos como el miedo? Parece que fueran todos unos fanáticos robotizados… Es decir, está claro que en De ninguna parte se les ve cómo les lavan el cerebro, pero es que también sienten miedo lógicamente.
Julia Navarro: En el papel de ese crío que es tan joven y que lo que quiere es ser electricista como su tío; y, de repente, bueno... Es esa mirada de la comunidad, cuando tú te sientes parte de algo terminas haciendo lo que quiere esa comunidad por la cual te sientes protegido. Pero también tienes que pagar un tributo por pertenecer a ella.
Benjamín Prado: Es una reflexión tremenda sobre el cinismo en la política. El cinismo como motor de las cosas, es terrible.
Julia Navarro: Es que yo creo que los que toman decisiones no piensan en términos de personas. Es decir, somos gente. Es como si no tuviésemos nombre, como si no fuésemos individuos. Para ellos sólo somos un número.
Benjamín Prado: Unos deciden que otros se pongan un cinturón y otros te mandan ahí al desierto a pegar tiros y vuelves en un ataúd con bandera. En la novela se deja ver que aparte de todas las cosas que se hacen mal y que pueden cambiarse, también hay una reivindicación de los sistemas democráticos del mundo. Aún con todo lo que queda por hacer, pero sí que se ha conseguido un cierto margen de libertad. Lo digo porque a mí me irrita mucho cuando las cosas también se comparan.
Julia Navarro: Las democracias tienen su margen de mejora, pero yo creo que a ninguno nos gustaría vivir en un sistema que no fuera democrático. Tener ciertas posibilidades y la capacidad de tener un cierto control sobre nuestras vidas. Yo lo que quiero hacer es una llamada de atención de que las cosas no pasan porque sí. Hay unas causas.
Benjamín Prado: Y porque el mundo es injusto y desigual. Uno mira y ve gente que está arriba mucho mejor y tú estás abajo y a lo mejor quieres abrirte el camino a tiros hacia arriba, aunque sea el peor de los caminos. Es mucho más fácil construir un criminal cuando este ya tiene razones para la envidia, el rencor… Aquí, sin embargo, también hemos tenido un fenómeno como es el de la ETA que ha ocurrido en un sitio de España donde se vive muy bien, donde la renta per cápita es alta y donde se está mejor que en otros muchos sitios. Y sin embargo, ahí también han convencido a mucha gente para disparar pistolas. No eran personajes similares al terrorista de Afganistán. Sin embargo, alguien les comió la cabeza y acabaron poniendo bombas en los supermercados...
Julia Navarro: La condición humana, esos claroscuros. ¿Cuál es el resorte que le lleva a alguien a pensar que su verdad es tan fuerte como para que tenga que imponerla ante los demás quitando vidas? Eso es tremendo, un viaje al corazón de las tinieblas.
Benjamín Prado: Siempre se empieza por considerar al otro peligroso para ti.
Julia Navarro con Benjamín Prado. Crédito: D. R.
Julia Navarro: También he querido hacer una reflexión sobre el periodismo. Hay una cosa que me preocupa, y es cómo se han ido difuminando las fronteras entre lo que es información y entretenimiento. Creo que vivimos en una sociedad cada vez más infantil y en la que hay un objetivo de que estemos todos entretenidos. Veo que a las plataformas estas que todos tenemos en casa les das un botón y... bueno, yo necesitaría varías vidas para ver todo esto. O coges un teléfono móvil y puedes hasta conectar con Marte. Tenemos a los niños agotados entre tantas actividades a los que los sometemos para que se entretengan. Cuando mi hijo era pequeño, yo pensaba: «Este niño está agotado, pero yo también». Porque si yo tengo que llevarle a que haga tantas cosas vamos a terminar los dos en un balneario para recuperarnos. Es decir, no dejamos a los niños que se aburran y el aburrimiento es muy creativo.
Benjamín Prado: Los grandes han salido del aburrimiento, lo comparto.
Julia Navarro: Yo también. Tenemos que estar entretenidos. Y en periodismo, lo que veo en los últimos años es que la frontera entre información y entretenimiento no existe.
Benjamín Prado: Es que la información ya no existe, existe la noticia.
Julia Navarro: Ahora se informa entreteniendo.
Benjamín Prado: Y manipulando.
Julia Navarro: Mira lo del volcán de La Palma. Hubo momentos en los que no sabía si estaba viendo una película o una tragedia por el modo en que se cuenta. Esa reflexión del papel de los medios, del papel de las televisiones. Lo de las televisiones me preocupa, estamos viendo un proceso de insensibilización: estás viendo un espectáculo en vez de estar dándote cuenta de que estás contemplando una tragedia. Que se esté difuminando la frontera entre información y entretenimiento es algo sobre lo que deberíamos reflexionar, porque yo creo que la información no es algo que esté para entretener ni que haya que hacerla entretenida. ¿Por qué hay que entretener a la gente cuando se le está contando lo que está pasando y lo que está pasando es algo serio?
Benjamín Prado: Porque esta sociedad te dice que si pones un cocinero, sube la audiencia; si hablas de inmigración, baja. En Estados Unidos ya hay periódicos a la carta, es un horror.
Julia Navarro: Estamos tratando entonces a los ciudadanos como niños, estamos infantilizando a la sociedad.
Benjamín Prado: Lo mismo que pasa en el mundo de la política, se trata a la gente como si fueran niños.
Julia Navarro: Yo me revelo contra eso.
Benjamín Prado: Si, yo también, pero…
Julia Navarro: Usted tráteme con respeto, usted cuénteme lo que sucede y cuéntemelo para que yo pueda con eso tener un criterio, pero no me entretenga contándomelo, porque yo ya me entretengo de otra manera.
Benjamín Prado: Lo que antes llamábamos titular servía para que lo que decíamos en una línea nos diese un indicio bastante aproximado de lo que ibas a leer en la noticia. Pero eso ahora ya no es titular, lo llaman gancho. Un gancho para intrigarte y que pinches en la noticia.
Julia Navarro: Si, ¿verdad?
Benjamín Prado: Eres una persona que ya no existe. Como yo, somos personas que no existimos.
Julia Navarro: Sí, sí. Lo sé.
Benjamín Prado: Nuestra idea de periodismo y lo que ahora se llama periodismo es un chiste.
Julia Navarro: El otro día me reuní con gente de la universidad y les dije: «Miren, yo no les digo cómo tiene que ser el periodismo del futuro porque yo ya lo único que tengo es pasado. Y sobre futuro, yo no estoy en ese futuro que se está configurando... y ni quiero estar».
Benjamín Prado: Ni hemos sido periodistas de camiseta, ahora son periodistas de camiseta. Tú cuando escribías en un periódico sabías que había una «línea editorial», y si ibas a otro había otra, pero es que ahora son periodistas de camiseta.
Julia Navarro: Cuando vas a una tertulia ya sabes lo que va a decir todo el mundo.
Benjamín Prado: La coherencia es de fanáticos, la coherencia es como la que no se cambia de peinado en 50 años. Entonces no has aprendido nada, no te han contado nada ni has visto nada que abre la mente y tu punto de vista.
Julia Navarro: Me parece peligrosísimo, parece puro fascismo. Mira, Manuela Carmena dijo hace unos meses una cosa que a mí me encantó: «Ni la gente de derechas se equivoca siempre ni la gente de izquierdas tampoco». Es la verdad de Perogrullo, y aun así es casi revolucionario.
Benjamín Prado: Yo lo siento, pero Madrid es la ciudad que no reeligió a Carmena. Para mí explica mucho de lo que es Madrid, te lo digo en serio.
Julia Navarro: Es que es algo que es como de sentido común. Sin embargo, lo ha dicho Manuela Carmena y es casi revolucionario. Es decir «qué valiente que se atreve a decir algo que alguien que tenga dos dedos de frente pensará».
«Hay una cesión en el derecho a la libertad de expresión. Cada vez somos una sociedad menos libre, por lo políticamente correcto, y estamos dejando que lo correcto lo marquen primero los políticos, que son los que están diciendo lo que es correcto creer o no creer, militar o no militar, y segundo los colectivos. Todos mis respetos para sus problemas, pero si uno es un imbécil... ¿por qué no lo voy a decir? (...) A mí, por ejemplo, me parece un disparate que hayan decidido que Diez negritos de Agatha Christie se llame ahora Los diez. ¿Qué hay de ofensivo en decir "negrito"?». Julia Navarro.
Benjamín Prado: Una última cosa que me gusta es la reflexión que hay sobre qué es un héroe.
Julia Navarro: A mí no me gustan los héroes.
Benjamín Prado: A ti no, pero es lo que pasa en el libro, es que al que se va a poner una bomba para matar a la familia de otro se le dice: «Tú eres un héroe». Qué peligrosos los héroes tal y como se entienden hoy en día, ¿no?
Julia Navarro: Me parece horrible la manipulación que se hace sobre los seres humanos llevándolos a «si haces esto, te conviertes en un héroe para los tuyos, entrarás en el paraíso, en el cielo, sé te recordará durante la posteridad». Es que es convertir a todas las víctimas en héroes. Ser una víctima es algo horroroso, mi respeto máximo y el apoyo, pero no eres un héroe. Estamos en una sociedad en la que nos estamos autocensurando, cada vez tenemos más miedo de decir en voz alta lo que pensamos.
Benjamín Prado: No puedes contar un chiste porque se te cabrea un colectivo. Que yo entiendo que hay chistes que son desagradables por muchas razones, pero no dejan de ser chistes.
Julia Navarro: Eso es, no deja de ser un chiste. Hay una cesión en el derecho a la libertad de expresión. Cada vez somos una sociedad menos libre, por lo políticamente correcto, y estamos dejando que lo correcto lo marquen primero los políticos, que son los que están diciendo lo que es correcto creer o no creer, militar o no militar, y segundo los colectivos. Todos mis respetos para sus problemas, pero si uno es un imbécil... ¿por qué no lo voy a decir?
Benjamín Prado: Hay un nivel de hipocresía extremo en eso.
Julia Navarro: Absoluto, pero porque la gente tiene miedo.
Benjamín Prado: Bueno o porque tiene miedo o porque tiene sus 10 minutos de fama gracias a la defensa de determinada postura.
Julia Navarro: Sí, pero también tienes miedo de que te insulten o te tachen de algo. Yo, como no estoy en las redes sociales, no me entero. Estoy en la vida real y bastante tengo con la real como para estar en la virtual. Con lo cual no me entero, pero sí noto que la gente tiene miedo, la gente te dice: «Opino esto, pero negaré que lo he dicho». Pero ya cada vez es más difícil expresarse con espontaneidad, incluso meter la pata. ¿Por qué no vas a decir una imbecilidad? ¿Por qué no vas a meter la pata?
Benjamín Prado: ¿Y para qué queda uno con los amigos para tomar cerveza y decir tonterías? El ocio consiste en destensar todas las cuerdas...
Julia Navarro: A mí, por ejemplo, me parece un disparate que hayan decidido que Diez negritos de Agatha Christie se llame ahora Los diez. ¿Qué hay de ofensivo en decir «negrito»?
Benjamín Prado: ¡Si han quemado los libros de Tintín en Canadá! Pero vamos a ver, ¡si avanzar se avanzaba hacia adelante! Es que ahora avanzan hacia atrás.
Julia Navarro: Estamos en la estupidez...
Benjamín Prado: La estupidez... Avancen ustedes hacia adelante, no hacia atrás.
Julia Navarro: Bueno, ¿y las sociedades norteamericanas que han decidido que hay determinados filósofos que no se pueden estudiar porque eran esclavistas? Pues mire usted, explíquelo, pero eso ya lo hemos superado.
Benjamín Prado: Luego le preguntas a cualquier novelista que quién quiere llegar a ser y te dicen que Nabokov... Y yo les digo: «No, mejor no, que ahora no te va a publicar nadie».
Julia Navarro: Cuando empezaba a leer y quería tener cierta culturita, a Nabokov había que leerlo. Ahora, en cambio, sería poco menos que pecado mortal. A mí es que me preocupa muchísimo esa pérdida de libertad. Me encanta Lo que el viento se llevó y no me voy a volver esclavista por verla porque entiendo que es un retrato de una época...
Benjamín Prado: Pues parece que ya hemos acabado y no nos hemos dejado palo sin tocar, ¿verdad?
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