¿Qué inventó el fútbol uruguayo que lo hizo ganador y hegemónico en el mundo durante algunas décadas?
¿Cómo una docena de encumbrados políticos lo fueron incorporando a la identidad nacional de una sociedad de inmigrantes hace cien años, creando una épica que vertebró el imaginario de un país exitoso?
¿Cómo se fue entretejiendo el portentoso desarrollo de la ciuda...
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¿Qué inventó el fútbol uruguayo que lo hizo ganador y hegemónico en el mundo durante algunas décadas?
¿Cómo una docena de encumbrados políticos lo fueron incorporando a la identidad nacional de una sociedad de inmigrantes hace cien años, creando una épica que vertebró el imaginario de un país exitoso?
¿Cómo se fue entretejiendo el portentoso desarrollo de la ciudad, el recorrido de los tranvías y las plazas de deportes, con el surgimiento de los clubes de fútbol?
¿Cómo simultáneamente se dio el proceso de democratización de los clubes grandes, acompañando el proceso de la sociedad?
¿Cómo fueron los partidos decisivos de los tres campeonatos mundiales ganados en seis años?
Cuando Uruguay realmente ganaba mundiales de fútbol, era un equipo proponedor, veloz, preciso, gambeteador y de cuidado toque de balón a ras del suelo.
¿Cómo se puede afirmar esto? Es muy fácil. Basta con ir y leer la abrumadora cantidad de testimonios y comentarios imparciales, generados por los especialistas europeos y por la abundante prensa regional. En este libro están las pruebas.
Pero una vez que un mito se ha instalado, se vuelve conservador y se traiciona a sí mismo. Así los uruguayos han olvidado que ganaron con excelencia y creen que lo hicieron con «garra charrúa» y, por qué no, con juego sucio. Este libro argumenta que tal reducción de aquel lujoso fútbol, «científico y artístico» a la vez, al mero concepto de «garra», fue una maniobra de revisionismo histórico impulsada en los años 60. Coincidió con la crisis cultural del país, y resultó una simplificación tardía y empobrecedora.
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