Los jardines de la Luna (Malaz: El Libro de los Caídos 1)

Steven Erikson

Fragmento

Creditos

Título original: Gardens of the Moon 

 Traducción: Miguel Antón Rodríguez 

1.ª edición: marzo 2017 

© Ediciones B, S. A., 2017 

Consell de Cent, 425-427 - 08009 Barcelona (España) 

www.edicionesb.com 

ISBN DIGITAL: 978-84-9069-667-5 

Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en el ordenamiento jurídico, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos. 

Contents
Contenido
Nota del autor
Dedicatoria
Agradecimientos
Mapa GENABACKIS
Dramatis personae
Cita: Enfriadas estas cenizas, abrimos un antiguo libro...
Cita: ¡El Emperador ha muerto!...
Prólogo
Año 1154 del Sueño de Ascua...
LIBRO PRIMERO. Pale
Cita: ... En el octavo año...
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
LIBRO SEGUNDO. Darujhistan
Cita: ¿Qué golpe de la fortuna ha acariciado nuestros sentidos?...
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
LIBRO TERCERO. La misión
Cita: Lejos danzan las marionetas...
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
LIBRO CUARTO. Asesinos
Cita: Soñé una moneda...
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
LIBRO QUINTO. Las colinas Gadrobi
Cita: Allende estas paredes de piel...
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
LIBRO SEXTO. La ciudad del fuego azul
Cita: Rumores como banderas ajadas...
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
LIBRO SÉPTIMO. La fiesta
Cita: La desolladura de Fander, la Loba de Invierno...
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Epílogo
Glosario
Mapa Darujhistan
malaz1

Nota del autor

No tiene sentido empezar algo sin ambición. He seguido fielmente esa creencia en muchos aspectos de mi vida, y me ha llevado a más de un estrepitoso fracaso. Todavía recuerdo, con algo de amargura, la respuesta que Cam (Ian C. Esslemont) y yo recibíamos cuando tratábamos de vender nuestros guiones para largometrajes y para televisión: «¡Maravilloso! ¡Único! Muy divertido, muy oscuro... pero aquí, en Canadá, la verdad es que no tenemos los fondos suficientes para financiar esas cosas. Buena suerte.» A eso le seguía una especie de consejo que solía ser lo más devastador de todo: «Inténtenlo con algo... más simple. Algo más parecido al resto de las cosas que se ven por ahí. Algo menos... ambicioso.»

Salíamos de las reuniones sintiéndonos frustrados, descorazonados y confusos. ¿De verdad acabábamos de escuchar cómo nos invitaban a ser mediocres? La verdad era que sonaba así.

Bueno, pues que le den a eso.

LOS JARDINES DE LA LUNA. Solo pensar en ese título hace que vuelvan a la vida todas esas nociones sobre la ambición, todo ese coraje juvenil que parecía llevarme una y otra vez a darme de cabeza contra un muro. La necesidad de presionar. De desafiar las convenciones. De ir a por todas.

Me gusta creer que era plenamente consciente de lo que hacía por aquel entonces. Que mi visión era cristalina y que de verdad estaba allí, de pie, preparado para escupirle a la cara a este género literario, aunque me deleitara en él (porque ¿cómo podía no hacerlo? Por mucho que despotricara contra sus estrategias literarias, me encantaba leer esas cosas). Ahora ya no estoy tan seguro. Es fácil actuar siguiendo los impulsos del momento para, luego, volver la vista atrás y atribuir una sólida conciencia a todo lo que salía bien, a la vez que se ignora lo que no funcionó. Demasiado fácil.

A lo largo de los años y de las muchas novelas que siguieron, algunas cosas se han ido haciendo evidentes. Empezando por LOS JARDINES DE LA LUNA, los lectores o aman u odian mi trabajo. No hay término medio. Por supuesto, preferiría que a todo el mundo le encantase, pero entiendo por qué eso no puede ser. Estos no son libros fáciles. No puedes leerlos por encima, es imposible. Más problemático aún, la primera novela empieza a mitad de lo que parece una maratón; o te lanzas a correr y te mantienes en pie hasta el final, o estás fuera.

Cuando tuve que enfrentarme a escribir este prólogo, pensé durante algún tiempo en usarlo como instrumento para suavizar el golpe, para minimizar la impresión de ser lanzado desde una gran altura a unas aguas muy profundas, justo en la primera página de LOS JARDINES DE LA LUNA. Algo de contexto, algo de historia, preparar un poco el terreno. Ahora he descartado esa idea. Joder, no recuerdo que Frank Herbert tuviese que hacer algo así con Dune, y si alguna novela fue una inspiración directa en cuanto a estructura, esa fue Dune. Estoy escribiendo una historia y, sea ficticia o no, la Historia no tiene un punto de partida real; incluso el origen y la caída de civilizaciones enteras son más confusos en lo

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos