Los poderes de la oscuridad

Bram Stoker

Fragmento

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Créditos

Título original: Powers of Darkness. The Lost Version of Dracula

Traducción: Daniel Hernández Chambers

1.ª edición: octubre, 2017

Introducción y notas: © 2016 by Hans Corneel de Roos

Prólogo: © 2016 by Dacre Stoker

Epílogo: © 2016 by John Edgar Browning

© 2017, Sipan Barcelona Network S.L.

Travessera de Gràcia, 47-49. 08021 Barcelona

Sipan Barcelona Network S.L. es una empresa

del grupo Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. U.

ISBN DIGITAL: 978-84-9069-866-2

Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidasen el ordenamiento jurídico, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.

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Contenido

Portadilla

Créditos

Dedicatoria

PREFACIO de Dacre Stoker

INTRODUCCIÓN

UNA HABITACIÓN CON VISTAS: LOS PLANOS DEL CASTILLO DE DRÁCULA

Los poderes de la oscuridad

PREFACIO DEL AUTOR

PARTE I. El castillo en los Cárpatos

CAPÍTULO UNO. DIARIO DE THOMAS HARKER

PARTE II

CAPÍTULO UNO. Lucia Western

CAPÍTULO DOS. La tormenta en Whitby

CAPÍTULO TRES. Del cuaderno de bitácora

CAPÍTULO CUATRO. Barón Siculi

CAPÍTULO CINCO. Los tártaros

CAPÍTULO SEIS. Enfermedad y muerte de Lucia

CAPÍTULO SIETE. La búsqueda de Thomas Harker

CAPÍTULO OCHO. Una visita al Castillo de Drácula

CAPÍTULO NUEVE. El convento

CAPÍTULO DIEZ. Thomas y Wilma se reencuentran

CAPÍTULO ONCE. De regreso en casa

CAPÍTULO DOCE. El profesor y Barrington

CAPÍTULO TRECE. La gente de Carfax

CAPÍTULO CATORCE. La fiesta

CAPÍTULO QUINCE. La conspiración

CAPÍTULO DIECISÉIS. La muerte del conde

CAPÍTULO DIECISIETE. Epílogo

POST SCRIPTUM de John Edgar Browning

AGRADECIMIENTOS

REFERENCIAS

NOTAS

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Dedicatoria

Dedicado a Petre Tutunea, Pienette Coetzee, Lounette

Loubser, Amanda Larasari, Marsha Maramis, Sarah

Mawla Syihabuddin, Susannah Schaff, Joyce Georgewill,

Aïda El Hani, Andreea y Teo Vechiu, Shantal Jeewon

Kim, Shiva Dehghanpour, Dian Risna Sapuri y Yofina

Pradani, quienes se ofrecieron voluntarios como

ayudantes de mi estudio creativo y han compartido mi

entusiasmo, mis dudas y mis preocupaciones sobre este

proyecto durante los últimos tres años.

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PREFACIO de Dacre Stoker

PREFACIO

de Dacre Stoker

Existen misterios cuya solución los hombres solo pueden vislumbrar, misterios que, por mucho tiempo que pase, solo resolverán a medias.

BRAM STOKER, Drácula, 1897

Es un honor escribir este prefacio para mi amigo y compañero de viaje Hans de Roos, que se ha atrevido a hurgar en el más reciente de los misterios de Drácula. Recuerdo muy bien la conversación telefónica en la que Hans me contó por primera vez que había significativas diferencias textuales entre la edición inglesa de Drácula y la edición islandesa. Una vez que me di cuenta de que Makt Myrkranna no era simplemente una traducción al islandés de Drácula, sino que se trata de una historia muy diferente, me pregunté: ¿quién era consciente de ello durante todos estos años? ¿Quién lo ha leído? Mientras le comunicaba a De Roos mi entusiasmo y mis primeras impresiones, me sentía impaciente por leer la traducción al inglés del texto islandés para así empezar a hacerme una idea de este nuevo descubrimiento. Además, me vi obligado a reflexionar de nuevo sobre el imborrable legado de la obra más célebre de mi tío bisabuelo.

Con regularidad, doy conferencias en eventos literarios y cinematográficos sobre la historia y los misterios que rodean Drácula, y siempre tengo la sensación de que los seguidores de la novela y de los subgéneros que ha inspirado están realmente interesados en cualquier información contextual sobre Bram y las circunstancias que dieron lugar a la novela. Drácula es considerado un clásico, en parte porque, más de un siglo después de su aparición, los lectores e investigadores siguen buscando las respuestas a los orígenes e interpretaciones de la novela. La traducción de Makt Myrkranna parece tener como origen una publicación en formato de serie en un periódico sueco, y la incertidumbre sobre cómo esta versión del relato original de Bram fue a parar allí constituye razón más que suficiente para que una nueva generación especule y se formule preguntas al respecto.

Con el hallazgo de De Roos se añade otro importante misterio a la lista de interrogantes sin resolver que envuelve al clásico del género gótico de Bram Stoker. Por ejemplo, ¿cómo pudieron sobrevivir 124 páginas de notas del autor a un viaje tan tortuoso antes de encontrar acomodo en el Museo Rosenbach de Filadelfia? Y ¿dónde estaba la única copia mecanografiada conocida de Drácula en los años que pasaron entre su llegada a Filadelfia y su adquisición final por parte de Paul Allen, famoso por ser fundador de Microsoft?

Parece ser que poco después de la publicación de la obra, Bram entregó la única copia mecanografiada conocida al coronel Thomas C. Donaldson, de Filadelfia, amigo íntimo y biógrafo de Walt Whitman, que se encargaba de los asuntos legales de muchos escritores. Tras la muerte de Whitman, y de acuerdo con sus deseos, Donaldson le dio a Bram las notas originales de la conferencia que el poeta había dado sobre Abraham Lincoln. En una de las visitas que Bram había realizado a casa de Whitman, ambos habían conversado sobre su mutuo interés en la figura de Lincoln. Más tarde, en sus propias conferencias sobre este, Bram citaría el exagerado relato personal de Whitman acerca de la noche en que dispararon al presidente. Donaldson falleció en 1898, y al año siguiente Henkel’s vendió su extensa colección de cartas y manuscritos. No obstante, transcurrió casi un siglo antes de que la copia mecanografiada de Drácula fuese encontrada en un garaje de Pensilvania entre las pertenencias de la familia Donaldson. La copia cambió de manos unas cuantas veces hasta que en 2002, después de ser ofrecida con enorme fanfarria por la empresa de subastas Christie’s sin que llegase a alcanzar el precio mínimo exigido, fue finalmente adquirida por Paul Allen.

El 7 de julio de 1913, quince meses después de la muerte de Bram Stoker, la venta por parte de Sotheby’s de su biblioteca personal incluía un libro escrito por el coronel Donaldson y dedicado en 1898 por su hijo, Thomas Blaine Donaldson, a Bram con las palabras «como recuerdo». En la misma subasta, James Drake, un tratante de libros de Nueva York, compró por el precio de dos libras el lote 182, que consistía en 124 páginas marcadas como «Notas originales y datos para su Drácula». Las «Notas» reaparecieron en 1946, en una imagen de la revista Life como parte de un reportaje sobre manuscritos raros en el que se decía que habían sido compradas para la colección Scribner por quinientos dólares. Más tarde, en 1970, el Museo Rosenbach de Filadelfia las compró a un anticuario de libros llamado Charles Sessler. No fue hasta mediados de esa década cuando, gracias a dos catedráticos del Boston College, Raymond McNally y Radu Florescu, el trabajo preliminar de Bram para Drácula atrajo la atención sobre él. Mientras investigaban un famoso folleto llamado Dracole Waida (Núremberg, c. 1488), que incluía un grabado en madera de Vlad Dracul III, McNally y Florescu visitaron el Museo Rosenbach. Para su enorme sorpresa, el encargado del archivo les sugirió que también podían interesarles las notas de la investigación realizada por Bram Stoker antes de escribir Drácula, que el museo había comprado unos años antes y permanecían medio olvidadas en el archivo. Así fue como obtuvieron una nueva perspectiva de la documentación y el proceso creativo de Bram, que mostraron en su obra The Essential Dracula (1979). Sin embargo, en su siguiente trabajo, In Search of Dracula (1994), trazaron una conexión directa entre el conde Drácula de Bram y el príncipe Vlad Dracul de Valaquia, transformando básicamente a Vlad Dracul III en un vampiro, para disgusto de los historiadores y de los habitantes de Rumanía. Otros investigadores siguieron el ejemplo de McNally y Florescu, y la peregrinación al Museo Rosenbach continúa proporcionando en la actualidad una oportunidad única para extraer conclusiones de las notas originales de Bram. Como alternativa, los interesados pueden consultar la edición facsimilar, con excelentes anotaciones, creada en 2008 por los investigadores doctora Elizabeth Miller y Robert Eighteen-Bisang.

Por desgracia, aparte de la copia mecanografiada y de las notas, Bram nos dejó muy poca información de primera mano sobre Drácula. Para llenar ese vacío, una y otra vez se ha citado, como si se tratara de una verdad irrefutable, una broma privada de la familia relatada por el único hijo de Bram, Noel Stoker, a Harry Ludlam, autor de A Biography of Dracula: The Life Story of Bram Stoker (1962) y My Quest for Bram Stoker (2000): de forma muy poco seria, Bram «atribuía la génesis de Drácula a una pesadilla que había tenido por haberse excedido con el cangrejo durante la cena».

Hasta la fecha solo se ha encontrado una entrevista concedida por Bram a propósito de Drácula; escrita por Jane Stoddard, de British Weekly, apareció a las cinco semanas de la publicación de la novela y tiene una extensión de apenas 896 palabras. Además, solo existen dos cartas conocidas en las que Bram habla de Drácula, una de ellas dirigida al antiguo primer ministro británico William Gladstone, en 1897, la cual revela muy poco acerca de la opinión de Bram sobre su propia obra, aparte de que esperaba que «purificase la mente mediante la pena y el terror».

Aparte de esta pequeña reserva de «textos canónicos» (la copia mecanografiada de Donaldson, las notas del Museo Rosenbach, la broma sobre el cangrejo, la entrevista de Stoddard y la carta a Gladstone), solo disponemos de las opiniones de terceros para explicar las posibles fuentes de inspiración y motivación que dieron lugar a la obra de Bram.

El redescubrimiento de Makt Myrkranna nos proporciona nueva información y también nuevos enigmas. Desafortunadamente, puede que nunca lleguemos a conocer todos los detalles del acuerdo (si es que tal acuerdo existió) entre Bram Stoker y Valdimar Ásmundsson, quien transcribió la historia del sueco al islandés y la publicó en su periódico, a lo que siguió una publicación en formato libro unos seis meses más tarde. El acuerdo de 1897 entre Bram y Archibald Constable, el editor de Drácula, «no incluye ningún otro lugar o país aparte del Reino Unido de Gran Bretaña, Irlanda y las Posesiones Británicas (con la excepción de Canadá) y el mencionado Autor tendrá libertad para negociar con otros distintos a los citados Editores la publicación de dicha obra...», sin mención específica a traducciones. Por desgracia, la familia Stoker ya no posee copias de los contratos de publicación de Bram, pero el acuerdo entre este y Archibald Constable claramente le permitía vender Drácula, o cualquier versión de Drácula, para su traducción.

Mientras no se presenten nuevas evidencias, parece seguro afirmar que Makt Myrkranna (Islandia, 1900) fue la tercera versión traducida de Drácula, precedida por la edición húngara de 1898 y la edición sueca de 1899. La relación entre el texto sueco y el islandés fue descubierta por Rickard Berghorn, quien amablemente nos informó de ello. Según varios documentos de cuya existencia me ha informado el investigador John Edgar Browning, la versión húngara parece ser una traducción directa de Drácula, mientras que el reciente descubrimiento de Berghorn ha demostrado que la versión sueca es muy diferente del texto original de Stoker. De hecho, parece que la versión islandesa es una versión abreviada del texto sueco, pero enriquecida con matices nórdicos.

La primera de estas variaciones nórdicas en ser descubierta y presentada en inglés, aunque solo parcialmente, fue el prólogo a Makt Myrkranna, que Richard Dalby publicó en 1986 en su Bram Stoker Omnibus. Este prólogo, notablemente distinto del de la edición original de 1897 de Drácula, editada por Archibald Constable, fue considerado durante mucho tiempo por los investigadores como la única diferencia entre la edición islandesa de 1901 y la edición de Constable de 1897; nadie se percató de los elementos completamente nuevos del argumento y de los personajes que esperaban a ser descubiertos en el texto. Fue necesario un investigador abnegado como De Roos para organizar un equipo y traducir la complicada lengua islandesa de vuelta al inglés a fin de sacar a la luz este enigma, un enigma que ha reposado en las estanterías delante de los ojos de muchos de nosotros durante más de cien años. Creo que a Bram le habría encantado la ironía de la situación. Él sabía que el mejor lugar para esconder algo es a plena vista, tal y como escondió a su conde vampiro como un rostro más entre las multitudes que abarrotaban las calles de Londres. Makt Myrkranna se publicó hace más de un siglo, y ahora nos sorprende descubrir que no es en absoluto lo que habíamos imaginado.

Además, el hallazgo de De Roos pone el foco en el proceso de traducción, que en el caso de esta edición islandesa aparece junto a diferencias significativas entre ambos textos. Esto plantea la cuestión de si deberían examinarse también todas las demás ediciones traducidas de Drácula en busca de diferencias relevantes. Mientras que tales comparaciones exceden el ámbito del trabajo de Hans, y desde luego de este prefacio, y deben ser el objeto de futuros estudios, la metamorfosis de Drácula a Makt Myrkranna es algo que me interesa especialmente.

Puesto que soy autor de dos textos traducidos para su publicación en multitud de lenguas diferentes, sé por experiencia propia que la traducción literaria no es algo sencillo, y que hacerlo bien requiere un trabajo ingente. Aun en la actualidad, con el acceso a software muy avanzado en la materia, el elemento humano continúa siendo indispensable en el proceso de traducción. Resulta crucial que el traductor entienda el género y el período histórico en el que se sitúa la novela. Como la traducción literal palabra por palabra es muy rara vez efectiva, el traductor debe asegurarse de que la intención, la emoción y la atmósfera de la lengua original lleguen al lector del idioma al que traduce. Cualquier autor puede haberse visto afectado por malas traducciones, excepto aquellos más diligentes y decididos. En relación con la novela Drácula, la errónea traducción de un poema del siglo XV cambió de forma radical la intención del poeta y provocó una interpretación equivocada de las intenciones de Bram. Al describir las crueles acciones de Vlad Dracul III contra los comerciantes sajones en Transilvania, Michael Beheim, poeta de la corte de Federico III, emperador del Sacro Imperio Romano, escribió que Vlad se lavaba las manos con la sangre de sus enemigos. Un fragmento del poema fue en un principio traducido de forma incorrecta, diciendo que Vlad mojaba su pan en un cuenco y bebía la sangre de sus enemigos muertos, por lo que se le etiquetó como vampiro. Más tarde, el poema fue traducido con el contexto correcto, evidenciando la relevante diferencia entre un vampiro bebedor de sangre y un tirano sanguinario.

¿Fueron las variantes sueca e islandesa el resultado de errores de traducción, de una licencia creativa llevada demasiado lejos, o representan otra versión de la historia en la que Bram estuvo trabajando durante años? Sin duda, me inclino por esta última opción.

Creo que durante los siete años comúnmente aceptados como el período de tiempo en que Bram trabajó en Drácula, hubo más de una versión de la historia: múltiples borradores y líneas argumentales que se añadían o se quitaban. Probablemente el ejemplo más conocido sea El invitado de Drácula, un relato corto publicado tras la muerte de Bram. Según Florence Stoker, esa sección se quitó del original porque el libro era demasiado extenso.

En las notas del Museo Rosenbach se aprecia que Bram utilizaba hojas de calendario para establecer la correcta línea temporal de los movimientos y el intercambio epistolar en Drácula. El texto comienza con Jonathan Harker saliendo de París y haciendo escala en Múnich durante seis días en ruta hacia Transilvan

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