Mindfulness funciona

Beatriz Muñoz Álvarez

Fragmento

cap-1

 

Introducción

Si realmente quieres descubrir un

sentimiento duradero de paz y satisfacción,

tienes que aprender a reposar la mente.

 

YONGEY MINGYUR RINPOCHE

Hace aproximadamente 2.500 años, un hombre decidió dedicar su vida a encontrar la manera de librarse del sufrimiento. Ese hombre se conoce hoy como Buda. La razón principal por la que su nombre ha llegado hasta nosotros es porque consiguió su objetivo. Buda cuestionó la tradición y encontró por sí mismo el modo de trascender todo aquello que nos hace sufrir. Y, después de probar en él mismo la eficacia de su descubrimiento, decidió dedicar lo que le quedaba de vida a transmitir aquellos conocimientos a los demás. Así pues, explicó su método y animó a probarlo a todo el que quería escucharlo. Y cuando Buda dejó este mundo, la gente que había aprendido con él cómo ser completamente feliz siguió explicando el secreto a los demás. Así se creó una especie de cadena ininterrumpida que, desde aquellos tiempos y desde la zona que hoy se conoce como Nepal, ha llegado hasta nosotros, en el otro extremo del mundo.

Hace unas décadas, concretamente en 1979, Jon Kabat-Zinn, un biólogo que trabajaba en la Universidad de Massachusetts, decidió transmitir a los demás el método de Buda para encontrar la felicidad, que él practicaba desde que era muy joven. Sensible al sufrimiento, veía cómo muchas personas con diferentes problemas físicos o emocionales pasaban por el hospital de la universidad en la que él trabajaba y cómo, en muchas ocasiones, no había nada que, desde el punto de vista más tradicional del sistema médico, consiguiera aliviar su malestar. Entonces decidió explicarles y animarlos a practicar el método que Buda describió con detalle, que él mismo practicaba a diario y que tanto le servía. Creó un programa de entrenamiento que llamó MBSR (Mindfulness-Based Stress Reduction; en español, REBAP, Reducción del Estrés Basada en la Atención Plena). Durante ocho semanas, Jon se reunió un día a la semana con los pacientes del hospital para practicar y comentar diversas técnicas basadas en las que Buda difundió hace casi tres milenios. El programa funcionó; después de las ocho semanas las personas habían encontrado una vía de salida para su malestar. A partir de entonces aquellas antiguas enseñanzas, que se habían transmitido en Occidente de forma bastante minoritaria, se extendieron como la pólvora. Y continúan difundiéndose y contribuyendo a aliviar el malestar de muchas personas. A partir de ese programa piloto fueron apareciendo multitud de adaptaciones para diferentes grupos de población o problemas concretos. Kabat-Zinn hizo algo que fue esencial para el éxito de estas enseñanzas en esta parte del mundo: despojarlas de su envoltorio religioso para dotarlas de un carácter científico. Tradujo los términos que se usaban en los antiguos lenguajes sánscrito o pali por otros más cercanos a nosotros, como «estrés» o «insatisfacción», y transformó un complejo cuerpo de teoría y práctica en algo sencillo y accesible para todos.1

Hace unos años tuve la oportunidad de realizar unas prácticas como psicóloga en un hospital de Granada. Estuve a cargo de Mercedes Prieto, también psicóloga, que me recomendó leer un libro: Vivir las crisis con plenitud. En él, Jon Kabat-Zinn explicaba todos los secretos de su programa MBSR. Mercedes también me dejó unas grabaciones con ejercicios de mindfulness. Me puse a practicar en cuanto llegué a casa. Y desde entonces no he dejado de hacerlo. Mi vida cambió de rumbo y de calidad. De pronto apareció una suave brisa que refresca y aporta ligereza a mi vida y que me impulsa en dirección a la felicidad. Descubrí una práctica muy sencilla que puedo trasladar a mi vida cotidiana para relacionarme amistosamente con mis emociones y con las dificultades que me van surgiendo. Decidí profundizar. Asistí a cursos y a retiros donde se practicaba la técnica de modo más intenso. También quise compartir mi valioso descubrimiento con los demás y aplicarlo en mi profesión, de modo que, para empezar, me ofrecí a enseñar lo que sabía de mindfulness a mis amigos más cercanos. Y de nuevo, funcionó. A aquel primer grupo de amigos le siguió otro y otro… Y continué practicando y formándome. Hoy me dedico a impartir el programa MBSR en Granada. Me siento feliz y satisfecha. Tengo problemas, como todo el mundo, pero también tengo calma y sé cómo afrontarlos sin que me desborden.

Este libro no es ni religioso ni científico. Está basado enteramente en mi experiencia personal, como practicante comprometida con el mindfulness, y profesional, como instructora del programa MBSR. Casi cada día compruebo mediante un ejemplo, en mí o en alguien cercano, cómo la práctica de mindfulness funciona. Yo sé cómo funciona y voy a explicarlo de la manera más sencilla posible, sin renunciar por ello a la potencia y profundidad que hacen que esta práctica no solo se mantenga viva después de muchos siglos, sino que cada vez cobre más fuerza. No verás en este libro citas de artículos o estudios científicos. Tampoco recuerdo en muchas ocasiones dónde escuché o quién me transmitió lo que yo a su vez transmito. Con el mayor respeto y agradecimiento hacia todos los que investigan acerca del mindfulness y hacia todos mis maestros y profesores, y también con la máxima humildad, pido disculpas por no citarlos a veces al referirme a sus descubrimientos o enseñanzas. Me propongo transmitir de la forma más sencilla posible el fruto de mi experiencia, con la intención de aportar alivio al malestar de la gente.2

El mindfulness (en español, «atención plena») está de moda. Cada vez más gente lo conoce y lo aplica. Se está extendiendo poco a poco por centros educativos, hospitales, prisiones, etc. Allí donde hay malestar, hay sitio para que entre el mindfulness. Existen cientos de estudios que explican los beneficios de la práctica de la meditación mindfulness en relación con los problemas que hoy en día más nos afectan. El ejercicio de la atención plena reduce el estrés, la ansiedad, la depresión y el dolor crónico; mejora o reduce el deterioro de las funciones cognitivas, como la memoria o la atención; es útil para tratar adicciones, impulsos, problemas con la alimentación; regula la presión arterial, mejora la respuesta del sistema inmunitario… Cada día aparecen situaciones y ámbitos en los que la atención plena resulta ser útil. Con estudios de resonancia magnética, se ha observado además que la práctica continuada de la meditación mindfulness produce cambios en el cerebro en la dirección que apuntan todos sus beneficios. Por citar un ejemplo, una estructura como la amígdala, relacionada con el estrés y el procesamiento de recuerdos y emociones desagradables, disminuye de tamaño y actividad en las personas que ejercitan la atención plena.

Hay mucha gente que lleva años practicando mindfulness, mucho antes de que apareciera el boom que estamos viviendo. Algunos de ellos consideran una especie de sacrilegio esta «popularización» de una práctica que creen sagrada. Otros protestan ante el hecho de que se presente como novedosa una técnica que lleva practicándose desde mucho antes de que existiera Buda, y no solo en esa tradición. Los místicos cristianos, los sufíes o los chamanes viven experiencias con muchos puntos en común a las que se experimentan pract

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