Crianza desobediente

Carolina Molina O.

Fragmento

PRÓLOGO

La crianza es una aventura; nos llena de aprendizajes, retos, oportunidades, y nos entrega una y mil formas de crecer y de trascender. Nos plantea una nueva realidad, la de nuestra vida al lado de esos seres que llegaron para confrontarnos con lo que somos y con lo que hacemos. Y también nos entrega una enorme responsabilidad: tenemos en nuestras manos la salud física, psicológica y social de nuestros hijos, acompañarlos en el desarrollo de todo su potencial es nuestra más importante tarea.

Lo queramos o no, la presencia de nuestros hijos nos lleva de viaje a nuestro pasado, y, si nos paramos de frente a ese niño que fuimos, podemos observarlo en su vulnerabilidad, con todo lo que recibió y lo que no recibió, con sus necesidades, con sus deseos, con su mundo de emociones. Mirándolo de frente en su vivencia infantil, podremos comprender por qué ahora como adultos actuamos como lo hacemos, por qué somos como somos, de dónde salen nuestros comportamientos automáticos (aquellos que realizamos sin pensar), por qué nos relacionamos de la forma como lo hacemos, de dónde vienen nuestras prevenciones, angustias y muchas de las dificultades emocionales y relacionales con las que luchamos ahora de adultos. Ese viaje a nuestra propia infancia es el camino para comenzar a mirarnos más detenidamente, entendernos y crecer, para evolucionar, y también para comprender a nuestros propios hijos como lo que son: seres especiales, llenos de posibilidades y con un camino único, que recorrerán de nuestra mano.

El camino de crecimiento personal al que nos invita la crianza de nuestros hijos implica revisar nuestra historia para elegir reflexivamente la forma como queremos criar, ¿qué deseo repetir de la crianza que yo tuve?, ¿qué no deseo repetir?, ¿qué de diferente quiero entregarles a mis hijos?, ¿por qué?

Son justamente estos interrogantes los que desde una postura analítica nos permiten trascender antiguas prácticas de crianza que ponen por encima las necesidades y los deseos adultos, para poner el foco en un equilibrio y una evaluación profunda de las prioridades en las necesidades de los integrantes de la familia.

Siento que la información nos regala posibilidades y nos fortalece en conciencia para elegir lo que consideramos más apropiado para nuestros hijos (y nuestra vida en general), por ello evito las recetas e instrucciones cuando de crianza se trata: considero mejor ir construyendo el camino con todo lo que implica: equivocarme, evaluarme y elegir nuevos rumbos, escuchándome, nutriéndome de experiencias y también informándome.

La crianza también nos regala la oportunidad de comenzar nuevos proyectos, ponerles punto final a otros, y entre tantos regalos que recibimos de la mano de nuestros pequeños, hay un regalo especial: el de nuestra tribu, ese grupo especial de personas con quienes compartimos la crianza. En mi caso, me ha regalado nuevas amistades con las que compartimos la vida con hijos, nuestro círculo social como familia se amplió para recibir a otros papás y mamás. Compartir con ellos es una de las experiencias más generosas y valiosas de la vida de padres. Nos ha permitido sentirnos acompañados, tomar ideas, compartir experiencias, no sentirnos tan extraños en nuestras prácticas, temores y dudas, familias con quienes nos sentimos validados y no juzgados. También la maternidad me ha regalado grandes amigas, mujeres y mamás con las que siento una conexión y gratitud profunda, con quienes puedo retomar mi equilibrio en los momentos difíciles y confusos de esta aventura, con quienes puedo desahogarme, filosofar, llorar y reírme a carcajadas; mujeres atentas y dispuestas, para quienes yo también estoy ahí, con mi corazón abierto.

Una de esas mujeres es la autora del libro que tienes en tus manos, una mujer de una energía admirable, a quien la crianza le ha inyectado una buena dosis de querer expandir su proyecto y su profesión, una mujer con gran talento social.

La invitación que Carolina nos hace en su libro es a abrir nuestra mente y nuestro corazón para ver lo verdaderamente importante y necesario, una invitación a cuestionar las prácticas de crianza que “se supone deben ser”, para darle paso a lo que realmente necesita nuestro hijo, y esto solo es posible si primero abrimos nuestro corazón y consciencia a conocerlo de verdad, y a preguntarnos si son necesarias determinadas costumbres en la crianza y la educación de los niños.

Crianza desobediente es una invitación a cuestionar, controvertir, poner en duda antiguas prácticas que se instalaron como verdades en nuestras mentes respecto a la crianza y a la relación con la infancia, porque desde pequeños nos enseñaron que así se ha hecho siempre. Y como alternativa, Carolina nos propone encontrar nuestros propios caminos, aquellos que den respuesta a nuestra individualidad y a la de nuestros hijos, a aquello que nos hace únicos como familia, siempre teniendo presente que los buenos tratos deben ser la base de nuestra relación con los pequeños.

De la mano de Carolina, a medida que avances en la lectura, podrás conectar con la experiencia de ser niño; también tendrás la oportunidad de revisar tu propia historia y creencias respecto a la crianza. Podrás examinar las dificultades que se nos presentan a todos los padres en el día a día con los niños, y encontrarás herramientas prácticas que te serán muy útiles a la vez que ampliarás la comprensión de los comportamientos infantiles.

Este es un libro cercano que te guiará para encontrar alternativas en esos momentos donde sentimos que vamos a explotar con nuestros hijos porque no sabemos cómo acompañarlos en sus estallidos emocionales o en pedidos que no tienen mucho sentido para nosotros. ¡A todos nos pasa! Al respecto, recibirás información muy oportuna sobre las emociones (las nuestras y las de nuestros pequeños), que te ayudarán a encontrar una base desde la cual resolver momentos críticos con tus pequeños sin recurrir a la violencia. En el recorrido de la lectura hallarás regalos que Caro nos deja, como enlaces o momentos de reflexión y escritura, donde nos invita a parar para digerir toda la información e integrarla a nuestra experiencia.

El capítulo Mindful parenting lo encontré muy valioso, porque nos enseña el poder de la atención a nuestro hijo en su particularidad, haciendo énfasis en el presente, evitando los juicios, observando(nos/les), sintiendo(nos/les), y tomando mayor consciencia al relacionarnos con ellos. Tener presente una actitud mindful nos ayudará en los momentos de estrés y ansiedad para regularnos y volver al equilibrio, tan necesario en la crianza y en la vida.

Parar, tomar perspectiva y evaluar la situación para comprenderla es absolutamente importante si deseamos actuar eligiendo lo que vamos a hacer y lo que vamos a decir; es la única forma para evitar el maltrato y herir a nuestros hijos, cuando lo que necesitan es nuestra comprensión y guía para aprender. Es aquí donde Crianza desobediente nos invita a parar los actos automáticos, enfocarnos en comprender lo que sucede, conectar con nuestro hijo para enseñarle las h

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos