Nota de los editores
«En Saúl ante Samuel, más que en ningún otro de mis libros, está, por decirlo así, el cuerpo de mis opiniones sobre la historia de este país, sobre el futuro, sobre la ruina, sobre la constitución del español, sea éste falangista, republicano o monárquico. Las que están en este libro son mis opiniones, y en ese sentido, la novela es muy personal.» Esto declaraba Juan Benet en una entrevista publicada en El País en agosto de 1980, meses después de la aparición de la que el propio Benet juzgaba como «la más completa» de sus obras y que con razón tiende a considerarse como la cumbre de toda su narrativa.
Más de siete años de perseverante trabajo llevó a Benet la escritura de Saúl ante Samuel, cuya concepción es más o menos contemporánea a la publicación de La otra casa de Mazón (1973). Esta novela prefigura —si bien en clave muy distinta— algunos de los motivos principales de Saúl ante Samuel: la decadencia y ruina de la casa familiar, los impulsos fratricidas, la sórdida e insensata expectativa de un personaje agazapado, las resonancias bíblicas... En el camino que lleva de uno a otro libro, Benet publicaría otros varios (de ensayos, de relatos, e incluso una chocante novela, En el estado, de 1977), todos ellos, según su autor, «maniobras de distracción» destinadas a descomprimir el cansancio y la tensión que le suponía la redacción de su libro mayor. Él mismo lo explicaba de este modo en la extensa entrevista que le hizo Ludovico Nolens para la revista Quimera (n.º 3, enero de 1981): «Saúl ante Samuel significa para mí la culminación de todo un proceso. Son siete años de trabajo en esa novela; no seguidos, naturalmente, sino interrumpidos de forma temporal por otros libros. Era tan costosa la elaboración de este trabajo que, en el transcurso de esos años, llegué a publicar varios para distraerme, como acompañamiento del “navío importante de la flota”. Lo que sí puedo asegurarte es que ya nunca más haré un libro de esta envergadura. Ni lo superaré, ni le dedicaré jamás tanto esfuerzo a una novela».
Benet insistiría en esto último, aun cuando no tardaría en embarcarse en la redacción de Herrumbrosas lanzas, novela menos exigente que Saúl ante Samuel pero en la que hubo de invertir también largos años (quedaría inconclusa). De hecho, Herrumbrosas lanzas estira y prolonga un asunto que en Saúl ante Samuel cobra un relieve importante: el de las operaciones militares que tienen lugar en Región durante la Guerra Civil. Para redactar los pasajes referidos a ellas, decía Benet haber estudiado a fondo «momentos y fases de la guerra española, por supuesto transformadas hasta donde la fantasía lo permite». Y apostillaba: «He seguido bastante al pie de la letra determinadas operaciones, y concretamente las ofensivas o de ataque, para ahondar y reproducir, en cierto modo, la literatura de los historiadores de la Guerra Civil y la de los propios mandos; ahí se encuentran las partes verdaderamente descriptivas de la batalla».
Benet hacía estas declaraciones en la ya mencionada entrevista de Ludovico Nolens para Quimera, donde discurre extensamente sobre Saúl ante Samuel. «Mi pretensión —dice allí—, desde la primera página hasta la última, era ofrecer exclusivamente sustancia literaria; toda la experiencia narrativa de esa novela estriba en tratar de reducirla a una serie de textos de expresión pura, sin los aditamentos de ciertas técnicas al uso, como los diálogos, cierto contrapunto, etc. No hay ninguna amenidad, la novela rezuma un estilo literario muy definido que, por otra parte, no viene dado ni por la puntuación ni por los paréntesis.»
Poco antes de estas palabras, puntualizaba Benet: «No creo que la novela sea ninguna trampa puesta al lector en ningún sentido, ni tampoco una residencia para lo esthéticien, pero quizás algo tenga de eso; es decir, la meta no era llegar a una amplia masa de lectores. Como se trata de un libro escrito para mí, desde mí, vivo reflejo de una vivencia de aquellos siete años, es, efectivamente, muy recóndito [...] Los verdaderos protagonistas de mi novela, como podrían ser los personajes, el argumento, los caracteres, fueron esquematizados lo más posible porque lo que me interesaba era otra cosa. Quiero dejar bien claro que no deseé hacer nunca un texto de ruptura vanguardista, aunque me saliera, como dije antes, recóndito y difícil. Eso era inevitable desde el momento en que ahí se dan cita todas mis opiniones, reducidas y proyectadas en una historia ciertamente molesta».
Y aun: «Todo el libro es, en ese sentido, nebuloso. Hay muy pocos párrafos donde pueda entreverse una ligera luminosidad. Concretamente, al final, en las últimas páginas, se lee la única anécdota de la novela: es una especie de regalo que se le hace al lector por haber llegado ahí; considero que es un fragmento de narrativa casi costumbrista, diría yo. Todo lo demás queda envuelto en vaho, en penumbra, se pasa de un párrafo a otro, hay alteraciones bastante complicadas pero, en general, no es tenebrista».
Por lo que al título respecta, dice Benet en la misma entrevista: «Bueno, se trata de una elección muy pensada, no tiene nada de azar». El título alude al libro primero de Samuel, del Antiguo Testamento, más concretamente a los versículos comprendidos en 1 Samuel 8,1-15, en los que se narra el encuentro y la relación entre el profeta Samuel y el que estaba destinado a ser el primer monarca de Israel. «Me impresionó mucho el enfrentamiento, en todos los órdenes, entre la figura del rey y la del sacerdote —explica Benet—. Se enfrentan ahí el poder de la acción y el poder del pensamiento; el poder de matar y el poder juzgar la matanza; el guerrear por una causa y el quedarse en casa a bendecir o maldecir esa guerra, a interpretarla [...] Desde un principio pensé en ubicar a Saúl ante Samuel, no Saúl y Samuel; concebí una acción ya pasada, con las ventajas que ello supone. Saúl se presenta, tras su reinado de asesinatos, tensiones y violencias, al sacerdote, que es quien debe juzgarle.»
La primera edición de Saúl ante Samuel la publicó en Barcelona La Gaya Ciencia, en 1980. Al parecer, Juan Benet quedó descontento de esta edición, cuyas pruebas no controló y que contenía numerosas erratas. Al morir Benet, el 5 de enero de 1993, acababa de revisar las galeradas de la segunda edición de la novela, en Alfaguara Bolsillo (Madrid, 1993). La cubierta de esta edición iba ilustrada con una pintura de Eugenio Benet, hijo del autor. A los pocos meses (en 1994) se publicó en la colección «Letras Hispánicas» de la editorial Cátedra una edición comentada de la novela, a cuenta del hispanista John B. Margenot III. Éste empleó como texto base las galeradas de la edición de Alfagura Bolsillo, en las que detectó abundantes cambios y añadidos respecto a la de La Gaya Ciencia. Respecto al de esa edición, el texto del último mecanoscrito de la novela, conservado por los herederos de Benet, no ofrece diferencias dignas de mención.
En la introducción a su edición comentada, John B. Margenot III habla de «la gélida recepción crítica de Saúl ante Samuel». Apenas aparecieron en su momento media docena de reseñas del libro, cuya escasa resonancia iba a quedar apagada por el «ruido» que produjo, ese mismo año, la noticia de que Juan Benet se había presentado al premio Planeta y había quedado finalista con El aire de un crimen, novela publicada también en 1980.
En la bibliografía sobre Saúl ante Samuel ocupa un lugar destacado el esclarecedor ensayo de Gonzalo Sobejano que acompaña la presente edición. «Saúl ante Samuel, historia de un fratricidio» fue publicado originalmente en Modern Language Notes, n.º 98, marzo de 1983, pp. 250-258, y fue revisado por el autor para su inclusión en un número monográfico dedicado a Juan Benet por la revista Voces de Barcelona.
Saúl ante Samuel
El luga