Divino e infame

Luís Cláudio Villafañe G. Santos

Fragmento

Divino e infame: las identidades de Rubén Darío

sobre este libro

A primera vista, una biografía del poeta, escritor, periodista y diplomático nicaragüense Rubén Darío, escrita por un autor brasileño cuya formación académica no pertenece al ámbito de la literatura, puede parecer una propuesta insólita. La extrañeza es, en parte, justificable, y conviene explicar que el proyecto partió de un hecho y de un encuentro.

El hecho fue que no existían biografías completas y metodológicamente actualizadas del Príncipe de las Letras Castellanas. La monumental obra de Edelberto Torres Espinoza —de principios de los años cincuenta— se conservaba como la fuente más autorizada sobre la trayectoria biográfica de Darío, con las numerosas modificaciones del texto desde su primera edición. Aunque los sucesivos añadidos y alteraciones hechos a lo largo de las ocho ediciones de La dramática vida de Rubén Darío publicadas entre 1952 y 2010 siempre dieron lugar a un mejor contenido informativo y a una mayor precisión, se perdió algo de la estructura y vigencia de la narración: el libro de Torres se ha vuelto difícil de leer. Al mismo tiempo, a pesar de este esfuerzo por agregar constantemente nuevas informaciones, gran parte de la importante renovación que han experimentado los estudios darianos en las últimas décadas no ha sido incorporada. Estos nuevos descubrimientos y reinterpretaciones están dispersos en textos puntuales en revistas y libros de tendencia estrictamente académica y nunca se habían condensado con la ambición de un enfoque biográfico exhaustivo. Por lo tanto, había un vacío que llenar.

El encuentro —fortuito— se produjo con mi nombramiento como embajador de Brasil en Nicaragua en el segundo semestre de 2016. En el periodo relativamente largo que transcurrió entre el nombramiento y mi llegada a Managua, en marzo del año siguiente, la preparación para asumir las nuevas funciones me llevó a estudiar con ahínco la historia y la cultura de Nicaragua y el encuentro con Rubén Darío fue inevitable. Antes de eso, ya había tenido contacto con la obra del poeta nicaragüense en mi trabajo como historiador; el Darío que yo conocía, sin embargo, era mucho menos el poeta que el propagandista —junto con Martí, Rodó y otros— de la alteridad de América Latina frente a Estados Unidos, tema sobre el que publiqué artículos y libros.

En este reencuentro, además de fijarme en el poeta, el diplomático y el periodista, descubrí que Darío ya había estado en Brasil, no solo una vez, sino dos, una de ellas representando a su país en un encuentro panamericano. Así que, antes de llegar a Nicaragua, intenté descubrir las huellas de estos viajes —poco conocidos y aún menos estudiados— en bibliotecas, hemerotecas y archivos brasileños. Al llegar a Managua, con la ayuda de intelectuales locales, especialmente del doctor Jorge Eduardo Arellano, traté de agotar, en la medida de lo posible, las fuentes disponibles sobre los dos viajes del poeta a Río de Janeiro, y pude publicar un pequeño libro —Yo Pan-americanicé: Rubén Darío en Brasil (2018)— que aportó una visión renovada de aquellos momentos.

Dediqué parte de los más de cinco años que pasé en Nicaragua, entre 2017 y 2022, además del periodo en Brasil antes de mi llegada a Managua, a la investigación y estudio de la vida y obra de Rubén Darío. Además de los archivos y bibliotecas, documentos, libros y revistas que encontré en el país, disfruté de la convivencia y la experiencia de la pléyade local de estudiosos de la vida y la obra del poeta. Agradezco especialmente a los doctores Jorge Eduardo Arellano y Carlos Tünnermann Bernheim, sin que, por supuesto, pueda atribuirles ninguna responsabilidad por las posibles deficiencias del presente trabajo, pero sí mucho mérito por lo que tendrá de positivo.

El texto fue escrito pensando en un lector culto, pero no necesariamente especialista en la obra de Darío ni en la historia americana y europea de finales del siglo xix y las primeras décadas del siguiente. Así, he tratado de presentar un texto denso, si bien fluido, intercalado con las contextualizaciones históricas que consideré indispensables. Para las lectoras y lectores especialistas, hay abundantes notas a pie de página que, además de aclarar las fuentes de referencia, indican la existencia de debates o proporcionan información adicional sobre muchos puntos que, por ser innecesarios para el argumento central, no fueron incorporados al texto principal. También hay que señalar que hay algunos pasajes citados sin una indicación clara de la fuente, como en el caso de los epígrafes de los distintos capítulos. Son —salvo que se indique la referencia en el propio texto— palabras del propio Rubén Darío, citas fácilmente reconocibles por los especialistas.

En Brasil, me apoyé en la Biblioteca Embaixador Antônio Francisco Azeredo da Silveira del Ministerio de Relaciones Exteriores, en Brasilia, y en el Archivo General de la Ciudad de Río de Janeiro. También hice reiteradas consultas en la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional.

En Nicaragua, me serví de la Biblioteca Nacional Rubén Darío del Banco Central de Nicaragua y de la colección virtual de esa institución. Consulté también la colección dariana de la Biblioteca Nacional Rubén Darío en el Instituto Nicaragüense de Cultura de Nicaragua.

El Archivo Digital del Instituto de Investigación en Arte y Cultura de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, en Argentina, merece una mención especial por reunir, en medio digital, todas las crónicas que Darío publicó en el periódico La Nación. En consulta directa a ese archivo, fui atendido de forma atenta y competente. También en Argentina, usé los archivos electrónicos de AméricaLee, portal de revistas latinoamericanas del Cedinci de la Universidad Nacional de San Martín.

Consulté también la colección de los “Ruben Dario Papers 1882-1945” de la Universidad Estatal de Arizona y los archivos digitales de la European Library y de la Bibliotèque Nationale de France.

En España, tanto la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional como la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes sirvieron como fuentes importantes. También me beneficié del Archivo Rubén Darío de la Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid.

Al ser el portugués mi lengua materna y de expresión literaria, los textos que publico en la lengua de Rubén Darío inevitablemente sufren una profunda revisión cuando escribo directamente en español, o incluso son traducidos del portugués en otros pasajes de los manuscritos. Agradezco a mi esposa, Sabrina Duque, por desempeñar una vez más este papel de correctora, editora y traductora, pero le agradezco aún más nuestro amor y complicidad, que no hacen sino aumentar y profundizarse con el paso de los años y las décadas.

Por último, quiero expresar mi gratitud a mi editora María del Carmen Deola, no solo por haber aceptado la propuesta de este libro con ese entusiasmo y amabilidad tan suyos, sino también por su atenta lectura del manuscrito, sus comentarios precisos y acertadas sugerencias.

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