Nota de los editores a la primera edición
Nota de los editores
Fue Juan Benet el primero que tuvo la idea de reunir en un mismo volumen todos los cuentos ambientados en Región. Se le ocurrió con motivo de publicar la primera edición de sus Cuentos completos, en 1977 (Madrid, Alianza, «El Libro de Bolsillo», núms. 649 y 650). En el prólogo a aquella edición en dos volúmenes, decía haber reunido en el primero de ellos «todas las narraciones que se sitúan en eso que los críticos han dado en llamar “el espacio mítico de Región”». La afirmación, sin embargo, no es exacta, como se ha ocupado de puntualizar Francisco García Pérez (Una meditación sobre Juan Benet, Madrid, Alfaguara, 1998, pp. 158-159). En aquel volumen primero de Alianza no figuraban dos cuentos que transcurren evidentemente en Región: «Después» y «El demonio de la paridad». En el primero se mencionan «los tejados humeantes de Región», y se alude a un personaje recurrente en las narraciones regionatas, el doctor Sebastián. En «El demonio de la paridad», por otra parte, se menciona «la carretera de Macerta», localidad perteneciente a Región. Se trata, como se ve, de alusiones muy pasajeras pero inequívocas, en definitiva. Cabe pensar que Juan Benet no las tuviera en cuenta, pero tratándose de un autor tan concienzudo, por un lado, y tan aficionado, por otro, a sembrar pistas falsas, es mejor inhibirse de hacer un juicio de intenciones. El caso es que, a la hora de reunir una vez más los cuentos de Juan Benet, no cabía desentenderse de estas precisiones. No lo hemos hecho nosotros, y en consecuencia podemos afirmar que ésta es, en rigor, la primera vez que se recogen en un solo volumen, aisladas de las restantes, todas las narraciones breves de Benet susceptibles de ser adscritas —por muy livianos que sean los indicios— al ámbito regionato.
Son una docena en total, y proceden de los diferentes libros de cuentos que Benet publicó; desde el que supuso su debut como narrador, Nunca llegarás a nada (Madrid, Tebas, 1961), hasta «Una tumba» y otros relatos (Madrid, Taurus, 1981), antología seleccionada y prologada por Ricardo Gullón. Del primero de estos libros proceden los cuentos titulados «Baalbec, una mancha», «Duelo» y «Después». «Una tumba», considerado a menudo —al igual que otras piezas aquí reunidas— como «novela corta», se publicó originalmente en un volumen suelto (Una tumba, Barcelona, Lumen, 1971). Los cuentos titulados «TLB», «Reichenau» y «Viator» pertenecen a 5 narraciones y 2 fábulas (Barcelona, La Gaya Ciencia, 1972). «Horas en apariencia vacías», «De lejos», «Una línea incompleta» y «El demonio de la paridad» aparecieron por primera vez en el volumen titulado Sub rosa (Barcelona, La Gaya Ciencia, 1973). En cuanto al relato «Numa, una leyenda», vio la luz por vez primera en el volumen titulado Del pozo y del Numa (Barcelona, La Gaya Ciencia, 1978), donde se daba junto a «Un ensayo: la deuda de la novela hacia el poema religioso de la Antigüedad».
Como puede deducirse por las fechas, en la primera edición de los Cuentos completos de Alianza, de 1977, no se incluía «Numa, una leyenda», relato publicado un año después. La incorporación de este cuento al presente volumen, junto a los dos mencionados al comienzo, constituye, de hecho, la diferencia más notable respecto al que, en 1977, reunía todos los cuentos ambientados en Región. Cuando en 1981 se publicó en Alianza una segunda edición de los Cuentos completos de Benet —a los que, lógicamente, se incorporaba «Numa, una leyenda»— el material fue redistribuido por el autor en atención a nuevos criterios. Escribe entonces Benet: «En la anterior ocasión opté por recoger en el primer volumen todas las narraciones situadas en el espacio regionato, para incluir en el segundo todas las restantes. Ahora, para animar un poco la cosa (y de paso tratar de pinchar a algún crítico), he obedecido a una distribución diferente, convencido de que aquella tímida clasificación geográfica ni quita ni pone nada a las categorías literarias del conjunto. Así pues, en esta ocasión el primer volumen incluye las —por llamarlas así— novelas cortas, tan distintas de los cuentos, reunidos en el segundo tomo».
Pero el mismo Benet, después de decir esto, ironizaba sibilinamente sobre la dificultad de establecer una diferencia clara entre novela corta y cuento; de modo que, para continuar animando un poco la cosa, hemos resuelto por nuestra parte regresar a aquella primera división entre los cuentos ambientados en Región y los que no. La decisión es consecuente con el criterio de esta biblioteca de bolsillo de priorizar, entre los títulos de Juan Benet, aquellos que configuran «el espacio mítico de Región» y que constituyen, sin duda, el meollo de su obra narrativa. Hay motivos, por otro lado, para afirmar que los cuentos ambientados fuera de Región poseen un registro algo distinto. Pero sobre esto ya se discurre en el segundo volumen de los cuentos completos (que hemos titulado Así era entonces), complementario de éste.
El primero de los cuentos aquí reunidos, «Baalbec, una mancha», es el primer texto de Benet en que aparece Región; viene a ser, pues, la partida de nacimiento de este territorio narrativo. «Numa, una leyenda», con el que se cierra este volumen, es el último de los cuentos publicados por Benet, quien con él parece despedirse del género de la narración más o menos breve.
El cotejo con los mecanoscritos conservados arroja numerosas variantes, especialmente abundantes en los cuentos titulados «Baalbec, una mancha», «El duelo» y «Después». Se trata de cambios que afectan sobre todo a la puntuación, y que tienden a corregir el insistente empleo por parte de Benet de las construcciones con gerundio. Resulta difícil, a la luz de estos cambios, decidir cuáles obedecen a decisiones del propio Benet —tomadas acaso en el transcurso del tiempo, con ocasión de revisar las pruebas de las sucesivas ediciones de estos cuentos— y cuáles a la intervención —más o menos plausible— de los editores. Ante la duda, y dado que no es cuestión aquí de indagar en la historia editorial de cada cuento ni de fijar críticamente el texto, se ha optado por un criterio básicamente conservador, que tiende a respetar el texto de la última edición de los cuentos, sin renunciar por ello a enmendar hipercorrecciones flagrantes o malas lecturas, ni a restablecer palabras o pasajes suprimidos probablemente por descuido (algunos de ellos bastante extensos; véanse las páginas 37 («El alpinista... el cadáver», hacia la mitad de la página), 39 (también hacia la mitad de la página, la frase entre paréntesis que comienza «cuya fortuna...»), 40 (en las segunda y tercera líneas: «y los prejuicios... inalienable») 79 (las catorce primeras líneas del primer párrafo) y 110 (hacia la mitad del primer párrafo: «ni se había refugiado... sus actividades»).
Comentario particular merecen dos saltos de texto en el cuento titulado «Horas en apariencia vacías», motivados acaso para prevenir problemas con la censura (véase, en la página 183, el final del párrafo segundo y el comienzo del tercero).
En cuanto a las fechas que se dan al final de cada cuento, son las que figuran en los mecanoscritos correspondientes. Cuando en éstos no figura fecha alguna, se da (entre corchetes, para distinguirla) la de su primera publicación en libro.
En el cuento titulado «Una tumba», se restablece la dedicatoria a Pere Gimferrer que figura en el mecanoscrito y en su primera edici