Presentación
Hay imágenes que se nos graban para siempre en la memoria. Tienen algo que nos impresiona de un modo especial. En mi caso, una de ellas es aquel spagat legendario de Jean-Claude Van Damme suspendido en el aire entre dos camiones en marcha. Cada vez que hablo de cómo optimizar el metabolismo, me viene a la cabeza.
Tenemos una flexibilidad aún más impresionante que ésa, la llamada «flexibilidad metabólica», que nos permite recurrir a una fuente de combustible u otra según las circunstancias. ¿Que hemos comido carbohidratos (frutas, verduras, cereales…)? Usaremos la glucosa como combustible. ¿Que han sido grasas (aceitunas, frutos secos, mantequilla, aceite de coco…)? Utilizaremos los ácidos grasos. ¿Que estamos en ayunas? ¡Pues quemaremos los depósitos energéticos que tenemos como reserva!
Esto nos permite tener siempre batería, ser resistentes física y mentalmente y poder enfrentarnos a momentos de escasez. Además, y esto es importantísimo, nos permite librarnos de los kilos de más, controlar la inflamación y protegernos frente a enfermedades tan graves como la diabetes tipo 2 o el cáncer.
Las personas con buena flexibilidad metabólica gozan de más salud global y tienen mayor sensación de bienestar y mejor aspecto físico. Y no es exclusiva de unos pocos elegidos. Todos disponemos de esta capacidad. Gracias a un exquisito entramado compuesto por moléculas, hormonas, receptores celulares, vías de transporte, mitocondrias y hasta tejidos y órganos, somos flexibles por naturaleza. Tenemos este don para amoldarnos a las circunstancias cambiantes del día a día y dar lo mejor de nosotros mismos.
El problema es que la alimentación y el estilo de vida modernos nos han anquilosado. Por eso, o comemos cada pocas horas o caemos en un estado de debilidad, niebla mental e incluso malhumor o irritabilidad; no logramos librarnos de esos michelines que parecen