María Mercedes Cuéllar. Una economista adelantada a su época

Isabel López Giraldo
María Mercedes Cuéllar López

Fragmento

Una economista adelantada a su época

PRÓLOGO

Por: Mariana Martínez Cuéllar, Juliana Martínez Cuéllar y Cristina Martínez Cuéllar

 

 

Como mamá, María Mercedes siempre ha sido poco convencional. Desde temprana edad, nos llevaba consigo a todos sus lugares de trabajo, donde pasábamos las tardes después del colegio. Lugares como la revista Estrategia, Planeación Nacional, el entonces Ministerio de Desarrollo, el Banco de la República, las sedes de sus campañas políticas, el ICAV o la Asobancaria, se convirtieron en nuestro segundo hogar. Teníamos la libertad de jugar con las fotocopiadoras y máquinas de escribir, mientras observábamos a personas llegar para las reuniones. Pasábamos horas escuchando las conversaciones y creando nuestras propias historias en medio del ajetreo de un mundo de adultos.

Las tardes se convertían en momentos asombrosos mientras ella se sentaba a corregir los CONPES, nos explicaba lo que estaba haciendo y por qué era importante. Es imposible no recordar las veces en las que nos llevaba a Estrategia, donde las revistas eran mucho más que simples publicaciones; eran ventanas a un mundo de ideas y proyectos pensados para construir un mejor país. Para muchos también fue una escuela; tuvimos el privilegio de conocer a personas cuyas primeras experiencias laborales habían sido en la revista y que, con el paso de los años, han llegado a ocupar cargos de gran relevancia en diversos sectores. También recordamos con cariño las largas noches dedicadas a empacar sobres con propaganda para su candidatura presidencial, o cuando los repartíamos en las calles.

Cuando viajaba por trabajo, a menudo nos llevaba con ella. Nos brindó una exposición invaluable a diversos lugares y entornos de Colombia. Desde las calles de las ciudades hasta los pueblos más remotos, donde experimentamos la diversidad de nuestra nación a través de sus ojos.

También ha sido siempre una persona muy sociable y disfruta reuniendo a amigos y colegas en su casa. Durante estas reuniones, escuchábamos historias sobre cómo el país enfrentaba desafíos en tiempos de violencia, durante la época de los presidentes Belisario Betancur y Virgilio Barco; cómo se intentaba superar la crisis financiera en 1998 o cómo afrontar el impacto de la crisis mundial del 2007.

A medida que íbamos creciendo, nos sumergíamos más profundamente en el mundo de las políticas públicas. Nuestra participación en eventos como la Convención Bancaria, así como en las convenciones anuales del BID y el Banco Mundial, nos brindaron una visión más amplia del funcionamiento de Colombia y el mundo. Nos permitió compartir con expertos en economía y política, quienes nos contagiaron una pasión aún mayor por resolver los retos de nuestro país. Fueron estos momentos los que sembraron un profundo amor y respeto por el servicio público, lo que finalmente terminaría guiando nuestro desarrollo profesional.

Cuando éramos niñas no siempre comprendíamos su trabajo o la cantidad de tiempo que le dedicaba. Ahora, como adultas con nuestras propias familias, entendemos la inmensa tarea que significaba cargar con las responsabilidades y el sacrificio inherentes a los cargos que desempeñó, al mismo tiempo que ejercía su rol de madre.

A lo largo de los años, a pesar de que no siempre era fácil, la vimos equilibrar con gracia su carrera y su vida familiar. No solamente se aseguró de ejercer cada cargo con absoluta dedicación, sino también de estar siempre presente para nosotras en los momentos importantes. Siempre ha encontrado tiempo para escucharnos, apoyarnos y brindarnos consejos, y su amor incondicional nos ha dado la fuerza para enfrentar nuestros propios desafíos. En cada momento de dificultad, sus palabras de aliento, como “mañana será otro día”, “se hace camino al andar” o “mire el lado bueno”, han sido nuestra guía en los momentos difíciles.

Ella ha sido mucho más que una madre para nosotras. Su inteligencia, su sentido del humor, su pasión por la economía y su compromiso inquebrantable con la justicia social nos inspiraron a perseguir nuestros sueños y a luchar incansablemente por un país y un mundo más justo. Nos transmitió su gran amor y compromiso por Colombia hasta tal punto que las tres hemos estudiado temas relacionados con economía y políticas públicas, y, a lo largo de nuestras respectivas trayectorias profesionales, cada una ha dedicado una gran parte de su tiempo a trabajar en áreas sociales.

Estamos agradecidas por tenerla como mamá. Ha sido nuestra mentora, nuestra defensora y una fuente constante de inspiración en nuestras vidas. Sus nietos también han sido contagiados por su fortaleza, su pasión por el trabajo y por Colombia. Su luz siempre guiará nuestro camino y su legado, sin duda, tendrá un impacto duradero en las vidas de quienes han tenido el privilegio de conocer su historia a través de este libro.

La vida de María Mercedes Cuéllar ha sido no solo un ejemplo de determinación y fortaleza, sino una lección de amor, valentía y dedicación. Aprendimos de ella que el liderazgo implica tomar decisiones difíciles y defender con valentía lo que uno cree que es correcto, incluso cuando es arriesgado o impopular. Su legado es un recordatorio constante de que una madre puede ser una fuerza transformadora en la vida de sus hijos y en el destino de un país.

 

INTRODUCCIÓN

Por Isa López Giraldo

 

 

María Mercedes, como su heroína Catalina II de Rusia, más conocida como Catalina la Grande, es una mujer de carácter, directa y franca. Se reta con los mal llamados imposibles.

Deja una marca indeleble donde pisa, donde hace presencia. Porque su paso no es tímido ni triste ni débil. Muy por el contrario. Su inteligencia es su poder, le da peso específico. Su energía contagia y permanece. Por supuesto, sin dejar de ser divertida. Quienes la conocen darán fe de ello. Quienes no, la descubrirán al leerla.

Nació en una familia reconocida por haber hecho parte integral

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