El oficio de la venganza

L. M. Oliveira

Fragmento

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El misticismo expresa una emoción, no un hecho; no afirma nada y, por consiguiente, no puede ser ni confirmado ni contradicho por la ciencia

BERTRAND RUSSELL

¡Qué grande sería mi dicha en morir ahora! Tan rico estoy de felicidad, que dudo que mi suerte me reserve un día tan feliz como este.

WILLIAM SHAKESPEARE,

Otelo: el moro de Venecia

Entendámonos, yo me batiría en duelo por una miseria, por un insulto, por un desaire, por una bofetada, y eso con total despreocupación, porque gracias a la destreza que he adquirido en toda clase de ejercicios corporales y a la larga costumbre que tengo del peligro, estaría casi seguro de matar a mi contrario. ¡Oh! ¡Claro que sí! Me batiría en duelo por todo eso; pero por un dolor lento, profundo, infinito, eterno, yo devolvería, si fuera posible, un dolor semejante a quien me lo hubiera infligido a mí.

ALEXANDRE DUMAS,

El conde de Montecristo

No hay, pues, muchas razones para dudar que desde ese encuentro casi fatal Ahab alimentó una terrible necesidad de venganza contra la ballena, que cada vez se exacerbó más en él, pues en su insensata obsesión llegó a identificar con Moby Dick no sólo todos sus males físicos, sino todas sus exasperaciones intelectuales y espirituales.

HERMAN MELVILLE,

Moby Dick

“Antes de embarcarte en un viaje de venganza, cava dos tumbas”

CONFUCIO

Monta un caballito de palo hasta Coventry Cross, verás a una dama muy distinguida sobre un blanco caballo con anillos en sus dedos y campanas en los tobillos; ella tendrá música donde quiera que vaya.

CANCIÓN DE CUNA INGLESA

Adjuva me domine.

LUIS DE CÁNCER

Quiero decir aquí que la venganza embriaga y su sabor es delicioso, pero de todas las flores de la vida es la que más pronto se marchita, y bajo las delicias de la venganza ríe siniestramente una calavera.

MIKA WALTARI,

Sinuhe, el egipcio

… ahora tendría que ser capaz de pronunciar esta palabra, venganza, usted mataba por venganza, todos matabais por venganza, no hay que avergonzarse de ello, es la única medicina que existe contra el dolor, lo único que se ha encontrado para no volverse loco…

ALESSANDRO BARICCO,

Sin sangre

Además, yo no pienso. Hay algo en mí que piensa, algo extraño a mí mismo.

JOSEPH CONRAD,

Victoria

Cada vez que pienso en la crucifixión de Cristo, cometo el pecado de la envidia

SIMONE WEIL

El vestíbulo estaba desierto. Se detuvo un momento cuando subía las gradas y DOBLÉGATE, las puertas se cerraron con un golpe bajo la concentrada fuerza que dirigió hacia ellas y se desprendieron los mecanismos neumáticos para mantenerlas cerradas. Oyó que algunos gritaban, y para ella fue como una música, una dulce música soul.

STEPHEN KING,

Carrie

Un solo pensamiento lo había dominado durante años: aniquilar al que ahora yacía a sus pies en aquel recinto gris y vacío, salpicado por trocitos de yeso como por una nieve escasa, ligera; y ya sólo le quedaba el cansino gesto de cubrirlo, un humilde ruego de olvido, única gracia capaz de apaciguar un corazón consumido por un furioso fuego.

FRIEDRICH DÜRRENMATT,

El juez y su verdugo

La venganza: una gran ballena varada en las playas del hombre contemporáneo

EDMUND BURKE,

citado por MELVILLE (creo)

Dios me libre de acusar a un animal, y no digamos a un ser humano, inocente. Pero desde aquel momento no puedo librarme de esta idea espantosa. Fue él. Él lo hizo.

STEFAN ZWEIG,

¿Fue él?

¡Dios mío! ¡Todo un momento de felicidad! ¡Sí! ¿No es eso bastante para colmar una vida?

FIODOR DOSTOYEVSKI,

Noches blancas

En el fondo de cada relación humana existe una materia palpable, y esa realidad no cambia, por muchos argumentos o astucias que se utilicen. La realidad era que tú me odiabas, que me habías odiado durante veintidós años, con una pasión cuyo fervor caracteriza sólo las relaciones más intensas, como… sí, como el amor. Me odiabas, y cuando un sentimiento, una pasión, se apodera por completo del alma humana, al lado del entusiasmo arde el deseo de venganza también…

SÁNDOR MÁRAI,

El último encuentro

Yo nací cobarde. Y los cobardes ni para morir valen. Y yo, ¿qué hago, qué hago? Dios, ¡para qué me habrá tocado a mí venir a este maldito mundo!

SHUSAKU ENDO,

Silencio

...a través de bosques mortecinos

he seguido mi camino...

EZRA POUND,

Motivo

Oscuras formas humanas podían verse a distancia, deslizándose frente al tenebroso borde de la selva, y cerca del río dos figuras de bronce apoyadas en largas picas estaban en pie a la luz del sol, las cabezas tocadas con fantásticos gorros de piel moteada; un par de guerreros inmóviles en un reposo estatutario. De derecha a izquierda se movía una salvaje y deslumbrante figura femenina.

JOSEPH CONRAD, El corazón de las tinieblas

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Florida

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I

Antes que nada, el bosque. Es lo primero que distingo: su perfume se presenta como el azahar, los nardos o el mar. Su frescor cubre mi piel igual que un velo fino y suave. Luego advierto el dolor y la oscuridad: tengo las manos atadas y los ojos vendados. Hace unas horas que viajamos

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