Somos lo que decimos

Charlie López

Fragmento

PRÓLOGO

De aquí, de allá, de lejos

El oficio de mi vida ha sido recoger y crear historias y contarlas. Con humor, pasión y mucho amor, en cada relato intenté transmitir la cultura de nuestro pueblo. Pero ¿qué es la cultura? Según los sociólogos, es todo, absolutamente todo. A lo que vivimos en el presente se le suman los relatos de los antepasados de todos los rincones del mundo, muchas veces transformados, distorsionados, adaptados a nuestra actualidad.

Y ahí, entre una multitud de palabras, están esos dichos que seguramente muchos repetimos sin saber de dónde vienen y cuál ha sido su origen. Charlie López nos transporta a través de distintas etapas de la humanidad para rescatar y revelar la cuna de esas frases, máximas, observaciones o consejos de la sabiduría popular que, expresados con ingenio, gracia y, muchas veces, con rima, pudieron trascender su tiempo para llegar hasta nuestros días. En la mayoría de los casos fueron transmitidos oralmente por gente que no sabía ni leer ni escribir, pero que sí supo difundirlos y conservarlos para que se constituyeran en verdaderos maestros de la vida para quienes no podían adquirir sabiduría a través de los libros.

Lo cierto es que nuestra lengua, la castellana, está plagada de modismos y frases hechas, empleadas espontáneamente por todas las clases sociales en sus conversaciones cotidianas, que están compuestas por palabras con sentido figurado que poco tiene que ver con el concepto que expresan. Charlie ha realizado para este libro una maravillosa recopilación de esos tesoros lingüísticos que cautivan desde la primera página. Estas pequeñas grandes historias nos permiten realizar un viaje a través de las distintas culturas y tradiciones de diferentes partes del mundo.

El libro que tienen en sus manos es una invitación a desandar caminos para conocer la esencia de esas frases que incorporamos y utilizamos una y otra vez, y cuyo origen excede a nuestra imaginación. Nada es lo que parece. Cada historia es una aventura que, sin dudas, los sorprenderá.

Los invito a montarse al “corralero” de la curiosidad para trotar entre campos de símbolos y significados, no sin antes saber que “a caballo regalado no se le miran los dientes” y que “al que quiera celeste que le cueste”.

Con estas premisas, también hay que prepararse para descubrir a los griegos que, “antes de dormirse en los laureles”, nos explicaron el origen de nuestras “medias naranjas”, o para meterse en el mundo de los vendedores de humo de la antigua Roma, de las intrigas y tradiciones palaciegas por lo que todavía decimos “las paredes oyen” y, además, para saber que a Seguro nunca “lo llevaron preso”. El paisano diría “agarrate Catalina” cuando al galopar por algunos de estos relatos nos enteremos de a quiénes mandaban a “que los cure Lola” o cuando les pedían que gritaran “viva la Pepa” o si en algún momento nos confunden con los “atorrantes” de Puerto Madero o los glamorosos “cirujas” de principios del siglo XX. Sigamos al trote y no tengamos miedo de dar vuelta la página y encontrarnos con los “petiteros”, los “chetos” y con aquellos que hacían “el cuento del tío” y los que literalmente se dedicaban a “vender buzones”.

Nos sentiremos lejos de tener en las manos un “bodrio” y muy cerca de convertirnos en un “cholulo” que no deja de perseguir al autor de la obra, por lo que conoceremos la ventaja de “correr con el caballo del comisario” y nos asombraremos al vernos reflejados en ese “ekeko” de emociones que suma y suma conocimiento a través de cada dicho incorporado. Entonces, “sin tirar manteca al techo” y “sin decir agua va”, te aseguro que llegaremos a la iluminación por “chaucha y palito”.

En esta obra, Charlie López muestra su estirpe y se apasiona, como siempre, con los mitos y las costumbres de nuestra gente. Es un autor a quien “nadie le pisa el poncho” al hablar de los que “se comían el garrón” cuando alguien les “escupía el asado” y no les quedaba otra que “hacer pata ancha”.

En fin, este es un libro que recomiendo leer “hasta que las velas no ardan” porque permite aprender en forma amena y compartir con la familia y los amigos esas frases que tanto tienen que ver con lo que somos y lo que sentimos, a la vez que nos muestran la esencia de ese “Yo, argentino”.

LUIS LANDRISCINA

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