En el estadio se juega un partido. A los 90 minutos, el árbitro mira su reloj pero deja jugar un rato más. Al cabo de 10 minutos, vuelve a mirar su reloj y deja jugar un rato más. A la media hora, vuelve a mirar su reloj y deja jugar un rato más. Pasadas dos horas, los jugadores de los dos equipos, ya hartos de jugar, detienen el juego, van hacia el árbitro y le dicen:
—Oiga, que llevamos cuatro horas jugando. ¿No piensa pitar el final?
Y el árbitro contesta:
—¿Cómo? ¿Es que aquí no se pagan las horas extras?
Un hombre llega al partido cuando ya ha empezado y le pregunta a la vecina de asiento:
—¿Qué? ¿Cómo vamos?
—Perdemos 1 a 0.
Y el hombre se pone a gritar:
—¡Árbitro, fueraaaaa, malo, buuuuh!
Dos hinchas rivales están viendo a su equipo y uno le pregunta al otro:
—¿Sabes por qué llaman a tu equipo el «Titanic?»
—¿Por qué?
—Porque todos lo van a ver, pero ya saben como acaba: Mal.
En las semifinales del Mundial, España juega contra Japón y, en las gradas, un hincha le dice a su amigo:
—Me han dicho que el delantero del rival es muy malo. ¿Tú sabes cómo se llama?
Y el amigo contesta:
—Nitoko Nikito.
—Y tú, ¿sabes por qué llaman a vuestro equipo Jurásico?
—¿Por qué?
—Porque antes eran grandes y ahora ya no existen.
Durante el descanso, el vendedor ambulante le vende un paquete de palomitas a un niño. Al cabo de un rato, cuando está en la otra punta del estadio, se encuentra al mismo niño y le dice sorprendido:
—Oye, ¿hace un momento no estabas en el otro lado?
—Sí —dice el niño—, es que me trajo la ola.
Justo antes de empezar un partido, un defensa supercachas le dice a su compañero:
—No sé de qué me sirve cultivar mis músculos, si después no puedo cosecharlos.
Un padre y un hijo llegan al estadio del Barça y el padre se da cuenta de que se ha olvidado las entradas en casa.
—Corre, hijo, vete a casa, abre el primer cajón del recibidor y trae las entradas.
El niño, veloz, corre hacia su casa y en cinco minutos vuelve con las entradas, diciendo:
—Papá, no te lo vas a creer. Mamá dice que está harta de ti y que se marcha de casa.
Y el padre, desesperado, contesta:
—¡Tú sí que no te lo vas a creer! ¡Hoy no juegan Messi ni Neymar!
Es la final del Mundial. El estadio está lleno de gente. Un hombre llega, ve que a su lado hay un asiento vacío y le dice a la mujer que está más allá:
—Qué raro… Un asiento vacío.
—Sí —contesta la mujer—. Era de mi marido, pero se murió.
—Vaya, lo lamento —continúa el hombre—. ¿Y por qué no le ha dejado el carnet a algún amigo o familiar?
Y la mujer contesta:
—Lo he intentado, pero todos han preferido ir al funeral.
Durante un partido, un jugador se acerca al árbitro y le pregunta:
—¿Cuál es el nombre de su perro?
—Yo no tengo perro —contesta el árbitro.
—Oh, perdone —continúa el jugador—. Pensé que era usted ciego y había perdido a su perro lazarillo.
En la final del Mundial entre España y Brasil, el capitán del equipo brasileño le dice al capitán de La Roja:
—Nosotros practicamos un fútbol alegre.
—¿Tocáis mucho el balón? —pregunta el español.
—No —contesta el brasileño—, contamos chistes a nuestros adversarios.
Viendo un partido en el estadio, una mujer le dice a su amigo:
—Hoy he venido con una amiga del pueblo que nunca ha visto un partido en directo.
—¿Y dónde está?
—Pues no lo sé, creo que se ha perdido.
—Vaya, ¿cómo la encontrarás?
—Fácil. En cuanto empiece la ola será la única que lleve el chaleco salvavidas puesto.
—Y, a ese central que no para de correr y de dar vueltas sin ir a ningún lado, ¿cómo le llaman?
—Tiovivo.
Durante el descanso de un partido, un padre va con su hijo a comprar un bocata, y le cuenta:
—En mi época, con solo cinco pesetas me llevaba bocatas, patatas y varias latas de refresco.
—¿Y por qué ahora no? —pregunta el hijo.
Y el padre responde:
—Porque ahora hay cámaras de seguridad por todas partes.