Clock around the rock

Sandro Romero Rey

Fragmento



Índice

Portadilla

Índice

Dedicatoria

Cita

Introito

Aclaración en clave de soliloquio

Oficio

Maitines

Laudes

Prima

Tercia

Sexta

Nona

Coda

Ite, missa est. Deo gratias

Fotos

Créditos

Grupo Santillana

Dedicatoria

A la Radiónica pandilla de 99.1.

A Fernando Samalea.

A los Silver. A Band-Aids.

Cita

One, two, three o’clock, four o’clock, rock,
five, six, seven o’clock, eight o’clock, rock
nine, ten, eleven o’clock, twelve o’clock, rock,
we’re gonna rock around the clock tonight […]

When the clock strikes twelve, we’ll cool off then,
Start a rockin’ round the clock again
We’re gonna rock around the clock tonight,
We’re gonna rock, rock, ‘til broad daylight
We’re gonna rock, gonna rock, around the clock tonight.

«Rock Around the Clock»

(Max C. Freedman & Jimmy de Knight. 1953, Myers Music USA)

Introito

Image

Aclaración en clave de soliloquio

Aclaración en clave de soliloquio

Creo suponer que a todo el mundo, en mayor o menor grado, le gusta oír música. Salvo Salvador Dalí, quien daba por sentado que los valores espirituales del sonido eran nulos, todo ser humano tiene la tendencia a dejarse llevar por melodías y/o armonías de todas las especies. Ahora bien, existen textos alrededor de los creadores sonoros, en particular biografías, donde se puede tratar de sacar conclusiones sobre esta curiosa actividad combinatoria, tan matemática como cualquier teorema, pero que, elevada al nivel de la abstracción que produce, se considera un arte. Nada se saca con estos libros, salvo alimentar la curiosidad. Uno puede admirar a Yehudi Menuhin y su texto sobre la música del mundo, pero rechazarlo en el momento en que decide estigmatizar un concierto de los Rolling Stones en el Earl’s Court, en los años setenta. ¡Y eso que no tuvo la suerte de escuchar a La Pestilencia! Nadie es dueño de la verdad y todos, al mismo tiempo, dependiendo del accidente vital que les tocó vivir, tienen, tenemos, la razón. Así parece.

¿Para qué es este libro? ¿Le puede servir a alguien? Cuenta la leyenda que, hace algunos años, estuvo en Colombia un hermano de Michael Jackson predicando en el Chocó. El hermano de Michael Jackson fue secuestrado. A los pocos días lo liberaron, porque el pobre predicador no tenía ningún valor de canje. De repente, este libro sólo sirve para informar que Michael Jackson tiene hermanos desinformados. Pero espero que sirva para algo más, para que recapaciten los secuestradores, para que Michael Jackson celebre su cumpleaños en el Chocó mientras consume estas líneas, qué se yo.

Las páginas que siguen son producto de un voluntarioso capricho. Cuando uno comienza a sentir las garras de la muerte atacando sin el más mínimo consentimiento, se empieza a ponerle fondo musical a lo que podrían ser nuestros últimos días. Qué digo yo. Cuáles nuestros. Mis últimos días, porque nadie se muere con o por otros, salvo que se esté en Auschwitz o en Colombia, el país en el que me tocó nacer. El asunto es que desde hace un buen tiempo he querido rendirles un homenaje a los sonidos que me han acompañado en la vida y, poco a poco, sin quererlo, se fueron gestando la forma y el sentido de este libro. Debo decir que parto de una gran injusticia, en especial con mis padres, pues, cuando fui niño, en la dorada ciudad de Cali de los años sesenta, la música que alimentó mis juegos fue la música clásica, desde Monteverdi hasta Stravinski (no recuerdo haber escuchado jamás en el tocadiscos de mis progenitores nada que se asemeje a Stockhausen, Penderecki o cosa parecida). Sin embargo, es a mi padre, don Daniel Romero Lozano, a quien le debo el primer disco de música rock, ejemplar que aún conservo y que todavía escucho como si fuera ayer. Del almacén Sears salí fascinado con mi carátula exagonal de Through the Past, Darkly, y poco tiempo pasó para echarlo a r

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