Debo decir que me ha sorprendido. Nunca había leído un libro de autoayuda, y decidí empezar por este autor gracias a algunas recomendaciones. Es cierto que yo siempre he sido reticente a leer estos libros, ya que pensaba que realmente no ayudaban a nadie, y eran solo producto de intentar comercializar todo lo posible un trabajo. Ahora, después de leer este libro, sí que pienso que un libro de autoayuda puede ayudar a la persona indicada; no a mi, ya que lo leía más bien por curiosidad y yo no sufro ninguna ansiedad, pero sí que creo firmemente que pueden ayudar a algunas personas que lo necesiten y tampoco puedan permitirse una terapia, ya que estas hoy en día están más bien caras. Si que es cierto, y siendo sincera, que había momentos en el libro donde me era pesado estar leyendo todo el rato lo mismo: testimonios y puntos, cada vez más y más, de cómo hacer una buena terapia de exposición/conductual. Pero, aún así, continué el libro porque había algunos datos, testimonios e historias, que me eran francamente interesantes. Una de esas historias, la cual recuerdo perfectamente, fue de un paciente de AA, el cual había recaído después de reorganizar su vida por completo. El método del que habla Rafael ya me sonaba de anteriores ocasiones, y aunque yo no puedo probarlo en mi propia piel porque ya no sufro de esos ataques de ansiedad, pienso que es un interesante método que no me parece para nada descabellado. El libro es extenso narrando el mismo método, mostrándote testimonios, trucos e incluso mantras que puedes repetir para despejar tu mente al estar al borde de un ataque. Se trata muchísimo, y de forma extensa, la ansiedad más que cualquier otro trastorno; o al menos eso me ha parecido a mí. Desde el principio empieza a hablarte de distintos testimonios de personas que han curado su ansiedad gracias a este método y a Rafael Santandreu. Empezamos el libro con una introducción que te dice lo necesario que es este libro hoy en día, cuando la ansiedad está más en apogeo y la gente sabe menos cómo controlarla. Después, Rafael empieza con el testimonio de María José, una mujer de cincuenta años que también había sufrido ansiedad y que, además, por recomendación de su médico había empezado a tomar ansiolíticos: pastillas por las que pronto sentiría una enorme adicción. Rafael aquí nos intenta mostrar lo caótico que es mezclar una sanación que debería ser más bien mental/emocional con una física. Ya que, si pensamos con raciocinio, unas pastillas no pueden controlar unos pensamientos o un sentimiento, ya que son cosas más bien abstractas y las pastillas se dedican al ámbito físico. A raíz de este testimonio Rafael nos intenta mostrar y enseñar cómo la ansiedad tiene que superarse con trabajo personal y no con medicamentos tranquilizantes. Luego Rafael compara la ansiedad con un curioso juego chino que funciona con los dedos, donde la única salida para ganar ese juego mental es relajarte y hundir aún más los dedos en ese papel en lugar de tensarte y retorcer estos para intentar salir de ese tubo de bambú. En el siguiente capítulo el autor empieza a mostrarnos algunos datos verídicos de cómo el síndrome de abstinencia es algo mental y nada físico que te haga necesitar esa sustancia nociva, nos cuenta cómo realmente el 95% de esa necesidad descontrolada se reduce a un auto convencimiento de que no puedes vivir sin esa droga, pero solo el otro por ciento restante es, realmente, una ligera molestia que provoca, por ejemplo, el abstenerse a la nicotina. A continuación en el libro, el autor nos describe la historia de Mila, quién llevaba sufriendo ansiedad desde los diecisiete años y de cómo se había curado, a una tan tardía edad, como son los cuarenta y seis. Está mujer nos cuenta cómo acabó temiendo a la propia ansiedad, como se sentía aterrorizada por sentir aquella sensación tan molesta y como acabó encerrándose en su casa y sin poder pasear con su mascota en muchas ocasiones. Mediante vamos avanzando en este relato, Mila nos cuenta cómo ella encontró los vídeos de Rafael y como, gracias a sus consejos, fue pasito a pasito en esa escalada tan complicada como lo es la salud mental y la superación, y consiguió salir de su casa y pasear cada vez más lejos. Finalmente, Mila nos cuenta cómo consiguió esto perdiéndole miedo al propio miedo, de cómo consiguió rendirse en su ansiedad y sentirla con fuerza, para así no temerla y, en consecuencia, rebajarla. Esta mujer nos enseña con este testimonio más que cualquier enseñanza que te puedas llevar de los demás, Mila es el claro y magnífico ejemplo de cómo este método parece funcionar; de cómo debes perderle el miedo a tus pensamientos negativos y a sentirlos. Al final del día, ellos van a estar ahí, independientemente de cuanto les temas o de cuántas pastillas coloques encima o debajo de tu lengua, ellos probablemente aparezcan. Y si, además, los reprimiste, probablemente aparecerán con más fuerza. Así que, el método del autor tiene sentido, si reprimirlos, temerlos y ladear la cara cuando aparecen, nunca ha funcionado, ¿por qué lo haría algún día? Realmente, todos somos conscientes, -espero, - de que tapar tus problemas o intentar minimizarlos con alcohol, tranquilizantes, o incluso miedo, no ayuda y nunca ha ayudado a solucionarlos. La ansiedad es un problema que radica en tu mente, es un problema que te hace sentirte incómodo, que refleja su magnitud físicamente con problemas como la arritmia o el dolor en el pecho; sin embargo, esos no son más que síntomas que relajas con sustancias, en ningún momento estás solucionando esa ansiedad ni estás trabajándola, y al final del día, va a seguir ahí. Y esto es lo que Santandreu te muestra, el simple hecho de que temiéndola, rebajándola, - o al menos eso piensas tú,- momentáneamente, no sirve de absolutamente nada. Me ha gustado mucho este planteamiento, y me ha hecho replantearme muchas cosas. Sin duda, si necesitas un libro de autoayuda, este autor parece ser una buena opción.
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