¿Quién es quién?

Javier Urra

Fragmento

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Prólogo
Hacer de la vida una fiesta

Juan Manuel de Prada

Tuve la inmensa fortuna de conocer a Javier Urra en una breve estancia en Panamá, muy amablemente invitados ambos por la embajada española en esta ciudad, que por aquellas fechas celebraba su anual feria del libro. De inmediato, la personalidad bulliciosa y apasionada de Javier Urra prendió mi atención; y, prendiéndola, me permitió descubrir el tesoro desbordante de actividades y afectos que este hombre despliega en su derredor, como un campo magnético irresistible. Creo que nunca he conocido a una persona tan amena y chispean­te, tan despierta y desvelada (en el sentido figurado, pero también en el literal, porque Javier Urra es el hombre que menos duerme del mundo, y su constante vigilia le permite acometer empresas que al común de los mortales están vedadas), tan generosa y abnegada, tan vital y desvivida. Javier Urra exuda vitalidad por cada uno de los poros de su piel; y, en la alegría y en la tristeza, en la salud y en la enfermedad, sabe hacer de la vida una fiesta sin derecho de admisión ni hora de cierre, a la que todos estamos invitados. Porque Javier Urra entiende que la vida es una celebración solidaria, un ágape en el que nada se cicatea, una donación constante y, por supuesto, insomne. Y, siendo un hombre tan lleno de vida y tan hospitalario de ajenas vidas, también es un hombre de humor restallante y un profundo conocedor de la naturaleza humana.

Todas estas virtudes las hallamos en el atípico y singular libro que tiene entre sus manos, querido lector. Nada más abrirlo por su primera página, que funciona a modo de presentación o de advertencia, ya intuimos el toque irónico y el sentido del humor que Javier Urra va a prodigar a raudales a lo largo de la obra. Así, por ejemplo, para que no le salten a la yugular los defensores de la corrección política que utilizan el género gramatical o el llamado sexismo lingüístico como arma arrojadiza, Javier Urra nos aclara que el él, que utilizará a lo largo de la obra, incluye también el ella.

Pero antes de pasar a ejercer de «retratista de tipos y caracteres», y desde el inicio al epílogo de la obra, Javier Urra deja traslucir a lo largo de numerosas páginas su firme e incuestionable vocación y su amor acendrado por la psicología, vocación y amor que a la postre, en este o en cualquier otro campo del saber, son los más firmes valores (antes se llamaban virtudes) que podemos pedir y desear de un profesional.

Adentrándonos ya de lleno en la faceta del Javier Urra retratista de tipos y caracteres, el autor nos propone el sugestivo juego de tratar de encontrar entre esa fauna de casi un millar (sí, han leído bien, casi un millar) de tipos y caracteres el que pudiera ser el más idóneo o en el que pudiera encajar el destinatario de este libro. Para ello, Javier Urra nos ofrece el que quizá sea el más exhaustivo repertorio o catastro de todos los tipos y caracteres imaginables (solo un zahorí como Javier Urra puede realizar una hazaña tal), una fauna en la que no tendremos dificultad alguna en identificar o encuadrar a cualquier amigo o enemigo, desde ese vecino que nos cae mal, a la novia que nos dejó por aquel petimetre; desde ese jefecillo que nos hizo la vida imposible, al inspector de hacienda que nos metió aquel puro; desde el amigo al que le tocó el gordo en la lotería y se volvió insoportable, al policía que nos multaba cada vez que aparcábamos en doble fila, y quizá, haciendo un esfuerzo de modestia o sinceridad, hasta encontremos un tipo (incluso dos) en el que encajemos usted y yo (primero usted), amable lector.

Javier Urra alterna, en alegre camaradería, lo sesudo y profesoral con lo lúdico y desenfadado, donde cruzan sus armas el acerado estilete y el humor más cáustico. Así pues, el libro, como nos apercibe el autor, es más que un mero juego divertido, y aunque parezca, como también nos advierte, que no tiene orden ni concierto (pero qué pintarían, me pregunto yo, el orden y el concierto en un libro desenfadado y festivo como este), todo él es un alegato en favor de la vida, donde fundamentalmente, como reza uno de sus apartados, solo se persigue la celebración y la gracia de existir.

Coexisten a lo largo del libro, a veces medio escondidos, a veces entremezclándose en alegre promiscuidad, a veces casi en silencio, a veces levantando ostensiblemente la voz entre la caudalosa maraña de tipos y caracteres, multitud de frases sentenciosas que adoptan las formas más diversas o cambiantes, desde el apotegma moral al aforismo, pasando por el proverbio popular, que suponen una especie de tregua o de remanso para la introspección o el análisis meditado que nos lleva a la conclusión de que el libro de Javier Urra que tenemos entre las manos merece realmente la pena.

Al final, después de disfrutar y de encontrar quizá nuestra propia identificación y la horma de nuestro zapato, después de hallar nuestra vera efigie en uno de tantos y tantos de esos tipos o caracteres, el autor nos reserva una penitencia liviana y llevadera en forma de recomendación específica. Cumplamos con la penitencia impuesta, y el que crea que no debe cumplir ninguna porque ya está de vuelta de todo, que haga lo que recomienda el autor: que llame al enterrador, porque está muerto.

Pero usted, querido lector, está muy vivo, pues solo quienes están vivos pueden alimentarse de la escritura vivaz y vivísima del hombre más despierto que jamás hayamos conocido. No sé a qué espera para zambullirse en este libro burbujeante de multiforme y apasionada vida.

Madrid, enero de 2017

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Breve manual para crear un diccionario de tipos y caracteres

Existir, no lo niegue, tiene su gracia. Y cada uno somos como somos. Así llevo toda una vida trazando retratos psicológicos. Pero no todo debe ser literal porque ya sabemos que, por ejemplo, una traducción literal suele ser mala. Hay formas de presentar estos perfiles. Las palabras son un eficaz fonendoscopio para conocer el interior de la persona. Y de eso se trata, de unir palabras y crear retratos. A continuación quiero desplegar un breve manual que me ha servido para enriquecer este diccionario especial. Pequeños flashes para la inspiración. Mis herramientas de trabajo o la receta mágica, como usted prefiera.

Pero antes quiero señalar algunos asuntos importantes sobre cómo he escrito este libro. Hablo de él, que es un él inclusivo a ella. Podría haber puesto ella y ser inclusiva a él, pero me reñirían desde la RAE (Real Academia Española). Además soy valiente, pero no temerario.

Pido a mis colegas psicólogos, a mis también colegas de Ciencias de la Salud y a mis compañeros psiquiatras que entiendan el toque irónico y el sentido del humor con el que reflejo, con trazos gruesos, un repaso a las tipologías que nos rodean y en las que nos incluimos. El libro está sin orden ni concierto, como la gente con la que nos encontramos, como la vida.

Querida lectora o lector, póngale cara a cada uno de estos tipos, amplíe sus pensamientos y conductas. Valore si está muy extendido. Y entre bromas y veras, si

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