Volver a ti

Nuria Roura

Fragmento

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Saber quiénes somos, entender lo que nos sucede, conocer las leyes que rigen el universo y comprender cómo funciona lo que nos rodea son cuestiones que, en mayor o menor medida, nos han ocupado a todas en algún momento de nuestra vida.

A menudo, y cada vez más debido a lo compleja que se ha vuelto la vida, nos podemos ver implicados en conversaciones sobre temas como el autoconocimiento, el desarrollo personal, el propósito y el sentido de la vida, la ley de la atracción, el libre albedrío, la luz y la sombra, el ego, la sincronicidad, la espiritualidad o la sabiduría femenina, por ejemplo.

Y cada una de nosotras llegamos a nuestras conclusiones sobre cuál es la mejor herramienta de autoconocimiento, si existen o no el destino y el libre albedrío, la casualidad o la causalidad; si realmente somos capaces de atraer aquello que deseamos y manifestamos con la ley de la atracción; si las personas con las que nos cruzamos en nuestra vida nos hacen de espejo de aspectos de nosotros que tenemos en la sombra, etc. Puede que en algunas cuestiones estés de acuerdo conmigo y en otras no, o que algunas te remuevan o hagan que te plantees cosas; está bien, cuestiónatelo todo, obsérvalo, digiérelo y quédate con tus propias conclusiones.

Este es el capítulo más difícil de escribir, porque plasmar en palabras temas filosóficos como «¿quién soy?», la inmensidad del universo, la magia de la vida y el misterio que nos rodea no es tarea nada fácil. Pero tengo la suerte de contar con una carta natal beneficiosa para hacerlo, así que al menos voy a intentarlo. Si sabes algo de astrología, me entenderás si te digo que tengo el sol en Virgo en la casa 12 cuadrado a Neptuno en Sagitario en la casa 3 y Mercurio cerca del ascendente, en el signo de Libra, que está regido por el planeta Venus, que al mismo tiempo está ubicado en el signo de Virgo, que es de elemento Tierra. Todo esto, que si no sabes astrología te sonará a chino, se traduce en que soy una persona que, entre otras cosas, tiene el propósito de poner en palabras prácticas y entendibles temas espirituales.

Por cierto, es inevitable para mí explicarte muchas cuestiones situándolas en un contexto astrológico, como acabo de hacer ahora. Y es que ya no concibo la mirada hacia el mundo exterior ni interior sin las gafas astrológicas. La astrología es mi lenguaje, al igual que lo son los otros idiomas que hablo, y me comunico, interpreto y aprendo sobre la vida a diario a través de él. Además, la lógica astrológica, como veremos más adelante, explica el funcionamiento del universo y, por lo tanto, también el de las personas, porque las mismas leyes que rigen el universo lo hacen en nosotros, ya que somos fractales de este.

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Tu verdadera naturaleza

Las palabras separan, clasifican y, a pesar de que las usamos para expresarnos y entendernos en sociedad, en realidad nos hacen sentir disociados; a veces nos confunden más y son constructos mentales que nada tienen que ver con nuestra verdadera naturaleza.

Con la mente y las palabras logramos explicar quiénes somos desde la visión del ego, es decir, desde la forma que ha tomado el SER para nosotros. Así pues, gracias a las palabras podemos decir: «Me llamo Nuria y en el ámbito profesional me dedico a...». No obstante, esto es hablar de una misma solo desde la perspectiva egoica, pero ¿quién soy más allá de este nombre, esta profesión o este cuerpo físico que he recibido? Así pues, aparte de las etiquetas, los roles y la apariencia que vamos adquiriendo a lo largo de los años para vivir en sociedad, ¿soy algo más?

Es evidente que sí, ya que todas hemos experimentado alguna vez situaciones que nos demuestran que detrás de lo aparente hay un mundo sutil, energético y espiritual. De no ser así, ¿cómo se explicaría cuando nos encontramos con alguien y sentimos que ya nos conocíamos de antes? O ¿por qué ocurre que estoy pensando en un tema y de repente surge en una conversación con otras personas una palabra clave sobre ello?

Intentamos dar respuesta a todo para entenderlo desde un lugar racional y nos cuesta a veces aceptar la idea de que el universo lo rigen muchas leyes que quizá desconocemos, pero que nos enseñan a diario que todas nosotras estamos unidas, que todo es energía, que somos seres espirituales, vehículos de una misma conciencia que lo permea todo y que todo está entrelazado de manera mágica y misteriosa.

Tu verdadera naturaleza es que tú misma eres la creadora porque eres la conciencia misma que habita en todo, que no hay dos, que TODAS somos UNA y que, aunque vivas en la ilusión de separación, nunca has sido una ola desgajada del océano.

Para mí, con una carta natal tan neptuniana, es fácil sentir esto de lo que te estoy hablando, pero es posible que tú tengas otra configuración astrológica muy distinta a la mía, que haga que te sea más difícil vivir conscientemente esta unidad. Resulta más sencillo poder sentir y registrar esto tan sutil cuando conseguimos entrar en otros estados de conciencia, ya sea a través de rituales y plantas sagradas, respiraciones o meditaciones, por ejemplo. Nos resulta difícil introducirnos en el mundo de Neptuno y de la conciencia sin muletas, porque vivimos muy apegados a lo que consideramos nuestra realidad, los pensamientos que nos llegan y los roles que desempeñamos. Pero cuando experimentamos la no-mente y no aparecen pensamientos, podemos entrar en un estado de unión, de no separación, en el que momentáneamente nos sentimos como una conciencia que lo permea todo y como una fuente creadora. En ese estado no existe la dualidad y, por lo tanto, no nos creemos personas separadas. Esta es nuestra verdadera naturaleza.

Cuando conectamos con nuestra verdadera naturaleza, nos sentimos parte del TODO, abundantes, creadoras, expansivas, serenas, y no cabe en nosotras ni un mínimo espacio para el malestar, el sufrimiento o el dolor de la sensación de separación que percibimos cuando no nos encontramos en ese estado de conciencia. En ese momento, el ego se diluye porque conectamos con el SER más allá de la forma que ha tomado, y no necesitamos ni queremos poner palabras a quienes somos porque solo hay una respuesta que es igual para todas: soy conciencia.

Es cierto que no es posible vivir todo el día en el estado alterado de conciencia o lo que se conoce como la «iluminación», pero encontrar espacios para ingresar en él o sentirlo lo más cerca posible a través de diferentes recursos nos ayuda a no olvidarnos de ello y poder sobrellevar mejor los retos y dificultades que podamos experimentar en el plano terrenal. Porque, por ejemplo, si sucede algún evento en tu vida que despierta en ti un sentimiento de tristeza, tener la certeza de que en el fondo tu verdadera naturaleza es amor y conciencia te ayuda a relativizar el dolor e incluso darle un sentido más profundo a la situación que estás viviendo.

Y es que la mayor fuente de sufrimiento de las personas es que han olvidado su verdadera naturaleza y se identifican con sus pensamientos, los sucesos que ocurren, lo que los otros les dicen que son o lo que ellos han llegado a creer que los represen

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