Cómo estudiar con éxito

Bernabé Tierno

Fragmento

Introducción

INTRODUCCIÓN

La psicología general define el aprendizaje como el proceso mediante el cual un individuo modifica su conducta como consecuencia de la experiencia o del ejercicio.

Este cambio de conducta le sirve al sujeto para responder de manera más eficaz a las exigencias del ambiente afrontando las situaciones posteriores de modo distinto a como afrontó las anteriores.

Aprender es por eso mismo un creciente enriquecimiento cognoscitivo, pues corresponde al conocimiento la función de guiar al sujeto en su interacción con el ambiente. Digamos, pues, que la experiencia incrementa nuestros datos cognoscitivos, y esto significa, en definitiva, aprender. Esto explica por qué el aprendizaje cognoscitivo ocupa la mayor parte de las tareas educativas del ser humano.

En este proceso de adquisición de conocimientos el inmaduro humano es ayudado por el adulto en la asimilación de ese cúmulo de experiencias que la sociedad transmite a las nuevas generaciones mediante la función educativa.

Por esa razón, en la interacción educativa maduro-inmaduro, no podemos separar artificialmente el acto de aprender del acto correlativo de enseñar, ya que siempre aprendemos de algo o de alguien. Aprendemos de la naturaleza, de nuestras experiencias vividas, de nuestra relación con los demás, de lo que vemos u oímos, etc.

La autodidaxis, a saber, el acto de aprender sin la ayuda de nada o de nadie, en sentido estricto, no puede darse, porque «nadie da lo que no tiene», y nadie puede enseñarse (eso significa etimológicamente «auto-didaxis») lo que ignora.

Pero, en términos relativos, todo sujeto tiene la capacidad para descubrir, «inventar», en sí mismo, en las cosas o en las personas, nuevos conocimientos. Es decir, todo ser humano tiene capacidad, en mayor o menor medida, de aprender.

Este esfuerzo intelectual que ha de hacer el hombre para enriquecerse con la experiencia del pasado es lo que denominamos estudio. Estudiar es el esfuerzo que realiza el entendimiento para conocer alguna cosa; es el trabajo que se le exige a la inteligencia para aprender y cultivar una ciencia o arte.

Basta esta simple definición para comprender que no puede haber aprendizaje sin esfuerzo. Algo que todo estudiante debe tener bien asimilado. No obstante, la etimología de la palabra (studium) hace referencia a la aplicación o afición con que uno se entrega a esta tarea, tan gratificante, que, por mucho esfuerzo que exija y por muchas dificultades que haya de superar, se arrostran voluntariamente con tal de seguir aprendiendo. La necesidad de saber, la innata curiosidad humana, nunca se da por satisfecha; es más bien una necesidad que crece indefinidamente por cuanto que el individuo que sabe desea saber más, el estudiante bien motivado cuanto más aprende más desea aprender.

Hay ejemplos admirables en la historia de la humanidad que resaltan esta natural tendencia del hombre. Se cuenta de Plinio el Viejo que, movido por su deseo de comprender la formidable fuerza de las erupciones volcánicas, se acercó tanto al cráter del Etna que pereció sepultado bajo su lava.

De lo dicho no debe colegirse que el aprendizaje se agote en la mera transmisión de unos conocimientos. En ese proceso de transmisión cultural que se inscribe en la relación maduro-inmaduro, maestro-alumno, docente-discente, hemos de distinguir tres niveles:

a) Nivel informativo. No basta para garantizar el aprendizaje meter muchas cosas en la cabeza del alumno. Si esos contenidos no se encuentran bien asimilados, sino acumulados en confuso acervo, embarullados de manera indiscriminada, sin matizar ni valorar la importancia de cada uno de ellos, lejos de servir para aprender, introducirán el caos y la desorientación mental en la vida del sujeto.

b) Ya el clásico francés Michel de Montaigne afirmaba en uno de sus ensayos que, intelectualmente, «lo que interesa no es tener la cabeza bien llena, sino bien hecha». Éste es precisamente el objetivo propio de un auténtico aprendizaje: la formación mental. Es el nivel de la instrucción (del verbo latino in-struere = construir por dentro) que configura el aprendizaje en una doble dimensión: estructural y dinámica.

Estructuralmente, organiza los contenidos de la mente de manera orgánica, lógica, coherente. Siguiendo con la imagen del arquitectónico in-struere, no se contenta con tener los ladrillos amontonados de cualquier forma, sino que erige con ellos un hermoso edificio.

Dinámicamente, esta estructura es una estructura abierta que permite al sujeto continuar incrementando su experiencia con nuevos conocimientos. Le permite continuar aprendiendo por sí mismo. Para decirlo con una imagen, la mente podría considerarse bajo la forma de un fichero que se enriquece de manera ordenada, constante, con nuevos elementos.

De esta forma, el individuo bien formado intelectualmente posee ideas claras y permanece siempre abierto a nuevas ideas. Goethe lo expresaba diciendo que «el hombre es siempre el mismo, pero no lo mismo». Cuando uno adquiere ideas nuevas ya no puede continuar pensando como antes. Se trata de ese impulso a crecer más y más en ciencia y sabiduría.

c) El tercer nivel se refiere al significado último del aprendizaje, por el hecho de que el sujeto discente es algo más que pura inteligencia. No se puede considerar bien formada la inteligencia si no contribuye al perfeccionamiento integral de la persona.

Un alumno puede saber mucho, discurrir de modo perfecto, y, sin embargo, hallarse falto del aprendizaje primordial: aprender a ser hombre. La profesión humana, el oficio de hombre es algo que se aprende día a día, cuando nuestra experiencia se pone al servicio del bien.

Es el nivel de la educación por el que el individuo busca el fin que le es propio: su formación integral, su propio perfeccionamiento como ser inteligente y libre.

En resumidas cuentas, el orteguiano «aprender a aprender» nos disuade de considerar el aprendizaje como una especialización realizada de una vez por todas, para interpretarla más bien en el sentido de una formación que no cesa. El hombre siempre está aprendiendo, siempre se está haciendo, y es esta actitud de continuo aprendizaje la que le impulsa a realizar ese proyecto siempre inacabado de su vida: el ideal eterno del hombre.

A) ¿Qué es estudiar?

Estudiar es un intento sistemático de comprender, asimilar, fijar y recordar los contenidos objeto del aprendizaje valiéndose de unas técnicas adecuadas.

Estudiar, por tanto, es una actitud de la mente y de la voluntad decidida a aprender de manera inteligente, decidiendo metas, seleccionando métodos, recogiendo la información pertinente, solucionando problemas, sopesando opiniones y analizando y criticando tanto las propias ideas como las de los demás.

Estudiar es un oficio y un art

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