No te ahogues en un vaso de agua

Richard Carlson

Fragmento

cap-2

 

Introducción

El más grande descubrimiento de mi generación es que un ser humano puede cambiar su vida si cambia su actitud.

William JAMES

Siempre que nos enfrentamos con malas noticias, personas difíciles o decepciones de cualquier tipo, la mayoría de nosotros reaccionamos según ciertos hábitos —en particular ante la adversidad— que no nos hacen muy buen servicio. Reaccionamos de manera exagerada, sacamos las cosas de su justa proporción, nos aferramos a las cosas con demasiada fuerza y nos centramos en los aspectos negativos de la vida. Cuando nos vemos inmovilizados por pequeñas cosas —cuando nos irritamos, nos ponemos de malhumor y nos molestamos con facilidad—, nuestras reacciones (exageradas) no sólo nos hacen sentir frustrados sino que, de hecho, se convierten en un obstáculo para conseguir lo que queremos. Perdemos de vista el cuadro general, nos centramos en lo negativo, y fastidiamos a otras personas que en caso contrario podrían ayudarnos. En pocas palabras, ¡vivimos nuestra existencia como si se tratara de un asunto de una enorme gravedad! A menudo corremos de un lado a otro con aspecto de estar muy ocupados, intentando solucionar problemas, pero en realidad muchas veces somos nosotros mismos quienes creamos esos problemas. Debido a que todo nos parece cuestión de vida o muerte, acabamos dedicando nuestra existencia a solventar un drama tras otro.

Pasado algún tiempo, comenzamos a creer que todo es de verdad una cuestión de vida o muerte. No nos damos cuenta de que la forma de relacionarnos con nuestros problemas tiene muchísimo que ver con la rapidez y eficacia de las soluciones que aplicamos. Como espero que descubrirás dentro de poco, cuando adquieras el hábito de reaccionar ante la vida de modo más tranquilo, los problemas que parecían «insuperables» comenzarán a parecer más fáciles de manejar. E incluso las cosas «grandes» que son realmente estresantes no te alterarán del modo que solían hacerlo.

Por fortuna, existe otra manera de relacionarse con la vida: una forma más suave, más serena, que hace que la existencia parezca más fácil, y más compatible la gente que hay en ella. Esta «otra manera» de vivir implica el reemplazo de los viejos hábitos de «reacción» por unos nuevos hábitos de perspectiva, hábitos que nos permitirán tener una existencia más rica, más satisfactoria.

Me gustaría compartir contigo una historia que me llegó al corazón y reforzó una importante lección: una historia que demuestra el mensaje esencial de este libro. Como verás, los acontecimientos de esta historia plantaron la semilla del título de la obra que estás a punto de leer.

Hace alrededor de un año, un editor extranjero contactó conmigo para pedirme que intentara conseguir una nota de presentación del doctor Wayne Dyer, autor de bestsellers, para una edición extranjera de mi libro You Can Feel Good Again. Le respondí que aunque el doctor Dyer me había proporcionado una nota de esa naturaleza para un libro anterior, no tenía ni idea de si aceptaría o no volver a hacerlo. De todos modos, les dije, lo intentaría.

Como suele ser el caso en el mundo editorial, envié mi solicitud pero no obtuve respuesta. Al pasar un cierto tiempo, llegué a la conclusión de que el doctor Dyer estaba muy ocupado o no deseaba escribir la nota solicitada. Respeté esta decisión y le hice saber al editor que no podríamos utilizar el nombre del doctor para promocionar el libro. Para mí, el caso estaba cerrado.

No obstante, unos seis meses más tarde recibí un ejemplar de la edición extranjera y, para mi sorpresa, ¡justo en la cubierta estaba la antigua nota de presentación que el doctor Dyer había escrito para el libro anterior! A pesar de mis instrucciones precisas en sentido contrario, el editor extranjero había usado el texto anterior y lo había trasladado al nuevo libro. Me sentí extremadamente alterado, y preocupado por la trascendencia de aquello, así como por las posibles consecuencias. Llamé a mi agente literario, quien de inmediato contactó con el editor y exigió que el libro fuese retirado de las librerías.

En el entretanto, decidí escribirle al doctor Dyer para pedirle disculpas, explicarle la situación y las medidas que se habían tomado para rectificar el problema. Después de pasar unas pocas semanas preguntándome cómo podría reaccionar, recibí por correo la siguiente respuesta: «Richard, hay dos reglas para vivir en armonía. 1) No sufras por pequeñeces, y 2) todo son pequeñeces. Deja la nota donde está. Saludos, Wayne».

¡Y eso fue todo! Nada de sermones, nada de amenazas. Nada de sentimientos enojosos y nada de enfrentamientos. A pesar de la falta de ética del uso que se había hecho de su famoso nombre, él respondió con elegancia y humildad; nada de alharacas. Su respuesta demostró la importancia del concepto de «ir a favor de la corriente» y aprender a reaccionar con tranquilidad ante la vida.

Durante más de una década he intentado enseñar a mis clientes a abordar la vida con esta actitud de mayor aceptación. Juntos, nos enfrentamos con toda clase de problemas: estrés, problemas de relación, problemas relacionados con el trabajo, adicciones y frustración en general.

En esta obra, compartiré contigo estrategias muy específicas —cosas que puedes comenzar a hacer hoy mismo— que te ayudarán a reaccionar con mayor serenidad ante la vida. Las estrategias acerca de las que vas a leer son aquellas que han demostrado ser las más eficaces para mis clientes y lectores a lo largo de los años. También representan la manera en que procuro abordar mi propia vida: la línea de menor resistencia. Son estrategias sencillas, aunque poderosas, y serán como una guía que te ayudará a ver las cosas con mayor perspectiva y a tener una vida más relajada. Descubrirás que muchas de estas estrategias no sólo serán aplicables a acontecimientos aislados, sino a muchos de los retos más difíciles de tu vida.

Cuando «no sufras por pequeñeces», tu vida no será perfecta, pero aprenderás a aceptar con mucha menos resistencia lo que la vida tiene para ofrecerte. Como nos enseña la filosofía zen, cuando aprendas a «dejar pasar» los problemas en lugar de resistirte con todas tus fuerzas, tu vida comenzará a fluir. Conseguirás, como sugiere la plegaria de la serenidad, «cambiar las cosas que puedes cambiar, aceptar las que no puedes, y tener sabiduría para ver la diferencia». Confío en que si pones a prueba estas estrategias, aprenderás las dos reglas de la armonía: n.° 1 no sufrir por pequeñeces, y n.° 2 todo son pequeñeces. A medida que incorpores estas ideas a tu vida, comenzarás a hacer de ti una persona más plácida y afectuosa.

cap-3

1

No sufras por pequeñeces

A menudo nos dejamos alterar por cosas que, al examinarlas con mayor atención, no son realmente tan tremendas. Nos obsesionamos por problemas y preocupaciones pequeños y los sacamos de su justa proporción. Por ejemplo, puede que un desconocido nos cierre el paso en medio del tráfico. En lugar de olvidarnos del asunto y continuar c

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