No son perfectas, son felices

Raimon Gaja
María José Mateo

Fragmento

La autoimagen se nutre de aspectos perceptivos (lo que ves cuando te miras al espejo o haces una representación mental de tu cuerpo), cognitivos (lo que piensas sobre lo que ves) y de conducta (lo que haces tras pensar algo sobre tu cuerpo o algún rasgo de él). Aunque todos tienen su importancia y dispondrán de su espacio en este libro, vamos a dedicar toda esta primera parte a los pensamientos negativos que distorsionan la realidad y que hacen que tantas mujeres se sientan mal en su piel. Salvo en los casos en que existe un verdadero trastorno de la imagen corporal, a menudo basta con que una persona cambie los pensamientos perturbadores para que empiece a verse bien a sí misma.

Pregúntate: ¿Qué pienso habitualmente cuando tomo conciencia de mi apariencia física?, ¿en qué medida mis pensamientos pueden estar alterando la manera como me veo y valoro físicamente?, ¿soy realista y flexible cuando me defino físicamente o idealista y exigente?, ¿soy yo misma la que se provoca los sentimientos de inseguridad, ansiedad o culpa que experimento tan a menudo cuando pienso en mi cuerpo?, si cambiara mi forma de pensar, ¿cambiaría mi forma de sentirme?, ¿soy yo o la sociedad con sus exigencias estéticas la que me cierra puertas?

Empezar a plantearte cierto grado de responsabilidad sobre lo que te sucede es un buen principio. Si abres los ojos a la perspectiva de que quizá eres tú misma la que en buena parte provocas cómo te ves y sientes respecto a tu cuerpo, tal vez te haga

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sentir algo aturdida al principio, pero a continuación notarás una sensación mucho más valiosa: la de saber que posees cierto control sobre tu vida y que no tienes por qué seguir sufriendo por tu aspecto físico.

Dos formas de pensar, dos formas de vivir el cuerpo

La función de la mente es generar pensamientos, por eso nunca está callada. Ante cualquier acontecimiento, pequeño o grande, se manifiesta a través de frases o imágenes (cogniciones).

Estas cogniciones pueden ser de dos tipos:

Pensamientos racionales: se trata de pensamientos basados en la observación de la realidad (objetivos y comprobables), que te provocan emociones apropiadas a la situación y te ayudan a tomar decisiones adecuadas para conseguir tus metas.

Pensamientos distorsionados: son pensamientos sin base contrastada, te provocan emociones exageradas o desproporcionadas, y te impiden tomar las decisiones adecuadas.

Veamos algunos ejemplos:

Una mujer ha sufrido una enfermedad y, por efecto de la medicación, ha engordado muchos kilos.

Pensamiento racional

«Mi aspecto ha cambiado mucho tras la enfermedad. No parezco la misma...»

Emoción apropiada

Tristeza, aceptación

Decisión adecuada

«Debo darle tiempo a mi cuerpo para que se recupere. Poco a poco irá tomando un aspecto más normal»

Pensamiento distorsionado

horribleculpa Nunca debí ponerme enferma»

Emoción inapropiada

Depresión, ira

Decisión inadecuada

«Dejaré por completo la medicación. En cuanto no tome pastillas volveré a ser la de antes»

Una joven va a una fiesta y comprueba que las demás mujeres son mucho más atractivas que ella.

Pensamiento racional

«¡Vaya!, cuántas bellezas juntas»

Emoción apropiada

Aceptación

Decisión adecuada

«Quizá no sea la más guapa de la fiesta, pero bailando soy buena, así que a bailar y a disfrutar de
la música, que de eso se trata»

Pensamiento distorsionado

«Ya me ha tocado otra vez ser el patito feo de la fiesta. ¿Por qué siempre me tiene que tocar a mí?»

Emoción inapropiada

Ira, sentido de injusticia

Decisión inadecuada

«En cuanto encuentre una oportunidad, pongo una excusa y me largo»

Una mujer mira su pecho desnudo ante un espejo y observa que ha perdido su firmeza.

Pensamiento racional

«Mi pecho está caído. Es normal, al fin y al cabo he sido madre tres veces y he amamantado a todos mis hijos»

Emoción apropiada

Aceptación, seguridad

Decisión adecuada

«Quizá pueda reforzarlo un poco con gimnasia. Se lo preguntaré a mi ginecóloga en la próxima visita a ver qué me aconseja»

Pensamiento distorsionado

«¡Mi pecho está caído! ¡Es horrible! ¡He perdido lo mejor de mi feminidad!»

Emoción inapropiada

Depresión, ansiedad, ira

Decisión inadecuada

«Debo operarme los pechos inmediatamente, aunque con la situación económica que estoy viviendo no me quedará otro remedio que pedir un crédito»

Como ves, las mujeres de los ejemplos que tienen un estilo cognitivo racional no se engañan a sí mismas, pues reconocen la realidad tal cual es (el cambio de aspecto tras la enfermedad; el estar en desventaja respecto al atractivo de las demás chicas de la fiesta; la evidencia de tener un pecho caído). La diferencia estriba en las cogniciones que utilizan unas y otras para describir esa realidad. Las que usan un estilo descriptivo (sin juicios) experimentan emociones apropiadas, porque éste no las aboca a

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una situación de depresión, ira, culpa..., sino de aceptación de la realidad (incluso cuando ésta no es la que les gustaría o elegirían en caso de poder hacerlo). En consecuencia, como no están bajo un huracán emocional, pueden tomar decisiones correctas que les ayudan a vivir la situación lo mejor posible (sin autoagredirse) y buscar soluciones realistas.

Por el contrario, las mujeres de los ejemplos que mantienen un estilo cognitivo distorsionado sufren emociones y desarrollan conductas disfuncionales caracterizadas por:

• Experimentar un sufrimiento innecesario o desproporcionado con la situación. (Ej.: creer que un pecho caído elimina la feminidad es totalmente desproporcionado.)

• Llevar a cabo comportamientos autosaboteadores contrarios a sus intereses u objetivos. (Ej.: irse de una fiesta porque hay otras mujeres más atractivas es una conducta autosaboteadora, porque le impide disfrutar de una experiencia social potencialmente agradable.)

• Dificultar o impedir llevar a cabo las conductas necesarias para alcanzar sus objetivos. (Ej.: dejar de tomar una medicación sin prescripción médica no sólo es extremadamente peligroso, sino que además no le conduce a su objetivo de volver a ser «como antes», pues probablemente esto no será posible si la enfermedad ha dejado secuelas, y, si lo es, deberá lograrlo con otros medios, entre ellos, uno tan simple como dejar pasar el tiempo para que su organismo se recupere.)

¿Cómo funcionan los pensamientos negativos?

A lo largo del día, y en las situaciones más variadas, podemos generar una gran cantidad de pensamientos que, lejos de aportarnos bienestar, nos atrapan en un estado de malestar emocional que nos lleva a hacer interpretaciones erróneas y a tomar decisiones contrarias a nuestros intereses. En la mayoría de los casos, basta con que cambiemos estos pensamientos negativos por otros más racionales para que nuestra percepción cambie. La decisión está, en gran medida, en nuestras manos.

La dificultad estriba en que estos pensamientos son automáticos y pasan tan rápidamente por nuestra mente que casi nunca somos conscientes de ellos. Creemos que lo que sentimos es real, pero raramente se nos ocurre pensar que nuestros sentimientos son la consecuencia de lo que hemos pensado acerca de la realidad más que de la realidad misma.

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