La sabiduría de todos los tiempos

Wayne W. Dyer

Fragmento

Introducción

Introducción

Puedo imaginar cómo era el mundo en otras épocas y me fascina lo que pudieron sentir en el fondo de su corazón las personas que vivieron antes que nosotros. Me resulta increíble pensar que Pitágoras, Buda, Jesucristo, Miguel Ángel, Shelley, Shakespeare, Emerson y tantos otros respetados maestros y guías espirituales pisaron este mismo suelo, bebieron esta misma agua, contemplaron la misma luna y se calentaron con el mismo sol que yo. Pero lo que más me intriga es saber qué es lo que a estas grandes mentes de todos los tiempos les hubiera gustado que supiéramos.

He llegado a la conclusión de que, para que se produzca un profundo cambio espiritual en nuestro mundo, hemos de conocer el legado de sabiduría que estos eminentes maestros de nuestra historia nos han dejado, para experimentarlo en nuestra vida. Muchos de estos grandes maestros fueron considerados una amenaza y algunos incluso fueron condenados a muerte por sus creencias. Sin embargo, sus enseñanzas nunca se han podido silenciar, como prueba la variedad de temas de diferentes períodos históricos expuestos en este libro. Sus palabras han perdurado en el tiempo y, gracias a ello, tenemos la oportunidad de leer y aplicar los consejos que nos dieron para disfrutar de una experiencia más profunda y más rica de la vida. Esta recopilación es un compendio de la sabiduría de todas las épocas y de lo que yo creo que esos sabios y creativos pensadores nos están transmitiendo para que impulsemos un profundo cambio espiritual en nuestras vidas.

De algún modo, las personas que vivimos actualmente en la Tierra estamos vinculados a todos aquellos que vivieron antes que nosotros. Puede que tengamos nuevas tecnologías y comodidades, pero todavía compartimos el mismo espacio del corazón, y la misma energía o fuerza vital que fluía a través de sus cuerpos corre ahora por los nuestros. Este libro está dedicado a esta imagen mental y a esta energía compartida. ¿Qué tienen que decirnos hoy en día esos eruditos de la Antigüedad a quienes consideramos los más sabios y avanzados espiritualmente?

Sus observaciones sobre las grandes lecciones de la vida están contenidas en la prosa, la poesía y los discursos que dejaron para que los leyéramos y los escucháramos. Aunque vivieron en otras épocas y bajo condiciones muy distintas, su mensaje sigue teniendo un significado para todos nosotros. La esencia de estas brillantes mentes del pasado ha perdurado a través de sus palabras.

He decidido destacar a sesenta grandes maestros por los que siento gran admiración y respeto. Son un grupo muy diverso, que representa la Antigüedad, la Edad Media, el Renacimiento, principios de la Edad Moderna y los tiempos actuales, y todas las regiones del mundo. Algunos vivieron hasta los noventa años y otros murieron a los veinte. Hombres, mujeres, blancos, negros, indios norteamericanos, Extremo Oriente, Oriente Próximo, eruditos, soldados, científicos, filósofos, poetas y políticos, están aquí y tienen algo que decirnos a cada uno de nosotros.

Que haya escogido a estos sesenta personajes no significa en modo alguno que los que no se encuentran aquí sean menos importantes. La elección de cada uno de ellos para ilustrar estos temas ha sido simplemente una cuestión de preferencia personal. Así de sencillo. De haber incluido a todos los grandes maestros del pasado, habrías tenido que alquilar un tráiler y una grúa para levantar este libro. ¡Sí, tan prodigioso es el legado de nuestros antepasados!

Cada sección está escrita de modo que podamos entender claramente cómo puede beneficiarnos la obra de estos grandes maestros, aquí y ahora. Cada parte está diseñada para transmitirnos un mensaje personal, incluyendo sugerencias específicas al final de cada breve ensayo sobre el mejor modo de poner en práctica esas enseñanzas en la vida cotidiana. Al ofrecerte estas profundas palabras de algunos de los más célebres maestros mi intención no es darte una clase de literatura. Si fuera así, te sería muy fácil desentenderte de las verdades que encierran y pensar: «Bueno, todo esto está muy bien para una clase de literatura o de humanidades, pero pertenece al pasado, y ahora estamos en el presente». Te recomiendo que leas cada sección abierto a la idea de que estas mentes privilegiadas comparten la misma divinidad y fuerza vital que tú y que yo, que te están hablando directamente en su propio lenguaje único y con su propio estilo ¡y que vas a empezar a aplicar su sabiduría en tu vida hoy mismo!

Mientras escribía estos ensayos tenía a mano una foto o un dibujo del maestro sobre el que estaba escribiendo y le preguntaba literalmente: «¿Qué te gustaría que aprendiéramos las personas de hoy en día?». Luego, adoptaba una actitud de entrega y escuchaba. Al dejarme guiar por ellos, mi escritura surgía casi automáticamente. Puede que resulte extraño, pero realmente sentía la presencia de esos escritores y poetas mientras escribía cada uno de los sesenta ensayos.

Muchos de los fragmentos de este libro son poemas. Para mí, la poesía es como el lenguaje del corazón: no es solo una forma de entretenimiento o para aprobar en la escuela, sino un modo de transformar nuestras vidas comunicándonos mutuamente nuestra sabiduría. A continuación expongo tres ejemplos extraídos de mi propia vida sobre cómo la poesía, el lenguaje del corazón, me ha llegado al alma.

Hace muchos años, el día que me dieron el doctorado, asistí a una fiesta en la que me hicieron muchos regalos maravillosos. El que más me conmovió fue un poema escrito por mi madre que, treinta años más tarde, todavía cuelga de una de las paredes de mi despacho. Lo reproduzco aquí para ilustrar de qué modo la poesía, que no necesariamente se ha de originar en las mentes de las grandes celebridades, puede llegar a influir en nuestras vidas:

Una madre no puede hacer más que guiar...

después, se ha de apartar; yo sabía

que no podía decir:

«Este es el camino

que has de seguir».

Puesto que no podía prever

qué caminos te podrían atraer

hacia cimas inimaginables

que quizá yo nunca llegue a conocer.

Sin embargo, en el fondo de mi corazón sabía

que tocarías una estrella...

¡No me sorprende!

Cuando Tracy, mi hija mayor, era solo una niña de cinco o seis años, me envió un dibujo que había hecho en la escuela con un poema que expresaba sus sentimientos hacia mí. Su madre y yo nos habíamos separado, y ella conocía mi dolor por no poder estar a su lado todos los días. Este también lo enmarqué y está colgado en la pared que está cerca de mi mesa:

Aunque el sol deje de brillar,

aunque el cielo nunca esté azul,

no me importará,

porque siempre te querré.

Cuando leo estos maravillosos pensamientos, expresados en forma de versos por mi hija,

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