Guerreros de la mente

Isabel Pinillos
Antonio Fuster

Fragmento

¿Cómo utilizar este libro?

¿Cómo utilizar este libro?

Este libro tiene varios niveles de asimilación.

El aficionado a las lecturas sobre el comportamiento de la mente encontrará en él un compendio del funcionamiento de unos aspectos muy concretos de nuestro cerebro, donde las ciencias neurológicas y psicológicas han realizado espectaculares avances en el tratamiento de numerosos trastornos debidos, entre otras causas, justamente a la disfunción de lo que nosotros llamamos «guerreros de la mente».

El psicólogo profesional encontrará reunida aquí abundante información sobre clásicas y avanzadas técnicas de tratamiento de esos trastornos.

Pero quien más provecho puede sacar de este libro es el lector comprometido con su propia salud emocional, que encontrará comprensión y numerosos argumentos para la autoaplicación y solución a los conflictos que le afecten. Y ninguno estamos exentos de ellos.

En todos los casos, recomendamos una lectura reposada del libro completo antes de iniciarse en la práctica de los ejercicios que se mencionan en él. Es necesario comprender la naturaleza de las cosas para abordarlas con éxito. Hay que discernir exactamente lo que de verdad pretendemos conseguir para aplicar los recursos apropiados. Y, por último, hay que probar las técnicas que nos resulten más eficaces, en nuestro caso concreto. Una buena práctica es marcar con un lápiz aquellas técnicas que le resulten más cercanas a usted mismo y a la posibilidad de autoaplicárselas, y seguir adelante. No intente de entrada aplicarlas conforme las lea, ya que perderá el hilo de la exposición. Léalas, compréndalas y continúe. Ya tendrá tiempo de regresar a ellas y revisarlas más a fondo para proceder a la aplicación de las que necesite.

Encontrará al final del libro, además, dos cuadros que recogen un Glosario de técnicas y su aplicación para adaptar a los guerreros disfuncionales, para que pueda acudir con facilidad a aquellas técnicas que le resulten más útiles.

Quien espere de este libro una colección de fórmulas magistrales e inmediatas para salir de una depresión profunda, de un trastorno disociativo o de un trastorno obsesivo-compulsivo, puede con toda tranquilidad volverlo a dejar en la estantería donde lo vio. Estos trastornos psicológicos requieren el tratamiento con un profesional altamente cualificado y especializado.

Finalmente, éste no es un libro de recetas, ni de frases rimbombantes y huecas. Es un libro de trabajo para quien de verdad desee comprometerse con su propia mente y obtener lo mejor de lo que en realidad somos. Frente a nosotros y frente a quienes nos rodean.

LOS AUTORES

Primera parte. La personalidad y los guerreros de la mente

PRIMERA PARTE

La personalidad y los guerreros

de la mente

1. Una defensa que nos deja indefensos

1 Una defensa que nos deja indefensos

La guerra más difícil consiste en combatirse a sí mismo; la victoria más hermosa es vencerse a sí mismo.

FRIEDRICH VON LOGAU,

Selbtüberwindung, 715

SIEMPRE LA MISMA HISTORIA…

A lo largo de los siglos de lo que denominamos Historia, es decir, de los acontecimientos del pasado que conservamos como dignos de memoria, hay ciertos lugares comunes, determinados hechos que resultan recurrentes, que parece que el tiempo se empeñe en que se repitan machacona, obsesivamente, como si no existiera ninguna otra forma de resolverlos. Nos referimos en este momento al modo en que se han comportado y se siguen comportando los ejércitos de los estados cuando tienen que solventar un ataque o una invasión de sus territorios procedente del exterior.

Cuando llega noticia de una invasión a los órganos centrales de defensa del país, el Estado Mayor del Ejército, en una reunión de urgencia, evalúa la magnitud de las fuerzas atacantes y asigna los medios proporcionados para defenderse de ellas. Una expedición de choque es enviada inmediatamente al frente con la misión específica de detener y, en la medida de lo posible, expulsar a los atacantes, sacrificando lo que resulte necesario para lograr ese objetivo de la forma más rápida y eficaz.

En su marcha apresurada, es posible que los propios defensores destruyan campos de cultivo, arrasen aldeas y ciudades de su propio territorio a su paso, o las expolien en busca de alimentos y cobijo. Finalmente se producirá el choque con los atacantes o el abandono de aquellos de sus propósitos de invasión. En cualquiera de los dos casos, si el invasor no consigue entrar en el país, se considerará una gran victoria para el bando de los defensores; habrán logrado su objetivo: impedir la invasión.

Y entonces es posible que alguien piense en echar una mirada atrás.

Podrán verse los campos yermos por años, sembrados de bombas y minas sin estallar, y de productos químicos derramados. Percibiremos las casas de las poblaciones de los vencedores destruidas o seriamente dañadas. Conoceremos a familias que habrán perdido a algún miembro, víctima de sus propios soldados, lo que en el frío argot militar se denominan «daños colaterales»… Y, además, veremos que la reacción violenta frente a los atacantes impedirá, en un inmediato futuro, la posibilidad de negociar una paz duradera con ellos buscando el acceso a los verdaderos problemas que subyacen tras la invasión y sus vías pacíficas de poner remedios.

Éstos serán los resultados reales de la acción: en aras de conseguir la defensa frente a la presunta agresión, se generarán otros problemas de impredecibles consecuencias e incierta salida… Es el precio que hay que pagar por la victoria.

Mayor gravedad encierran todavía las respuestas a las amenazas que provienen del interior de nuestras fronteras. Los disidentes vio

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