Ansiedad en tiempos de coronavirus

Fabiola Cuevas

Fragmento

Ansiedad en tiempos de coronavirus

Aprende a reconocer los síntomas de ansiedad durante esta crisis

Para entender más sobre tu salud mental es fundamental comprender lo básico del funcionamiento de tu cerebro en relación con tu cuerpo y los síntomas que puedes estar experimentando. De esta forma también podrás diferenciar cuándo lo que sientes es producto de tus emociones y cuándo es algo que requiere atención médica.

Lo que sucede es que al encontrarte ante amenazas hacia tu salud, economía, vida o bienestar –también puede ser la de tu familia o de la sociedad en la que vives– se activa tu amígdala, una parte de tu cerebro encargada de mandar señales al resto del cuerpo para indicar que estás en peligro y que debes prepararte para sobrevivir.

Sabrás que esta señal se ha activado porque comenzarás a sentir un aceleramiento en el corazón, respirarás más rápido y de forma superficial y tensarás los músculos para mandar más sangre a manos y pies, una forma primitiva que conserva nuestro cuerpo para prepararnos ante la inminencia de una huida o un ataque. Además, activarás la parte de tu pensamiento que te lleva a planear o anticipar las cosas, pues se trata de un mecanismo que nos ayuda a encontrar la manera de ponernos a salvo.

Mientras más claro y manejable sea el posible peligro, mejor será la anticipación del cuerpo y del cerebro. Por el contrario, mientras más ambiguo o invisible sea el peligro, como ocurre durante esta crisis por una enfermedad, más miedo nos ocasiona, pues nos sentimos desprotegidos y sin la capacidad de resguardarnos.

El intento de buscar refugio o seguridad de forma desesperada es lo que nos lleva a cometer el error de hacer compras de pánico, pues al no saber qué otra decisión tomar y con la necesidad de canalizar toda la adrenalina en nuestro organismo, nos abastecemos de todo lo que podemos.

Pero si llevamos esta alerta al extremo y la mantenemos activa por mucho tiempo, sin liberar la tensión resultante, podemos llegar a experimentar ansiedad severa y diversos síntomas de estrés elevado.

Los síntomas más comunes de estrés y ansiedad ante situaciones de peligro ambiguo

  • Saturación mental y pensamientos o imágenes negativas y repetitivas
  • Insomnio e incapacidad para dormir tranquilo
  • Hipervigilancia ante lo que sientes, es decir, constantemente revisas tus percepciones y emociones
  • Pensar que cualquier cosa que sientes representa un indicio de que estás enfermo
  • Miedo o terror a que tú o tus familiares enfermen, así como a contagiar a otros sin darte cuenta
  • Cuerpo rígido, tensión y dolor muscular
  • Dificultad para respirar
  • Sensación de ahogo
  • Dolor de cabeza
  • Angustia, desesperación
  • Sensación de estar en un sueño o una pesadilla
  • Incapacidad para desconectarte del tema, tener la impresión de que debes estar enterado de todo
  • Sensación de culpa en caso de que te desconectes de las noticias
  • Taquicardia, sudoración, temblores, molestias estomacales, opresión en el pecho, sensación de no poder tragar, hormigueo, mareos o náuseas
  • Irritabilidad, ganas de llorar constantemente o arranques de ira
  • Temor a sentir miedo y estrés, porque escuchas que el estrés baja las defensas y eso te hace sentir desesperanzado y desprotegido
  • Angustia por sentir que nada de lo que haces es suficiente para ponerte a ti y a tu familia a salvo
  • Refugiarte en adicciones o conductas evasivas, como comer en exceso, consumir alcohol o ver televisión todo el día

Si has palomeado más de tres indicios, debes saber que estas sensaciones son el resultado de la constante activación de tu sistema nervioso simpático (encargado de activar la alerta), el cual no puede apagarse porque el riesgo no desaparece del todo, y por sí mismo necesita liberar la tensión acumulada y forzarte a entrar en una etapa más de descanso y reposición de tus propios recursos.

Por otro lado, puede que pienses que lo que haces no sea suficiente, mientras en las noticias repiten una y otra vez todo lo negativo de la situación. Tal vez apenas has comenzado a relajarte y te enteras de cierta información nueva que vuelve a ponerte alerta. Por ello, uno de tus principales objetivos será ayudarle a tu sistema nervioso a encontrar por lo menos 3 días de descanso de información para que pueda restaurarse a sí mismo.

Sin tiempo para que tu sistema nervioso pueda procesar lo que ocurre, regularse, liberar las emociones de forma correcta y restaurar su equilibrio, al paso de los días es inevitable que te domine un intenso agotamiento, que también puede manifestarse como una falta de concentración o un episodio de tristeza.

Por eso es tan importante que en estos días constantemente te concedas espacios para poder liberar tus emociones, sobre todo después de ver noticias o tener conversaciones sobre la enfermedad. No ganamos nada si nos hacemos los fuertes, pues no podemos sostener los estados de estrés durante mucho tiempo. Es mejor darnos el tiempo necesario para liberar nuestras emociones de manera consciente y así poder continuar con nuestra vida.

¿Cómo saber si es estrés, ansiedad o pánico?

A medida que la tensión aumenta, pasamos del temor al miedo y de ahí al pánico. Es decir, del estrés a la ansiedad y de la ansiedad a una crisis de ansiedad o ataque de pánico. No importa en qué momento te encuentres, existe una forma de sentirte mejor. Sin embargo, antes es necesario que reconozcas lo que estás experimentando, y para ello te comparto esta tabla.

El temor causado por el covid-19, aunque no deja de ser una amenaza real, es también una amenaza mental, pues todo el tiempo podemos llegar a tener la impresión de habernos contagiado, incluso si no conocemos casos cercanos. También es posible experimentar una combinación de esos tres estados: el estrés, la ansiedad y el pánico.

Lo importante es que en todo momento tengas claro qué te ocasiona ese miedo y qué puedes hacer para convertirlo en energía positiva. Si te ayuda, y si te permite sentirte a salvo, puedes comprar un cubrebocas o un jabón, o involucrarte en actividades terapéuticas que te ayuden a procesarlo y liberarlo. El miedo está ahí para indicarte cuándo debes ponerte a salvo, pero si resulta ser desmedido puede hacerte creer que necesitas comprar papel de baño para tres meses, o que no puedes ir de tu habitación a la cocina porque el peligro está en todos lados, algo que claramente no es verdad.

Enfócate en un momento a la vez. Si por ejemplo, apagaras la televisión, ¿cuál sería tu realidad inmediata? Conéctate sólo con esa realidad y así reducirás los estresores con los que estás lidiando. También evitarás que tu mente vuele y piense en cosas que no han ocurrido o que tal vez nunca ocurrirán, aunque la amen

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