Quiérete, valórate, ¡ámate a ti misma!

Christine Arylo

Fragmento

Quierete_valorate_amate_a_ti_misma

INTRODUCCIÓN

Imagina un mundo de amor

¡Bienvenida a un mundo de amor! ¡Pasa, siéntate y ponte tus lentes del amor! No importa si son de color rosa, si tienen forma de corazones o si están adornados con diamantes. En la tierra del amor propio hay dos cosas seguras: además de ti, nadie usa otros anteojos iguales (son exclusivamente tuyos) y lo que estás a punto de ver no es un cuento de hadas ni una historia de ciencia ficción. Es lo que se vuelve posible cuando te atreves a escoger el amor propio.

Si quieres, imagínate un mundo en el que toda niña nace enamorada de ella y no deja de amarse; un mundo en el que durante toda su vida, las niñas no se consideran jamás desconectadas del vínculo de amor que las hace sentirse seguras, amadas, queridas y especiales. En lugar de compararse (y, por lo tanto, juzgarse) según las imágenes y normas exteriores que las bombardean a diario con el mensaje subliminal de «No eres suficiente», crecerían sabiendo que, a pesar de sus logros, forma corporal, situación sentimental o posesiones materiales, ellas son más que suficientes, simplemente por ser quien son. Nunca se les ocurriría que su alma única pudiera medirse o compararse con el de otra persona ni con un ideal exterior. Hacerse eso a ellas mismas les parecería descabellado.

Imagina generaciones de niñas y mujeres que nunca sufrieran trastornos de alimentación, que se negaran a tolerar que haya en su vida una relación nociva o de maltrato. Mujeres que se cuidaran por encima de todo, sin culpas ni obligaciones, volverían obsoleto el agotamiento y la sensación de estar abrumadas, dos antiguas enfermedades que sólo se conocerían en los libros. Para ellas, la idea de dar y dar y dar hasta que no les quedara nada les parecería tan absurda como meter las manos a la lumbre de una estufa encendida. En ese mundo, las niñas sabrían y no tendrían dudas de que para dar, también tendrían que recibir, y ver por ellas mismas se les haría tan natural como respirar y tan ordinario como comer.

Ahora imagina una niña o mujer que conozcas a la que quieras mucho. ¿Qué pasaría si pudiera vivir su vida entera sin compararse, juzgarse ni abatirse emocionalmente? ¿Qué pasaría si su primera reacción fuera portarse siempre amable y compasiva consigo misma, decirse que había hecho lo mejor que había podido? Imagina cuánto amor y felicidad más sentiría y, como resultado, lo fortalecida que estaría para llevar la mejor vida posible, una que le diera lo que su corazón y alma realmente quisieran (no lo que creyera que debía querer) una vida que le dejara ser y hacer lo que ella escogiera.

¡Qué mundo sería! Aunque este mundo no es normal para nosotras, no es una realidad fuera de nuestro alcance. La posibilidad de este mundo está dentro de cada una de nosotras. Esta posibilidad está dentro de ti.

Imagina si te atreves. Pon tu mano en tu corazón, cierra los ojos y respira. Ahora imagina que la niña o la mujer de la que acabamos de hablar, la que se ama incondicionalmente, la que da libremente sus dones, la que abre el pecho para recibir amor y apoyo interminables, la que no se preocupa por juzgarse según las normas o la vida de otros, la que, por el contrario, lleva una brújula interna en la que confía implícitamente para que la guíe hacia su felicidad y la mejor existencia; imagina, pues, que eres tú.

Tú eres la niña o la mujer que nunca se permite agotarse por completo, sino que su prioridad es cuidarse sin culparse ni preocuparse de que todo caiga hecho pedazos. Tú eres la que se pregunta qué necesitas. Imagínate que cada año que pasa te enamoras más de tu cuerpo, aunque se le añadan celulitis y arrugas. Para ti, tu cuerpo es un templo personal que adoras y sirves y celebras en todo lo que tiene de único.

Conectada firmemente por el hilo del amor, te respetas a tal grado que todas tus relaciones expresan el mismo respeto inquebrantable y amor incondicional, y cuando no es así, te alejas. Sabes que tu lealtad más importante debe ser contigo. Prefieres quedarte sola antes que estar metida en una relación (sea amorosa, de amistad, de trabajo o familiar) que te impida vivir la mejor vida o ser una mejor persona. No tienes miedo de estar sola porque sabes que siempre estás contigo. Como resultado, tu vida tiene más amor, no menos.

Imagina que eres contigo tan compasiva como con las niñas y las mujeres a las que amas incondicionalmente. Imagina que te amas incondicionalmente. Imagina que este amor propio es tan natural como respirar, porque recuerdas en todo momento y guardas la idea sagrada de que la relación que tienes contigo es la relación más importante de tu vida. No importa en qué punto estés de tu camino hacia el amor propio, el día de hoy marca tu compromiso por mantener vivo el hilo del amor propio todo el año; de establecer una conexión todos los días con tu corazón y tu alma. En las páginas que siguen vas a asumir una postura y a empeñarte, de ahora en adelante, a que la relación que tengas contigo misma sea tan importante como las otras relaciones de tu vida.

Esto significa que, lo mismo que con cualquier relación que quieras que florezca, tienes que brindarte amor y atención con frecuencia. Así como en las relaciones amorosas, si quieres que se consolide, tienes que comunicarte, hacerte presente y mostrar dedicación. Así como harías casi cualquier cosa para que tu mejor amigo o tu hijo tuviera lo que le falte para ser, para amar y para vivir la existencia mágica y fantástica que se merece, así harás por conseguir lo que necesitas. Hoy te prometes recordar que vas a amarte todos los días del resto de tu vida. Pues, si tú no estás dispuesta a asegurarte ser feliz, amada y cuidada, ¿cómo esperas que alguien más lo haga?

La relación que tienes contigo es la más importante de tu vida

Bueno, ¿y cómo se consigue eso? ¡Descuida! Estás en el lugar indicado. Aunque de niña no te hayan dado el manual del amor propio, en el que hubieras aprendido a ser y actuar como tu mejor amiga sin tener que disculparte, ahora lo tienes entre las manos.

¿Por qué no te habían dado el manual del amor propio?

La sabiduría de cómo amarte es un conocimiento femenino antiguo y el permiso para hacerlo es un indiscutible derecho innato. Todo esto puede y debe transmitirse de generación en generación, debe estar disponible desde el momento de nacer y en cada momento a partir de entonces. Imagina lo diferente que habría sido tu vida si te hubieran hablado abiertamente del amor propio mientras crecías. Lo que quiero decir no es simple faramalla del estilo «puedes hacer lo que quieras», sino comunicar el mensaje de amor incondicional de que sin importar lo que hayas logrado, fue suficiente y fuiste amada. Imagina que las mujeres que tomas como modelo hubieran sido ejemplos sobresalientes de cuidado personal, compasión por ella misma, conciencia de sí misma, expresión personal y respeto propio porque su madre les hubiera transmitido el conocimiento del amor propio. ¿Qué tal si junto contigo se convirtieran en una tribu de mujeres unidas por el amor, cada una comprometida, antes q

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