Aporta o aparta

Nika Vázquez

Fragmento

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Prólogo

¿Es esta la vida que realmente quieres vivir? Puede parecer una pregunta muy directa para abrir un libro, pero, puesto que su objetivo es mejorar tu existencia, vamos a empezar por aquí.

Como sucede con todas las preguntas, si ahondamos en ella llegaremos a muchas otras que, en este caso, nos permitirán realizar una radiografía de nuestro nivel de felicidad.

¿Qué te gustaría cambiar de tu vida?

¿Qué sueños has arrinconado?

¿Qué estás haciendo que no desearías hacer?

Después de los qués llegan los por qués, que podrían resumirse en esta pregunta:

¿Por qué no estás haciendo la vida que deseas?

Hay muchos factores, hábitos y decisiones que pueden llevar a una vida de insatisfacción, pero detrás de toda resistencia al cambio está el miedo.

El miedo es una reacción normal ante lo desconocido, ante una amenaza. Gracias al miedo hemos sobrevivido desde la época de las cavernas hasta hoy. Su función es alertarnos ante situaciones que pueden poner en riesgo nuestra integridad física, como estar atentos al cruzar la calle o ir por el lado de la acera iluminado cuando regresamos a casa de noche.

Sin embargo, con frecuencia escucho en consulta un miedo que nada tiene que ver con la supervivencia. Se trata de miedo a tener éxito, a enamorarse, a que las cosas vayan mejor.

En definitiva, miedo a ser feliz.

¿Cómo es posible tener miedo a ser feliz, si ese es el objetivo vital que toda persona busca durante su día a día?

Diversos motivos hacen que experimentemos la sensación de miedo a ser felices y a perseguir el éxito:

1. Uno de esos motivos es que sentimos que no merecemos esa felicidad. Nos han enseñado a creer que estamos en este mundo para sufrir, trabajar y darnos a los demás, pasando por encima de nuestras necesidades. Esa creencia viene marcada por la tradición judeocristiana de la que procedemos y la idea de no buscar la propia felicidad forma parte de ella.

2. Por otro lado, la necesidad de control excesivo supone un gran freno en el camino a la felicidad. Preocuparnos demasiado por lo que puede suceder nos paraliza y nos lleva a abandonar proyectos que podrían cambiar nuestra vida.

3. Otro de los motivos que influyen en el autoboicot es el miedo a no poder manejar la frustración si las cosas no salen como deseamos, si algo falla. Nadie nos enseña a perder cuando somos niños. Aprendemos a luchar por lo que queremos, pero no a manejar el dolor de no conseguirlo. Por eso muchos no se atreven ni a empezar.

Si apartamos estas tres ideas limitadoras, que no aportan nada bueno a nuestra vida, nos moveremos hacia delante.

El objetivo de este manual es ayudarte a desmontar esas ideas paralizantes y cambiarlas por otras que te lleven hacia el éxito y la felicidad.

No hay claves para ser perfectos, pero sí tenemos las herramientas para hacer frente a todas las aventuras que nos ofrece la vida. Así que te animo a que te arriesgues y te atrevas a ser feliz.

NIKA VÁZQUEZ SEGUÍ

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I
Dónde, cuándo y cómo ser feliz

«Por la calle del mañana se va a la casa del nunca».

MIGUEL DE CERVANTES

Durante muchos años estuve trabajando en servicios de oncología y hematología. La gente piensa que son lugares oscuros, donde el sufrimiento reina en todas las habitaciones. Sin embargo, no es así. Son espacios donde la vitalidad y las ganas por disfrutar se notan en el aire, flotan. Y fue justo en una de esas habitaciones donde conocí a Alejandro.

Por aquel entonces tenía 19 años y su enfermedad avanzaba deprisa. Cuando lo visitaba, siempre me recibía con una sonrisa, justo al revés de lo que hacía con el resto de personal del servicio o con las visitas, por lo que me habían comentado. Un día le pregunté por qué cuando yo iba a verlo estaba de un humor diferente a cuando acudían los demás y su respuesta me dejó impactada: «Estoy harto de que la gente me diga: “Cuando acabes el tratamiento, te encontrarás mejor”, “Ya verás cómo en nada sales y te recuperas” o “Va, aguanta un poco más, que solo faltan tres ciclos”. Todos me dicen que es en un futuro cuando estaré bien. Pero tú no. Tú no me aseguras que me curaré, no me mientes, no me hablas del futuro. Tú me dices que el día de hoy es lo que cuenta y las risas que nos echamos juntos es lo que me vale hoy. Mañana no sé si estaré para verte entrar por la puerta, por eso sonrío cuando apareces».

CAPTURAR EL AHORA

En la consulta escucho a menudo frases del tipo: «Cuando encuentre un trabajo, me sentiré feliz» o «Si tuviese pareja, sería todo perfecto» o incluso «Con cinco kilos menos estaría la mar de contenta».

Si nos fijamos, son todas situaciones en las que estamos pendientes del futuro, de un futuro hipotético. ¿Y qué pasa con el presente?

Esta cuestión ocupó el trabajo del autor de origen alemán Eckhart Tolle, que antes de escribir El poder del ahora padeció una depresión hasta los 29 años. En su libro explica que si perdemos el momento presente, perdemos todo lo que tenemos. De hecho, ser conscientes de que no sabemos disfrutar del aquí y ahora es el principio de una profunda transformación: «Saber que usted no está presente es un gran éxito: este conocimiento es presencia, incluso si inicialmente solo dura un par de segundos del tiempo del reloj y se pierde de nuevo. Después, con frecuencia creciente, usted escoge tener la atención de su conciencia en el presente más que en el pasado o en el futuro y cada vez que se da cuenta de que había perdido el Ahora, puede permanecer en él no por un par de segundos, sino por periodos más largos percibidos desde la perspectiva externa del tiempo del reloj (...). Usted pierde el Ahora y vuelve a él una y otra vez. Eventualmente, la presencia se vuelve su estado predominante».

El yoga y la meditación son, sin duda, herramientas adecuadas para capturar el Ahora. Se trata de detener el flujo de pensamientos por un instante, dejar de proyectarnos hacia el pasado o el futuro. En el pasado viven los resentimientos y en el futuro las preocupaciones, pero nuestra misión como seres humanos es vivir en el presente de la mejor manera posible.

El hombre más sabio

Cuenta una leyenda oriental que un viajero fue en busca de un sabio anciano que vivía en la calle. Se acercó a él y le dijo:

—Dicen por ahí que eres la persona más sabia de aquí..., ¿es verdad?

—Sí, lo soy —respondió el sabio.

—Entonces, contéstame: ¿qué puede hacer un sabio como tú que no pueda hacer cualquier otra persona?

Sorprendido por la pregunta del viajero y porque además ponía en duda su sabiduría, el anciano le contestó:

—Cuando yo como, solo como. Cuando duermo, solo duermo. Y cuando hablo contigo, solo hablo contigo. Eso es todo.

—¿Y ya está? —volvió a preguntar el viajero, incrédulo—. Eso también puedo hacerlo yo y no soy ningún sabio —añadió.

—Lo dudo mucho. Seguro que cuando duermes, piensas en lo malo del día o en

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